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"En las instituciones artísticas se malgasta el dinero"

El polémico creador británico Martin Creed inaugura su primera retrospectiva en España, en la que no queda bien parada ni la propia comisaria de la muestra

PEIO H. RIAÑO

Una pequeña bolita azul, pegajosa, apretada contra una gigante pared blanca es capaz de tumbar el tinglado del arte por hipócrita. Esa masilla utilizada para pegar pósters en la pared, el Blu-Tack, ¿también puede ser una obra de arte? El artista más escurridizo de todos, Martin Creed (Wakefield, Inglaterra, 1968), ha colocado varios pegotes de esos por todo el edificio de exposiciones de Alcalá, 31, de la Comunidad de Madrid, en la que es la primera gran muestra retrospectiva del polémico premio Turner 2001 en España. Por lo tanto, si ha sido hecho por un artista, está dentro de una exposición, en una galería... hablamos de arte. Ni siquiera él lo tiene claro. 'No tengo ni idea de lo que es el arte. No sé lo que es para mí y, de hecho, nunca me llamo a mí mismo artista. Pero creo que arte es cualquier cosa que se usa como arte y que la gente empieza a llamarlo arte', explica a este periódico Creed.

La obra de Blu-Tack está fechada en 1994, pero sigue viva y cambia en función del espacio en el que se presenta desde entonces. Es decir, a Creed no le interesa tanto la originalidad como la repetición. De hecho, titula a todas sus obras bajo el epígrafe Work No. y el número que le corresponda. En el caso de las pelotillas azules, Work No. 91. Pero aún hay más: una puerta que se abre y se cierra (Work No. 129), siete clavos en una pared (Work No. 701), un paquete de folios en la taquilla, detrás de la recepcionista (Work No. 159), los dos objetos de latón imposible de definir y que tienen el prurito de ser su primera escultura (Work No. 11) y, por supuesto, su obra maestra, la que le ha hecho famoso en medio mundo: una hoja de papel A4 arrugada y hecha una bola, metida también en una vitrina.

Sus obras están compuestas por clavos, papel o Blu-Tack

En total, más de 22 años dedicados a la creación, ¿y al humor? 'Para nada. No me río de nada. Nada de lo que ves aquí es una broma. No entiendo la ironía. No creo en la ironía, porque si me río de algo supondría que yo me separaría de la obra y crearía un espacio entre ella y yo, y de esta manera me sentiría falso. Si creo algo debe definir lo que soy', asegura el artista o como quiera llamarse.

La exposición, titulada Things/Cosas, también recoge sus pinturas más recientes, acuarelas realizadas con los ojos cerrados. 'Yo creo cosas para que las cosas sean vistas. Pero soy demasiado práctico en ese sentido: creo algo para que la gente venga y lo vea. El significado que saquen de estas piezas está fuera de mi control', explica al hablar de las interpretaciones que el público hace, por ejemplo, ante la obra que le valió el Turner, Work No. 127, luces que se encienden y se apagan en una habitación según una secuencia temporal programada.

'Cada una de mis piezas es un experimento, un intento de crear una cosa que valga la pena y me emocione. Con la bola de papel quería crear algo que mereciese la pena ser visto. Y lo metí en una vitrina para que la gente lo pudiera ver. El hecho de que esté en una vitrina no significa que por ello esté legitimada como obra de arte', afirma. Sin embargo, es presa de su propio material y de las dudas que genera. Reniega de todas las palabras que tratan de dar sentido y explicación a sus trabajos. Como que 'estos trabajos pueden conseguir cambiar la percepción del espectador sobre los objetos materiales que le rodean en su entorno diario', como escribe la comisaria de la muestra, Carolina Grau, en el catálogo. 'Eso no es así. No es una frase que yo diría, porque no tengo ningún poder para controlar la percepción de nadie. Yo creo algo, pero llega un momento en el que se convierte en un objeto que recibe el público y este genera su propia percepción', contradice tajantemente Creed a la comisaria.

¿Se ha acostumbrado Creed a que rodeen sus trabajos con palabras grandilocuentes para justificar la presencia de algo tan cotidiano como una pelotilla de Blu-Tack? 'No. Esto es un problema para mí, porque no me gusta que utilicen este tipo de palabras para justificar mi trabajo. Se utilizan palabras grandiosas que no tienen relación con la obra', explica.

'En el arte se utilizan grandes palabras en un intento de justificar el trabajo que se expone, por miedo a que se crea que ese trabajo que se expone no sea lo suficientemente bueno. Los poderes públicos lo justifican de esta manera ante el público, para que este no piense que esa exposición ha sido perder el dinero', declara. Y advierte que a partir de ahora se centrará en el trabajo del arte en la calle, y dejará de hacerlo en espacios protegidos como las galerías, para evitar esas lecturas. 'Una obra vive o muere si el público la acepta o no', remata.

'Arte es cualquier cosa que se usa como arte y que la gente llama arte'

Pero si las instituciones públicas necesitan legitimar su inversión con grandes palabras, ¿se está malgastando el dinero? 'Sí: en instituciones artísticas se malgasta dinero. Pero lo que se destina no suele ser mucho y los artistas que reciben fondos saben aprovechar el dinero y estirarlo al máximo. Es cierto que se malgasta en la figura de los comisarios, pero por otro lado, merece la pena invertir en el arte, porque el arte es lo más fiel a la vida y los artistas son agentes libres que hacen lo que quieren', reconoce al hablar de su visión de la vida.

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