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Knut Hamsun: el lado pendenciero y hitleriano de un Nobel

Berenice publica por primera vez en español los artículos que muestran las ideas fascistas del escritor

PAULA CORROTO

En 1920, el escritor noruego Knut Hamsun (1859-1952) recibía el premio Nobel de Literatura. El autor de enormes novelas como Pan y Hambre se hallaba en la cúspide. Los críticos alababan la frescura de su lenguaje poético y sensible y su conspicua mirada al mundo de la naturaleza. Thomas Mann y Maxim Gorki, ilustre socialdemócrata y comunista, respectivamente, no dejaban de rendirle homenaje. Era el nuevo Ibsen.

Sin embargo, en la década de los años treinta la pluma del noruego se volvió más turbia. Como si fuera una mancha de tinta que se extendía suavemente, sus artículos en la prensa se fueron llenando de un fuerte tufo fascista. Sus odas a Adolf Hitler y a Vidkun Quisling, el líder del partido nazi noruego, Nasjonal Samling, unido a un contundente rechazo a las políticas democráticas de Inglaterra, ejercieron con el tiempo una mayor influencia de la que hasta entonces había tenido su literatura. El Nobel se convirtió en un paria para el resto de escritores. Un filonazi que no dudó en dedicarle a Hitler un obituario estremecedor: 'Era un guerrero por la humanidad y un predicador de los derechos para las naciones'. Sin matices.

Estos textos resaltan el lenguaje combativo en sus críticas políticas

Los artículos que denotan la ideología fascista del escritor han sido compilados recientemente por la editorial Berenice en el volumen Textos de la infamia. Escritos polémicos del Nobel noruego (1932-1945). La gran mayoría de ellos son inéditos en español y, si bien al conocedor del personaje no le revelan su compromiso con el ideario nacionalsocialista, sí muestran 'el lenguaje combativo y casi pendenciero que emplea Hamsun en sus críticas políticas', según comenta a Público su traductor y estudioso Mariano González Campo. Un lenguaje totalmente alejado del estilo por el cual el norue-go alcanzó el olimpo literario.

Los textos, que aparecieron en la prensa conservadora, desvelan las contradicciones del escritor. Como resalta González Campo, 'hay una postura un tanto ambigua en diversas cuestiones referentes a su apoyo a la política nazi: admira a Quisling, pero no soporta a Terboven [comisario del III Reich impuesto por Hit-ler en Noruega tras el exilio del Gobierno]; apoya la ocupación nazi, pero aprovecha su estatus de escritor para salvar de una muerte segura a varios jóvenes noruegos pertenecientes a la resistencia'. De hecho, en la breve entrevista que mantuvo con el propio Hitler el 23 de junio de 1943 no hubo la química esperada entre ambos.

La sensación que causan, por tanto, los artículos de Hamsun es que el lector se encuentra no ante un intelectual embebido por las ideas fascistoides, sino ante un bravucón y un cascarrabias. 'Era un hombre que sólo leía la prensa adicta al régimen de Quisling y a las potencias del Eje, de modo que su visión de los acontecimientos estaba más que sesgada. Por otra parte, no hay que olvidar que en los años cuarenta Hamsun era un hombre bastante anciano y, hasta cierto punto, aislado en su propio mundo', apunta González Campo sobre sus constantes críticas a las acciones bélicas de los aliados y a la inexistencia de referencias hacia las cámaras de gas de los nazis.

El lector no se encuentra ante un intelectual, sino ante un bravucón

Hamsun era un provocador con una pluma inflada de testosterona, cuya diana fue principalmente Inglaterra (aliada del Gobierno noruego en el exilio), país al que llegó a tildar como 'la nación asesina más educada del mundo'. 'En su primera obra, Hamsun ya manifestó cierto rechazo al mundo anglosajón. En efecto, su odio a Inglaterra es fundamental para entender su simpatía hacia el III Reich', apostilla el traductor sobre este odio hacia los ingleses. El delirio de su pasión por el fascismo y por esa Alemania aria que sólo esta-ba en la mente de Hitler y sus acólitos llegó en 1949 con su última novela, Por las sendas donde la hierba crece, 'un texto exculpatorio y carente de arrepentimiento', según González Campo, que en los próximos meses será reeditado en España con la traducción de Kirsti Baggethun.

Tachar simplemente a Ham-sun de camorrista no expía, sin embargo, sus reivindicaciones fascistas ni tampoco culmina con el debate entre su ideología y su impronta literaria. Como sucede con otros escritores de la época como Ezra Pound o Louis-Ferdinand Céline, que también abrazaron esta ideología, la obra del noruego lleva décadas inmersa en la discusión entre la preeminencia de su literatura o sus ideas.

Se le ha usado para expiar la vinculación de Noruega con las ideas nazis

'Pienso que es prácticamente imposible separarlas, como también es imposible separar la literatura de la vida. Ahora bien, las obras más tempranas, las que le dieron a conocer internacionalmente, no poseen, a mi juicio, ese tufo fascistoide que caracterizará a algunas de sus novelas posteriores, en las que se ensalza una sociedad casi neofeudal basada en los valores tradicionales de la cultura noruega y un panteísmo neopagano muy querido por muchos nazis', sostiene González Campo.

Una ideología ligada a la literatura, que, sin embargo, para este estudioso, no debe ser una espada que rebane la categoría de gran escritor alcanzada en vida por el autor de Soñadores: 'Hay que poner a Hamsun en el puesto que se merece en el mundo literario y no subordinarlo a sus excesos políticos si no queremos que se convierta en autor de culto de los aduladores de los peores fantasmas de Europa', añade González Campo, quien sitúa al escritor en la misma categoría literaria que a Kafka, Mann o Brecht, 'conocido stalinista'. Este análisis casa con el realizado hace años por el crítico alemán (y judío) Marcel Reich Rannick quien dijo que los elementos de la obra de Hamsun que lo habían llevado a simpatizar con los nazis estaban también en la obra de muchos escritores que se habían mantenido al margen de la tentación nacionalsocialista.

Más allá de esta retórica ideológico-literaria, el lugar donde este debate permane-ce es en Noruega. A día de hoy, el Nobel no da nombre a ninguna calle ni plaza, aunque sí posee un centro cultural inaugurado en 2009. Precisamente, ese año la celebración del 150 aniversario de su nacimiento estuvo teñida de polémica. Y este verano, el terrorista de extrema derecha, Anders Breivik, que mató a 96 personas, volvió a sacudir los espectros del nazismo en el país.

'Siempre identificamos Noruega y los demás países nórdicos como paraísos tranquilos de bienestar, pero no hay que olvidar que en Escan-dinavia también existe un lado oscuro. ¿Acaso es casual que el actual boom de la novela negra venga de la mano de los países nórdicos? No olvidemos que Noruega es la cuna del black metal, una forma de rock donde la ideología neonazi abunda en sus textos', confirma González Campo. Sin embargo, el estudioso rompe una lanza por Hamsun: 'Creo que ha resultado ser la víctima sacrificial perfecta para expiar en alguna medida la vinculación de Noruega a las ideologías fascistas a través del infame régimen de Quisling'. Una mala compañía que, no obstante, aún mantiene al premio Nobel hacinado en el purgatorio.

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