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Enrique Urbizu: crónica negra a la española

La Academia podría coronar hoy al rey de cine negro nacional. El director analiza el trasfondo social de sus cintas

CARLOS PRIETO

Pocos dudan de que Enrique Urbizu (Bilbao, 1962) es el rey del cine policiaco español gracias a películas como Todo por la pasta (1991), La caja 507 (2002) y No habrá paz para los malvados (2011), que combinan los dos platos fuertes del género negro: entretenimiento y radiografía social. Pero este don, que en cualquier otro país le hubiera convertido en un héroe popular, sólo le ha valido para convertirse en uno de los directores más subestimados de España. Quizás debido a una mezcla de desprecio patrio al cine de género y debilidad de la industria española del cine. En 20 años de carrera, Urbizu sólo ha podido rodar unas pocas cintas de cine negro por motivos económicos. Una mezcla de problemas para encontrar financiación (No habrá paz para los malvados llegó ocho años después del notable drama negro La vida mancha) y obligación de alternar sus proyectos más personales con comedias alimenticias (Cómo ser infeliz y disfrutarlo y Cuernos de mujer) durante los años noventa.

Pero la suerte de Urbizu podría cambiar esta noche. No habrá paz para los malvados, con 14 nominaciones, luchará en la ceremonia de los Goya contra La piel que habito, de Pedro Almodóvar, que acumula 16 nominaciones. La suma de un triunfo en los Goya más el buen funcionamiento de No habrá paz... en la taquilla (3,9 millones de euros) puede permitir a Urbizu estabilizarse definitivamente como el gran especialista en convertir en thriller lo que se oculta bajo las cloacas españolas. Lector compulsivo de novela negra ('Chandler, Jim Thompson, Ross Macdonald, James Ellroy, Juan Madrid...', cita), Urbizu ha ido transformando en intrigas de ficción las tramas de corrupción y delito de la crónica negra española.

'La teoría de la conspiración sobre el 11-M no tiene credibilidad'

La caza y captura del único testigo de un asesinato cometido por un policía, premisa de la novela Corre hombre, de Chester Himes, le sirvió como punto de partida de No habrá paz para los malvados. 'Rodar una película sobre la persecución de un hombre en un entorno urbano había rondado mi cabeza durante años', aclara Urbizu, que ya había filmado a un personaje leyendo el libro de Himes, referente del policiaco afroamericano del pasaso siglo, en Todo por la pasta.

En No habrá paz para los malvados Urbizu cruzó la trama de Himes con el 11-M. 'No quería hacer una película sobre los atentados', asegura el director, más interesado en la trastienda: '¿Cómo fue posible el 11-M? ¿Qué falló en los sistemas de seguridad? ¿Cuál es la relación entre el narcotráfico y el terrorismo internacional? Esas son las incógnitas que me planteé', enumera repitiendo preguntas que sirvieron de base a uno de los relatos conspiratorios más descomunales de nuestra historia contemporánea. 'La teoría de la conspiración del 11-M no me interesa. Carece de credibilidad. Es una visión sesgada. La realidad es mucho más sobrecogedora que la conspiración. Se trata de una muestra interesada de política ficción', dice Urbizu.

'Siempre trato de preguntarme ¿qué hicimos mal?, ¿qué hay detrás?'

Más allá de su visión sobre un hecho histórico del pasado, No habrá paz... recrea un ambiente urbano de inseguridad, incertidumbre y miedo social que conecta metafóricamente con las inquietudes actuales de una sociedad (la española, la europea) que duda sobre quién está al mando de una nave social a la deriva.

En efecto, una de las cualidades de los policiacos de Urbizu es su capacidad para intuir por dónde van a ir los tiros. La caja 507, cuya trama reflejaba la relación entre mafia y especulación inmobiliaria en la Costa del Sol, se anticipó tres años a la operación Ballena Blanca (2005) contra el blanqueo mafioso de capitales al calor del ladrillo.

'La ficción no se anticipa a la realidad; esta supera a la ficción'

El director quita hierro a las intuiciones políticas de sus cintas: 'La ficción no se anticipa a la realidad y a los hechos, sino más bien a la explosión de la noticia. Las tramas que confluyeron en la operación Ballena Blanca ya eran visibles antes del estreno del filme, pero aún no habían llegado al primer plano periodístico'.

'La idea de La caja 507 surge tras una estancia en la Costa del Sol, tras ver el paisaje de la línea de mar que va de San Roque [junto a Gibraltar] a Marbella. Luego fui urdiendo una ficción con los flecos que me proporcionaba la realidad. Tratando de responder a las incógnitas de siempre. ¿Qué hacemos mal? ¿Qué hay detrás? Preguntas que brotan casi por defecto cuando uno lee mucha novela negra. Recuerdo que nos atascamos varias veces mientras preparábamos el guión del filme [escrito junto a Michel Gaztambide, coautor también de No habrá paz para los malvados]. Cada vez que nos quedábamos sin ideas, la prensa publicaba alguna noticia que nos ayudaba a desatascar la trama. La realidad supera siempre a la ficción', zanja.

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