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'Un, dos, tres', ¡Victoria Abril!

La gran noche televisiva del cine español: gracias, Santiago Segura, muchas gracias

BOB POP

Cuando en casa vimos a Victoria Abril cantar y bailar en el numerito musical inicial de la ceremonia de los Goya ( ver fotogalería) de anoche, pensamos que al fin se cerraba el bucle y que, por fortuna para el maravilloso mundo del espectáculo, la gran chunga intensa del cine español volvía a sus orígenes y se marcaba una coreografía digna de una subasta del Un, dos, tres pero con mucho menos ritmo, que fue lo que dio de sí la gala de anoche. Eva Hache hizo lo que pudo, si bien pudo hacerlo mucho mejor en los vídeos pregrabados donde ella se colaba en las películas candidatas al premio gordo de la noche. Eva Hache y sus guiones ganaban enlatados lo que perdían en directo.

Eva Hache hizo lo que pudo, y lo que hizo ella fue mucho mejor que lo que dejaron hacer a los demás: a Lluís Homar que se lanzó a un discurso de agradecimiento interminable justo antes de que emitieran un buen vídeo cómico con Cayetana Guillén Cuervo y Karra Elejalde advirtiendo contra los discursos interminables de agradecimiento. Llegaron tarde. Igual que llegó tarde Eva Hache a burlarse del soporífero discurso offline del presidente de la Academia, González Macho, y sus vicepresidentas. Igual que llegamos tarde a darle al botón del mando a distancia que apaga el televisor cuando sobre el escenario aparecieron el Langui, Juan Diego con cadenones falsos, Tito Valverde y Antonio Resines perpetrando un rap que puso a prueba la resistencia de nuestra vergüenza ajena. Y sí: pudimos, pero nunca volveremos a ser los mismos.

Eva Hache y sus guiones ganaban enlatados lo que perdían en directo

Quisimos tanto a Álex de la Iglesia. Una vez más. Casi tanto como cuando a Eva Hache le pusieron a leer tuits falsos, mucho menos ingeniosos que los auténticos tuits que nos acompañaron durante esas dos larguísimas horas de cine español y tortura china y gracias a los cuales pudimos soportar sobrios (o casi) el interminable desfile de discursos mal medidos en emoción, tiempo y jadeos. Suerte que Toni Garrido, voz en off de la ceremonia, se lo había preparado todo fenomenal y fue capaz de hacer atractivas cada una de las películas premiadas con una descripción impecable.

Garrido y Santiago Segura, con un discurso hilarante, gamberro y veloz, fueron lo mejor de la gala en vivo. Eva Hache, lo mejor de la gala grabada, la gala paralela que, sobre el papel del guión, era mucho más divertida y ágil de lo que resultó. Quisimos tanto a Álex de la Iglesia. Y nos pareció tan injusto que un espontáneo arruinara uno de los momentos más emotivos de la noche; cuando Isabel Coixet subió a recoger su Goya por Escuchando al juez Garzón. El espontáneo nos arruinó el gran momento y las cámaras nos arrebataron la oportunidad de verle la cara al ministro Wert, que tenía toda la pinta de estar pasándoselo pirata. Como nosotros, o ese otro señor de Anonymus que se coló en la gala casi al final. 

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