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Marte encabeza los mayores descalabros de Hollywood

El batacazo de 'John Carter' recuerda la tempestuosa relación del cine con el planeta, que ha provocado grandes fiascos

EFE / PÚBLICO.ES

El último tortazo de Disney en taquilla, la superproducción ambientada en Marte John Carter, hace imprescindible una revisión de la relación de odio que ha mantenido el planeta rojo con el cine.

Parecía que una historia salida de los textos de Edgar Rice Burroughs, creador de Tarzán, y producida con miles de efectos para triunfar en la era de las tres dimensiones no tendría problemas para triunfar en la taquilla. Sin embargo, la película ha resultado ser una mezcla esperpéntica entre Avatar, El Príncipe de Persia, Flash Gordon y La guerra de las galaxias. El héroe John Carter ha pasado a villano desde que se estrenó.

Es más, podría llegar a convertirse en el mayor fiasco de la historia de Hollywood. Disney reconoció esta semana que John Carter llegaría a perder más de 150 millones de euros. Cifras que no compensan en absoluta la inversión estratosférica que se realizó, y que alcanzó los 190 millones de euros. A lo que hay que sumar otros 100 que se destinaron a una campaña de publicidad sin precedentes.

Sin embargo, la película apenas ha recaudado hasta la fecha 41 millones de euros en EEUU, el principal mercado mundial del cine, y los 95,7 logrados en el resto del mundo apenas son un consuelo para Disney. Pero John Carter es solo la última de una serie de fracasos a la hora de llevar a la gran pantalla alguna película ambientada sobre Marte, un planeta que parece maldito para los estudios hollywoodienses.

El mismo Disney ya se la pegó en 2011 con la también alienígena Marte necesita madres. Esa cinta de animación realizada con actores reales y sensores de captura de movimiento bajo la dirección de Robert Zemeckis se rodó con un presupuesto de 114 millones de euros pero solo recaudó 29,6 millones.

La temática marciana ya había sido una decepción para Disney anteriormente con títulos como Misión a Marte (2000) o Mi marciano favorito (1999), que rindieron por debajo de las expectativas. Marte le jugó también una mala pasada a Warner en 2000 con Planeta rojo, un thriller de astronautas protagonizado por Val Kilmer que recuperó en taquilla solo 25 de los 60,8 millones de euros de presupuesto.

También de Warner fue Mars Attacks! (1996), una comedia de ciencia ficción de Tim Burton con un reparto plagado de estrellas, como Jack Nicholson, Glenn Close o Pierce Brosnan, que costó 53,2 millones de euros, sin incluir gastos promocionales, y fracasó en EEUU donde únicamente ingresó 28 millones de euros. Mars Attacks! logró en última instancia esquivar la ruina gracias a sus proyecciones internacionales, que elevaron su recaudación final a 76,7 millones de euros.

El terror de John Carpenter en Fantasmas de Marte (2001) asustó a los espectadores hasta el punto de que pocos acudieron a ver la película que obtuvo unos pírricos 10,6 millones de euros en taquilla, la mitad de su coste de producción.

Otro fracaso marciano fue Doom. La adaptación del aclamado videojuego sobre unos marines enviados al planeta rojo a investigar unos extraños eventos y que contaba con Karl Urban y Dwayne Johnson en el reparto tampoco entusiasmó.

Pero más allá de Marte, el universo y la fantasía también han aportado sonoros fracasos como Final Fantasy: The Spirits Within (2001), un filme animado para el que prestaron sus voces Alec Baldwin, Steve Buscemi y Donald Sutherland que tomó la historia de la popular saga de videojuegos Final Fantasy. La película distribuida por Sony/Columbia se tasó en 104 millones de euros y recuperó solo 64,5, lo que generó un déficit que obligó incluso a cerrar a su productora, Square Pictures.

De Disney también fue El planeta del tesoro (2002), una versión galáctica y de dibujos de la novela La isla del tesoro que dejó tras de sí un saldo de números rojos con un coste de 140 millones de dólares (106,3 millones de euros) y unos ingresos de menos de 110 millones (83,5 millones de euros).

Otros desastres taquilleros los protagonizaron Las Crónicas de Riddick, de Vin Diesel, que recaudó la mitad de los 105 millones invertidos y Campo de batalla: la Tierra, por la que John Travolta se ganó un Razzie, y que tan solo recaudó 21 millones cuando su presupuesto se elevó a 70. 

Quien también intentó sacar partido a las tramas espaciales fue Eddie Murphy, el actor detrás del proyecto Pluto Nash (2002) en el que se gastaron 76,9 millones de euros para recaudar tan solo 5,3 en taquilla. Murphy encabezó varios fiascos recientes como Meet Dave (2008) e Imagine That (2009).


Pero la lista negra de batacazos de Hollywood es mucho más amplia y abarca a todo tipo de géneros. Sin duda, es inolvidable el que sufrió La isla de las cabezas cortadas (1995), que llegó a figurar en el Libro Guinness de los Récords como el mayor desastre taquillero de todos los tiempos. La isla de las cabezas cortadas costó 74,4 millones de euros, recaudó 7,6, y llevó a la bancarrota a su productora Carolco Pictures.

Otra película que ostentó el récord por ser la película más cara hasta su época fue Waterworld, la futurista cinta protagonizada por Kevin Costner. Costó la friolera de 132 millones de euros y solo pudo recuperar en taquilla 66.

Más picante era la intención de Showgirls, la película en la que Elisabeth Berkley transformaba su personaje en Salvados por la campana en una stripper. La cinta dejó congelado al público, que hizo perder a la productora 40 millones de euros. Tampoco le salió bien la pose sensual y gatuna de Halle Berry, alenfundarse el traje de Catwoman.  Tan solo recaudó 30 millones cuando había se habían gastado 75.

Anteriormente defraudaron Ishtar (1987) de Warren Beatty y Dustin Hoffman; Inchon (1981) con Laurence Olivier o el clásico Cleopatra, una obra faraónica ganadora de cuatro premios Óscar que en 1963 costó 44 millones de dólares (33,4 millones de euros) y en su año de estreno logró ingresar en EE.UU. 26 millones (19,7 millones de euros).

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