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Carlos Bardem: "La autodestrucción del PP llevará al surgimiento de partidos neonazis"

El actor apuesta por dejar atrás los odios en 'Alacrán enamorado', la historia de rendención de un neonazi que primero fue novela y este viernes da el salto al cine

BEGOÑA PIÑA

Amanecer Dorado, el partido neonazi griego, ha sabido sacar partido a la crisis, a la miseria y el descontento de la mayoría del país. De tener una ridícula representación política ha pasado a convertirse en una relevante fuerza nacional con aspiraciones internacionales. Hoy, tal y como cuenta el periódico británico The Guardian, ha empezado a abrir sedes en países como Alemania, Australia, Canadá o Estados Unidos. En España la presencia de grupos neonazis no es tan llamativa, pero en épocas como la que vivimos, las bandas ultraderechistas reaparecen y adquieren fuerza. Ello sin contar fenómenos como el de España 2000. Una advertencia, 'esa gente siempre está ahí, nunca deja de estar', sentencia Carlos Bardem, guionista y actor de Alacrán enamorado, película que cuenta la historia de redención de un joven skin gracias a la disciplina del boxeo y al amor.

Dirigida por Santiago Zannou, ganador del Goya por El truco del manco, la película reflexiona sobre la violencia, y denuncia la xenofobia y el racismo, a través de un relato de superación y redención. Adaptación de la novela del propio Bardem, el filme está rodado sobre un guion escrito por éste junto al director. Regreso al cine español de Javier Bardem, en el papel del carismático líder nazi, Alacrán enamorado está protagonizada por Carlos Bardem, Álex González, Miguel Ángel Silvestre y Hovik Keuchkerian (campeón de los pesos pesados en 2003 y 2004).

El escritor y guionista es aquí Carlomonte, un entrenador de boxeo que arrastra un triste  pasado y que será capaz de convencer a Julián (Álex González), a través de la disciplina, el entrenamiento y el respeto al contrario, de que se puede dejar atrás el odio.

El conflicto llega cuando Luis (Miguel Ángel Silvestre), miembro del grupúsculo nazi, comprende que no puede permitirle abandonar la manada.

'No me quería morir sin interpretar a un entrenador de boxeo', dice Carlos Bardem, que tiene pendientes de estreno Diamantes negros (historia del tráfico de niños para jugar al fútbol), Crisis (que coprotagoniza con José Coronado), González (otro papel latino, esta vez el de un predicador) y Paradise Lost (la película sobre Pablo Escobar, con Benicio del Toro).

Alacrán enamorado es la historia de redención de un joven neonazi, ¿puede realmente redimirse a un nazi?

La película es la historia de la salvación de una persona, de tres en realidad, tres personajes que son mejores cuando acaba la historia que al comienzo. Pero la película tiene una vocación grande de alertar. Esa gente siempre está ahí, nunca deja de estar. En épocas de crisis como ésta, con el descrédito que vive la clase política, estas ideologías del odio renacen y se instalan en la mente de gente desesperada. Son ideologías de fácil asimilación, estupideces asimilables que descargan de responsabilidad a algunos. La culpa siempre es de otro, no tenemos trabajo por culpa de los emigrantes que han venido, las cosas van mal porque... Son discursos primarios y absurdos.

Acompañados de violencia.

La violencia de los neonazis es una herramienta al servicio de las élites, son perros de presa del poder, del dinero. Está claro quién ejerce hoy la violencia, el que saca a alguien de su casa a la fuerza y encima aporrea a los que están intentando impedirlo. Por otro lado, yo no haré apología de la violencia, pero hay tanta violencia institucionalizada y legalizada que creo que puede haber gente que recurra a ella si no encuentra otra salida.

En España los neonazis no tienen el poder que tienen en otros países de Europa, ¿usted cree que con la crisis surgirán más y con más fuerza, como en Grecia?

En España la ultraderecha no está representada de esa forma, porque es el único país donde los fascistas ganaron y no se les pidió responsabilidad. Aquí hoy, el PP, que es el partido en el Gobierno, tiene dentro a muchos ultraderechistas, a franquistas declarados. Aquí no les han condenado nunca y ahora ellos impiden las investigaciones sobre el tema. Es una anomalía que solo se da en España. Eso explica por qué no salen grupos de ese tipo, pero la autodestrucción del PP llevará al surgimiento de partidos neonazis y de opciones populistas.

¿Qué más nos queda aún por ver en España?

En España tenemos una oportunidad única ahora, que es la de conocer el futuro, solo tenemos que mirar lo que es Grecia hoy, así seremos nosotros.  Han aplicado aquí las mismas políticas que allí, porque esto no es una crisis, es una gran estafa, muy rentable además, una estafa que hace muy rica a alguna gente. Lo que quieren es más miseria y más destrucción de empleo.

¿Qué le empujó a escribir una historia así?

Escribo para intentar comprender. Me obsesionaba la idea de la violencia. Esta es una historia de superación del odio. Pero no hay un ‘happy end' tradicional, hay un chico que encuentra una forma de ser mejor.

El camino para ese personaje es el boxeo, ¿no juega en contra la idea que tiene mucha gente de este deporte?

También hay en España mucha afición de base al boxeo y mucha gente que lo practica en los gimnasios sin tener ninguna intención de combatir nunca. Además, el boxeo tiene una mitología y una capacidad metafórica que lo hacen muy atractivo para el cine.

Usted interpreta a un entrenador veterano, Carlomonte, un tipo de personaje con el que sueñan muchos actores.

Sí, yo no me quería morir sin interpretar a un entrenador de boxeo. Este personaje es el más bonito y el más complejo de todos los que he interpretado y tiene el añadido de que lo he creado yo. Carlomonte es como esa chaqueta vieja, desgastada, que es súper cómoda. En mi carrera he tenido suerte y he podido ir eligiendo mis papeles. Ahora tengo cumplidos dos sueños, uno es Carlomonte y el otro es el de un predicador evangelista que he interpretado en González. Son personajes extremos, arriesgados, que no se pueden hacer desde la comodidad, sino desde el riesgo.

¿Cómo ha sido trabajar con su hermano codo con codo?

Es mi hermano y mi mejor amigo y es, de largo, el mejor actor del mundo. Y trabajar con el mejor siempre es bueno. Javier es un virtuoso. Contar con él para la película, lo que costó porque Javier no se casa con nadie, fue muy importante para nosotros, porque nosotros no queríamos que el personaje de Solís (el líder neonazi) fuera un cliché. Él parece un tipo normal, carismático, con un discurso mesurado... y luego vemos que es un nazi. La voluntad con ello era encender la luz de alarma. Advertir del pequeño fascismo que llevamos todos dentro y del que se aprovechan estos líderes. Para nosotros, tener a Javier Bardem era fundamental.

¿Qué siente al ver que su familia se ha convertido en diana de la derecha española?

Que haya un sector de la derecha que haga de ti un blanco no es nada agradable. Pero callarse no es la solución, eso es lo que pretenden. Además sus ataques se sostienen sobre una teoría que es de una vileza moral increíble: si tienes suerte en la vida y te puedes permitir cosas que otros no pueden, tienes que olvidarte de los demás y pasarte al otro lado, al suyo. Yo no soy mi profesión, soy un ciudadano que trabajo de actor y pesa más lo que pasa en la sociedad que mi trabajo. En la vida es casi imposible devolver todo el cariño que recibimos, pero es facilísimo dejar atrás la mezquindad y el odio.

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