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Un rocanrol en la plaza de mi pueblo

El parque Celtas Cortos, inaugurado en la localidad cacereña de Salorino, es la última incorporación musical a los callejeros españoles, donde ya figuran nombres como Rosendo, Los Suaves, Enrique Urquijo, Barricada, AC/DC, A

RAY SÁNCHEZ

Longinos Escobedo tuvo la fortuna de nacer en el paraíso, y la mala suerte de abandonarlo demasiado pronto: Villanueva de la Vera, en el norte de Cáceres, es un precioso pueblo enclavado en el vergel regado por la Sierra de Gredos, donde el agua cristalina fluye hasta por los regatos de sus calles. Como media España, en los sesenta hizo las maletas buscando prosperidad en la ciudad, aunque se apeó a las puertas de Madrid, estableciéndose en la orilla de la carretera de Extremadura, por si había que volver. En Alcorcón buscó un futuro mejor para los suyos. Y no le ha ido nada mal. El salto generacional es abrumador. Si Longinos tocaba la guitarra en las humildes rondallas del pueblo, sus hijos han logrado convertirse en unas estrellas del rock.

Sôber, el grupo de Jorge y Carlos Escobedo, atesora discos de platino y conciertos multitudinarios en toda España y Latinoamérica. Méritos que no han pasado desapercibidos en el lugar de origen de la familia Escobedo, donde existe una Plaza Sôber desde el año pasado. 'Empezamos a tocar allí, porque el Ayuntamiento nos dejó un local en las antiguas escuelas, cuando éramos chavales. Íbamos a la hora de la siesta a dar por culo a los vecinos. Imagínate, pasábamos todos los fines de semana en el pueblo. Yo hasta los 16 años no vi el mar'. Así rememora Carlos, cantante y bajista del grupo, el origen rural de la banda más popular del metal alternativo español, que acudió en pleno a la inauguración de la plaza, y donde no faltó el resto de la familia. 'Mi madre estaba en primera fila, y mi padre estaba loco, porque viene de una familia de músicos, pero más regional, de los que va rondando por el pueblo durante los carnavales.'

Un parque infantil inaugurado el pasado sábado en la localidad cacereña de Salorino ha sido bautizado como Celtas Cortos, pero hasta hace un tiempo resultaba impensable que un grupo de rock mereciese una placa en el viario de cualquier ciudad española. En 1975, año de nacimiento del cantante de Sôber, los conciertos de rock todavía provocaban recelo, incluso alarma. 'La invasión de la cochambre', titulaba entonces en portada un diario burgalés para informar de la celebración en la ciudad castellana de un festival donde participaron grupos como Triana, Burning o Storm.

Una época gris que padeció el bajista Charly Domínguez, uno de los fundadores de Los Suaves. 'Yo tuve una novia y sus padres no me querían. Le decían: no vayas con ese peludo, con ese crápula'. Aquellos peligrosos melenudos (su hermano Yosi, cantante del grupo, fue policía) que formaron hace 30 años la legendaria banda gallega son ahora una autoridad en su Ourense natal. Al igual que Sôber, Los Suaves tienen una plaza. Y en pleno casco histórico de la ciudad gallega, detrás de la catedral, justo donde se encuentra el bar predilecto del grupo. Además, han recibido la Medalla de Oro de la Ciudad, una distinción reservada exclusivamente a sus vecinos más ilustres.

'Ahora debo ser un ciudadano ejemplar, tengo que cruzar por la calle respetando los semáforos. ¡Sólo nos falta hacer de rey mago!, bromea el bigotudo bajista, sarcástico cuando reflexiona sobre el cambio de percepción hacia los músicos de rock. 'Cuando vi por última vez a aquella novia que tuve, le pregunté: ¿ahora qué piensan tus padres?'.


Aunque resulte irónico, el responsable de la profusión de calles roqueras en nuestro país no ha escuchado rock en su vida. En el año 2000, José Luis Pérez Ráez era alcalde de Leganés, localidad del cinturón rojo madrileño, cuando un joven concejal le propuso dedicar una calle a los australianos AC/DC, mitos vivientes del género. 'Al principio me parecía poco serio dedicarle una calle a un grupo de rock', reconoce el político socialista.

Pero los hermanos Young, que acudieron a descubrir la placa de la primera calle con su nombre en todo el mundo, le terminaron por convencer. La imagen del guitarrista Angus saltándose el protocolo vestido de colegial y haciéndole los cuernos al regidor durante la inauguración dio la vuelta al planeta. 'Nunca habíamos tenido una rueda de prensa con tantos medios, yo me quedé sorprendido. Tuvo mucha trascendencia, salimos en los lugares más extraños. Y ha sido la única vez que mis hijos han venido conmigo a un acto oficial'.

La iniciativa tuvo tanto éxito que, ante el constante robo de las placas de la calle por fans del grupo, el Ayuntamiento de Leganés las comercializó. Y el alcalde se hizo roquero militante. Luego le dedicaría una calle al grupo heavy alemán Scorpions, famosos en todo el mundo por canciones como Wind of Change, y fue pionero en reconocer a un roquero nacional. A falta de calle en su Carabanchel natal, Rosendo Mercado también la tiene en Leganés. 'Cuando me lo dijeron, me pareció un poco disparate', recuerda con su sempiterna modestia el guitarrista madrileño. 'Es un reconocimiento puntual que, sin entrar en detalles, emociona, pero al que tampoco hay que darle más importancia de la que tiene'.

Aunque no le quite el sueño, el reconocimiento a Rosendo nunca se repetirá en su barrio, al menos mientras el antiguo líder de Leño siga vivo. El Ayuntamiento de Madrid conserva la tradición de otorgar calles tras el último suspiro, y los músicos contemporáneos que han merecido esa consideración se cuentan con los dedos de la mano. Sólo Antonio Vega y Enrique Urquijo aparecen en el callejero de la capital. Pepe Risi, fundador de Burning y fallecido en 1997, todavía no tiene un rincón que le recuerde en el barrio de La Elipa, donde nació el grupo de rock más castizo de todos los tiempos. En otro barrio de la capital, Hortaleza, sus vecinos quisieron rendir homenaje al malogrado cantante de Porretas, Roberto Mira, por haber puesto en el mapa al distrito madrileño. El PP, que gobierna el consistorio desde hace más de dos décadas, sólo aceptó que se asignara con su nombre un concurso de músicos local.

Tampoco logran ser profetas en su tierra los navarros Barricada, cuya trayectoria está vinculada desde siempre al popular barrio de La Txantrea, en Pamplona, al que escribieron la canción Barrio Conflictivo. El gobierno municipal de Unión del Pueblo Navarro (UPN) siempre se ha opuesto a otorgar esa distinción a la banda más querida de la ciudad, como demuestran diversas propuestas vecinales.

El consuelo lo han encontrado en la vecina localidad de Ansoáin, a dos pasos de su barrio, donde los Barricada figuran en el callejero, como explica su guitarrista Alfredo Piedrafita. 'Surge a iniciativa de la gente, y se pusieron de acuerdo todos los grupos del Ayuntamiento. Incluso Bildu y UPN', destaca el músico con asombro. 'Es una calle nueva, creo que no tiene más que un portal, está lindando con La Txantrea y es un reconocimiento al rock, porque Pamplona es una ciudad muy roquera. Sería bonito que tuviéramos la calle en el barrio donde me he criado, pero el Ayuntamiento dejó claro que no quiere esas historias'.

La política de ayuntamientos como el de Madrid o Pamplona, donde todavía existen calles con nombres franquistas, le recuerda al antiguo alcalde de Leganés el rechazo que encontró en la oposición cuando propuso que los endiablados autores de Highway to Hell formaran parte del entramado de la ciudad. 'Hubo gente que se indignó porque le pusiéramos una calle con las pintas que traían', relata Pérez Raéz, que prefiere calles de músicos antes que de cómplices de una dictadura. 'Hay personas que no se merecen una calle. Y claro que es mejor un grupo de rock, que lo que vende es alegría, arte y belleza'.

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