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La rebelión ha comenzado

BEGOÑA PIÑA

'Aceptad vuestro lugar', grita la ministra a la masa. Pero la 'masa', esa muchedumbre de seres harapientos, hambrientos, asustados, ya no está dispuesta a aceptar. Y de eso va todo, en realidad, de no consentir lo que un sistema injusto pretende imponer (y de no creer que ese sistema es el único posible). Bong Joon-ho, uno de los cineastas coreanos más interesantes del panorama actual, dibuja en Snowpiercer (Rompenieves) un futuro cercano negrísimo, en el que los seres humanos se devoran unos a otros y en el que los pobres se enfrentan a los ricos. Al menos en el cine, la rebelión ha comenzado y no se puede parar.

Julio de 2014. Un malogrado experimento para solucionar el calentamiento global del planeta está a punto de terminar con la vida en la Tierra. Los últimos supervivientes, habitantes de esta nueva Edad de Hielo, se amontonan quince años después en un tren de alta velocidad - el Snowpiercer (Rompenieves)-, que viaja en círculos por el mundo, en perpetuo movimiento. Los vagones de cola están ocupados por una clase explotada. Hacinados, viven con hambre y frío, sometidos y aterrorizados. Los poderosos ocupan los primeros vagones y disfrutan en ellos de todos los privilegios. Como el tren, todo se mueve siempre en círculos, hasta que Curtis, el líder de la sección de cola, decide romper la dinámica e iniciar la revolución.

Esta epopeya futurista es un auténtico disfrute para el espectador, puro entretenimiento al estilo del más eficaz blockbusterPrimera película en inglés del director de Memories of Murder, The Host y Mother, esta epopeya futurista -el proyecto más caro de la filmografía surcoreana- es un auténtico disfrute para el espectador, puro entretenimiento al estilo del más eficaz blockbuster, pero, eso sí, con un alto e indisimulado contenido social, rodado, además, con un entusiasmo contagioso y con el definitivo sello de un autor. Un reparto de mucha calidad, con John Hurt, Ed Harris, Chris Evans, Song Kang-ho, Jamie Bell y Tilda Swinton, arropa un proyecto singular que nació de un empeño también atípico.

Bong Joon-Ho encontró en una tienda de cómics la novela gráfica Le Transperceneige, de Jacques Lob, Benjamín Legrand y Jean-Marc Rochette. La leyó allí mismo de pie, de principio a fin. Nueve años después ha terminado por fin la adaptación al cine de esa obra, un auténtico flechazo para él. La idea del tren en perpetuo movimiento fue la que más llamó su atención, de hecho, prácticamente todo lo que pasa dentro de ese tren nació después en el guion, escrito por el propio cineasta junto a Kelly Masterson.

Un único espacio, un tren que nunca se detiene. 'Cientos de piezas de metal en movimiento como una serpiente viviente, transportando a personas que reptan en su interior. Me sobrecogió el corazón. Y estas personas luchando unas contra otras', explica en las notas de producción de la película Bong Joon-ho que, en esta alegoría de la supervivencia, no se ha resistido ante sus propios recuerdos de su juventud, y ha dejado que calaran el horror de la violencia y la injusticia que vivió  durante la dictadura de Chun Doo-hwan.

A pesar de su virtuoso baile entre géneros, se centra en los conflictos humanos y consigue grandes momentos de emociónRodada en su mayor parte en unos estudios de la República Checa, la película imagina una situación y la hace perfectamente creíble, es altamente contagiosa y con unas dosis de provocación perfectamente medidas -dan ganas de empezar una revolución-, es brillante en su realización cinematográfica, pero, a pesar de su virtuoso baile entre géneros, se centra en los conflictos humanos y consigue grandes momentos de emoción. Un producto bastante sorprendente que mantiene, además, el suspense desde el inicio hasta el fin, desde el comienzo en los vagones de cola hasta el mismo centro neurálgico del tren, la máquina que alimenta y mima Wilford, el todopoderoso déspota del tren.

Un empresario apasionado desde la infancia por los trenes que inventa la máquina que jamás se detiene y el sistema para que vivan en ella los últimos seres humanos del planeta. 'La represión impuesta por Wilford a gran parte de la población del tren es, obviamente, análoga con gran cantidad de situaciones en el mundo hoy en día. Escoge cualquier país: hay personas a quienes se está reprimiendo intencionadamente. Todo lo cual tiene un insinuación política que será curioso ver cómo resuena', declara el actor Ed Harris, que se mete en la piel de este personaje y protagoniza uno de los momentos más devastadores de la película. Es solo una conversación, pero con ella explica la miseria humana con tanta facilidad que está a punto de aniquilar las esperanzas no solo del protagonista, sino también del espectador.

Quedan todavía unos cuantos países en los que ver 'cómo resuena' la insinuación política a la que se refiere Ed Harris. Estrenada con mucho éxito en Corea del Sur y en otros lugares de Europa y Asia, Snowpiercer (Rompenieves) llegará a finales de junio a EE.UU., donde se ha creado una enorme expectación. Un interés que el actor escocés Ewen Bremner (Trainspotting), un padre desesperado del vagón de cola en esta ficción, explica con estas palabras: 'Esta experiencia ha sido realmente emocionante porque jamás te permitirían hacer una película como ésta en el sistema de estudios norteamericano. Los productores no la tendrían en cuenta. La verían como una blasfemia o algo así'.

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