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La gran mentira sueca, a través de las gamberradas de un centenario

BEGOÑA PIÑA

Robert Gustafsson, 'el hombre más divertido de Suecia', es Allan Karlsson, el protagonista de El abuelo que saltó por la ventana y se largó. Superventas en las librerías, el best-seller de Jonas Jonasson se ha convertido también, en manos del cómico y director Felix Herngren, en una de las películas más vistas en la historia de Suecia, por encima incluso de la adaptación de las novelas de Largsson. El éxito del filme, que llega ahora a España, demuestra, además, que los suecos, a pesar de su apariencia distante, saben reírse de ellos mismos.

Allan Karlsson ha tenido una vida apasionante, en la que ha participado directamente de los acontecimientos más importantes del siglo XX. Pero ahora, cuando va a celebrar su centenario, vive aburridísimo en una residencia de ancianos. Harto del tedio en que se ha convertido su día a día, decide largarse y huye en pantunflas por la ventana. Ahí empieza la nueva aventura de un tipo que es especialista en explosivos y que, aunque de una forma absolutamente inconsciente, va dejando un reguero de cadáveres a sus espaldas. El presente, enredado con una banda criminal, y el pasado, animado por el encuentro con grandes personajes históricos, se mezclan en esta comedia.

Karlsson ha colaborado en el desarrollo de algunos de los peores crímenes de la humanidad, pero jamás se ha dado cuenta de elloA lo largo de su vida, Karlsson ha colaborado en el desarrollo de algunos de los peores crímenes de la humanidad, pero jamás se ha dado cuenta de ello. No supo en la que estaba metiéndose cuando se hizo amigo de la mujer de Mao ni comprendió que estaba ayudando a Oppenheimer a crear la bomba atómica. Tampoco quiso que Franco le bailara unas sevillanas ni, por supuesto, que le consideraran un agente de la CIA... Es un personaje-espejo, una alegoría, desde la parodia, de la realidad histórica de Suecia. 'Aunque desde el punto de vista médico, lo que le pasa al personaje tiene un diagnóstico, en realidad Allan Karlsson es en el libro y en la película una metáfora de lo que ha sido Suecia en la historia del mundo -dice el director-. Suecia se ha pasado siglos mintiendo, diciendo que es un país neutral, y en realidad ha actuado e influido enormemente en el transcurso de la historia'.

'Allan Karlsson es en el libro y en la película una metáfora de lo que ha sido Suecia en la historia del mundo'Como su país, este hombre ha colaborado con algunos bárbaros del siglo pasado. Stalin, Franco, Reagan... le han dado la mano. Mostrar eso y hacer comedia de ello es, sin duda, uno de los grandes retos de la película. 'Si se hace una película de humor, a veces hay que hacer equilibrios, hay que acercarse a los límites. Habrá personas a las que no les gusten las escenas con Franco y con Stalin, claro', reconoce Felix Hergren, que añade: 'Se debería poder hacer humor con cualquier cosa. Aunque a veces estamos demasiado cerca de algún acontecimiento para hacer un chiste, hay que tener cierta distancia. Pero debería poder hacerse algo atrevido con cualquier cosa. Hay que atreverse. Para mí sería difícil hacer humor de una bomba en Estocolmo, al día siguiente, pero no creo que se deba decir que es un tema, como cualquier otro, que no se deba tocar'.

'Hay que romper con los moldes de la buena educación. Eso es obligado cuando se trabaja con el humor. Hoy hay que arriesgarse con la comedia. En esta película no se condena a las personas. Es verdad que el protagonista mata a algunas, pero no lo hace conscientemente, es que es un tipo que maneja bombas. Aquí, como en la realidad, las personas son buenas y malas al mismo tiempo. Eso es una cosa que se repite a lo largo de la vida', explica el director, a quien le han llovido todo tipo de críticas.

Juzgado por intentar supuestamente emular a Woody Allen en Zelig, en realidad Felix Hergren ha tirado más por la senda que abrió Forrest GumpJuzgado por intentar supuestamente emular a Woody Allen en Zelig, en realidad Felix Hergren ha tirado más por la senda que abrió Forrest Gump, aunque sin gota de edulcorante y con mucha más cantidad de humor gamberro. Y con esa combinación ha conseguido crear un personaje que es, además, una reivindicación de la vejez en la vida y en el cine. Igual que en España han sido los conocidos como ‘yayoflautas' los que, en algunas ocasiones, han movilizado al resto de los ciudadanos, en Suecia 'pasa lo mismo', sentencia Feliz Hergren. 'Los mayores están ocupando mejor su sitio en Suecia también. Es verdad que en las películas son una generación olvidada y que sus vidas personales no se cuentan, cuando, sin embargo, todos tendrían seguramente una historia fantástica para contar'.

'Esa es una parte que me gustó de la historia, que me resultó fascinante. Me gusta que se acepte tranquilamente que a pesar de tener 100 años, este es un tipo que puede ser acogido entre los jóvenes. En el mundo del cine y de la cultura, lo que está bien visto es ser joven, es muy fácil que se olviden de los mayores. Estamos todo el rato aupando lo joven, por eso esta historia tenía un atractivo especial'.

El abuelo que saltó por la ventana y se largó, por último, sirve de crítica al aburguesamiento y a la falsedad del sueño occidental. 'Trabajamos y trabajamos para ganar dinero y poder retirarnos a jugar al golf a los 75 años, pero la realidad es que nos jubilamos y nos vamos a una residencia de ancianos, donde nadie nos visita porque los amigos, además, están en otras residencias. El mundo no es solo ahora, pero...'

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