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Guillermo Francella: "Es muy difícil ser enano en este mundo"

BEGOÑA PIÑA

En España no descubrimos a Guillermo Francella hasta muy tarde, en 2009. Le conocimos, eso sí, gracias a un trabajo prodigioso, el del abogado Pablo Sandoval, un tipo alcoholizado, pero muy ingenioso y genuinamente leal (El secreto de sus ojos, de Campanella). En Argentina, sin embargo, es uno de los intérpretes más populares de los últimos decenios y ha sido, justamente, ese nivel de celebridad el que ha provocado que se levantara un provechoso alboroto alrededor de su más reciente película, Corazón de León.

Dirigida por Marcos Carnevale y con Julieta Díaz como coprotagonista, la película es una comedia con buenas intenciones y con momentos muy divertidos. En ella, Francella interpreta a un arquitecto de prestigio, un divorciado con un hijo, un individuo con encanto y mucho estilo... un hombre perfecto ¡que mide 1,37 m.! León no es un enano, simplemente es pequeño, la pituitaria le ha jugado una mala pasada. Y su personaje no es como el Tyrion Lannister que interpreta ahora Peter Dinklage en Juego de tronos. No es un hombre deforme por ningún castigo divino y no tiene dentro dosis desmesuradas de rencor ni ansias de venganza y mala leche. León es agradable, seductor incluso. Adorable. Lo cual hace mucho más fácil identificar lo absurdo de los prejuicios con los que vivimos hoy.

¿Qué pensó cuándo se vio como un hombre de 1,37 m. por primera vez?

No fue una sorpresa porque Carnevale y yo pedimos cierta seguridad a priori. Tenía miedo de lo que ocurriría cuando me empequeñecieran, así que pedimos la garantía de que los efectos cumplieran a la perfección. Si el resultado no era verosímil, si era una ‘rascada', no podíamos seguir con la película. Hicimos una prueba y cincuenta días después vimos los resultados. Era bastante satisfactorio.

Con garantía o sin ella, ha trabajado usted casi por intuición, ¿no?

Sí, en lo actoral, sí. Sabía lo difícil que iba a ser este trabajo, pero confié mucho en Carnevale y en mí mismo, porque me había gustado mucho la historia. Y no me equivoqué, con esta comedia romántica, aquí en Argentina hubo una eclosión y se generó todo un fenómeno con la prensa.

Usted en la película mide 1,37 m. ¿si le pasara en la realidad cómo cree que lo llevaría?

'Todos somos un poco enanos, porque te exigen tanto que no podemos cumplir con casi nada'¡Dios mío! ¡Díos mío! No sé qué me hubiera pasado. Es muy difícil ser diferente en este mundo. Es muy difícil ser enano en este mundo. El personaje de la película es muy valiente. Nosotros estuvimos con la Fundación Creciendo, donde hay muchos chicos y chicas con este problema, es una cosa de la pituitaria y si lo agarrás a tiempo, eres capaz de doblarle el brazo. No es una clase de enanismo. Pero, como dice Carnevale, todos somos un poco enanos, porque te exigen tanto que no podemos cumplir con casi nada.

Corazón de León es una comedia que habla sobre los prejuicios, ¿los argentinos tiene muchos o pocos?

Los argentinos somos muy muy prejuiciosos. La película pregunta si es más importante lo que diga un amigo, la familia, un vecino... que lo te diga a ti el corazón. Yo creo que generalmente gana el afecto, tu corazón. Pero la película también habla de otros mandatos y de la estética...

De la tiranía de la moda, de la belleza... ¿Vivimos en un mundo viciado por esto?

'Vivimos en un mundo atroz, viciado por la moda y por la estética'Absolutamente viciado. Vivimos en un mundo atroz, viciado por la moda y por la estética. Aquí hay muchísimos institutos de belleza para adelgazar a los que van muchas niñas. La tiranía de la estética es una cosa terrible, vomitiva, pero es algo que ya está instalado y que no lo sacas ni con agua hirviendo. En el mundo de la interpretación, en los casting, ¡importa tanto la estética! Muchísimas veces eligen la belleza antes que la capacidad, eligen a una actriz porque es bonita, pero que es ¡sosa como una papa!

Dice que en Argentina se armó mucho alboroto en los medios de comunicación...

Es que en comunicación, el cine, la cultura es una cosa vital. Hay libros que hacen que ocurran cosas, además de toda la sabiduría y el aprendizaje que consigues con la cultura... Los libros, las películas... son terapéuticos. Y sí, aquí fue muy fuerte con esta película.

Supongo que en eso tuvo que ver lo popular que usted es en su país. Aquí le descubrimos en El secreto de sus ojos, al lado de Darín. ¿Qué recuerdo tiene de ello?

Fui muy feliz en ese papel y con Campanella, al que siempre había admirado. Una satisfacción enorme. Tuve la oportunidad de componer a un personaje completamente diferente a mí. Y, luego, todo lo que ese trabajo me trajo aparejado, además del Oscar. Me hizo más popular aquí en Argentina. Fue todo muy hermoso.

Parece que estos días ha habido una pequeña polémica con su compañero en el teatro a propósito de la conveniencia o no de un actor de expresar sus opiniones...

Un actor debe opinar y si está muy comprometido con una historia o con un partido político ¿por qué no lo va a exteriorizar?Ya, pero ¡cómo no va a poder opinar un actor! Un actor debe opinar y si está muy comprometido con una historia o con un partido político ¿por qué no lo va a exteriorizar? Aunque aquí hay luego un poco de demagogia y mientras te están dando un premio te pones a hablar de unas inundaciones que hubo en no sé dónde para luego no hacer ni el carajo. Ahora, si le dedicas el premio a tu abuela, como hubo unas inundaciones y no dijiste nada, eres un desapegado... Y todo eso pasa  en un ambiente en Argentina que yo no había conocido nunca, donde o eres oficialista o eres de la oposición, es un antagonismo que jamás existió así antes. Se están perdiendo hasta amigos y eso no es bueno para nadie. En mi vida lo vi.

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