Público
Público

Presos poéticos

El Centro Penitenciario de Córdoba acoge por segundo año el taller de ‘Poesía en la cárcel' organizado por el festival Cosmopoética. Allí acudimos para conocer los versos de la prisión

PAULA CORROTO

Miedo y respeto. Son las primeras sensaciones que aparecen cuando una sabe que tiene que poner los pies en una cárcel. Pronto imagina la escena: barrotes, guardias fornidos, porras, ruidos y peleas. Encierro al fin y al cabo. Típica imagen de Hollywood.

Miércoles 9 de abril. Quedamos en el centro de Córdoba con la monitora y poeta Alejandra Vanessa, de 26 años. Conducimos varios kilómetros por la autovía que va hacia Jaén. El Centro Penitenciario se halla en medio de la nada.

Tras entregar el DNI al funcionario de la entrada de la prisión, el tópico comienza a derrumbarse. ¿Dónde están los barrotes? Los pasillos recuerdan a los de cualquier institutopúblico de clase media. Sólo hay un detalle diferente: los bancos y sillas que se apostan junto a las paredes están clavados al suelo. 'Espera un poco a ver si mequedo con tu cara', suelta uno de los funcionarios tras pasar un arco de seguridad.

Segundos más tarde llegamos al centro sociocultural que se encuentra dentro del recinto y comienzan a aparecer los internos. En el taller, que comenzó en enero, hay apuntadas quince personas, pero según cuenta Alejandra, 'fijos suelen ser nueve'. Entre ellos, tres mujeres. La edad media ronda los 40. Siempre puntuales a esta cita de los lunes y los miércoles que dura dos horas. 'Necesarias para evadirnos', apostilla sin rubor Francisco, un hombre bien adecentado, que podría dar el pego como profesor universitario.

Alejandra comienza la clase pidiendo la tarea del día anterior. Algunos no la han hecho y ponen excusas, como Wilson, un colombiano con perilla, que tiene una condena por un delito contra la salud pública por tráfico de drogas. Wilson admite que, a pesar de la pereza, le gusta mucho escribir. De hecho, hace unos días presentó una carta de amor a un concurso de radio. A su lado, Manuel, 42 años, ojos claros y enormes manos 'que no solo matan, sino que también hacen obras de arte', sonríe.

'Vamos a seguir con los recursos literarios', afirma Alejandra. Es la tarea que realizan desde que comenzó el taller: mucha teoría literaria. Los internos abren sus cuadernos y miran a la pizarra. De repente, algún chascarrillo: 'No te pases que sé dónde vives', dice un interno.

Aliteración. El ejemplo, un verso de Garcilaso de la Vega. Le seguirá otro poeta: Fray Antonio de Guevara, y otros dos conceptos: Similicadencia e Ironía. 'Este último te lo dedico a ti, Francisco', le dice Alejandra. El motivo es que los internos ya saben con qué poesía se sienten más identificados, y Francisco es el sarcástico. Un Quevedo en ciernes. Toca el turno para la lectura de los poemas que los internos se han preparado. Sale Sonia, una joven sonriente que lleva ya dos años y medio en prisión por maltrato infantil. Tiene 32 años y se confiesa apasionada de Antonio Gala y de Alberti.

Sonia recita muy embalada y comenta los recursos que ha utilizado en su poema: anadiplosis, anáfora, asíndeton, epanadiplosis... Entre todos debaten lo que les ha gustado y lo que no. Y ahí se comprueba que no son ningunos recién llegados al mundo poético. La propia Alejandra se dio cuenta el día que les pidió sus poetas favoritos. 'Me sorprendieron porque muchos habían leído a Machado, Lorca, Cernuda, Alberti, Rubén Darío, Benedetti y Gioconda Belli', afirma.

A Sonia le siguen Wilson y Francisco. Todos juegan con el verso libre, controlan bien eso de la rima asonante y consonante. Versos cortos para decir sobre todo lo que sienten. En su mayoría, agradecimiento profundo al curso de poesía. El propio Francisco, que ha creado un poema utilizando todos los recursos literarios aprendidos en estas semanas, sostiene que 'este taller debería durar todo el año'.

Es todo un éxito, y Alejandra sabe por qué. Tras participar el año pasado en esta experiencia impulsada por la Oficina de Capitalidad del consistorio cordobés y la asociación Cic-Batá, reconoce que 'aquí los sentimientos están a flor de piel. La poesía toca fibras, recuerdos a los que no llega otro género'. Y es eso: la poesía duele y tras el dolor uno puede relajarse porque suelta lastre. Y en una prisión hay demasiado que soltar.

Se acaba la clase. La despedida. Se quedan los versos, los poemas. 'Nos vemos fuera'. Un tópico demasiado real. Pasamos por delante del funcionario guasón. Y mira. Sí, se ha quedado con nuestras caras. Salimos a la calle.

Poeta y monitora del taller

¿Por qué le eligieron para dar este taller?

Pertenezco a la asociación de La Bella Varsovia, que organiza muchos encuentros poéticos. Colaboramos con la Oficina de Capitalidad, y ellos me lo propusieron ya el año pasado.

¿Cómo se prepara las clases?

Al principio no sabía el nivel que tenían los presos, por lo que empecé por lo básico: ¿qué es un verso? Pero pronto me di cuenta de que son grandes lectores y escritores.

¿De qué escribenlos presos?

Sobre todo de amor y de libertad. Para ellos este taller es un desahogo, una forma de sacar sus sentimientos. Con los poemas salen un poco de la prisión.

¿Con qué disfrutan más?

Con la visita de los poetas. Ya han venido Matías Llorente, Julián Cañizares y Antonio R. López, entre otros. El día 18 tenemos la clausura del taller y vendrán Luis Antonio de Villena, Ignacio Elguero,Jorge Riechmann y ReinaMaría Rodríguez.

¿Participan mucholos internos en la clase?

Eso depende de cada persona, pero en general sí. Tenemos el concepto de que todo aquél que está en la cárcel es un analfabeto, que no tiene estudios. Pero no todo el que está aquí es así. Hay muchos con carreras universitarias.

¿Qué ha significado este taller para usted?

Para mí no son presos, sino alumnos. Creo que el ambiente que se respira es muy bonito. Todos ellos me han enseñado mucho como profesional ycomo persona. No justifico el motivo por el que estánaquí, pero al menos sí lo intento comprender. 

 

Cumple una pena preventiva por delito contra la salud pública

Daper nació en Pereira, una región de Colombia, hace 40 años. Hasta su llegada a España, hace dos años, este licenciado en Educación Social y con una Gerencia para la Administración Pública había trabajado en el parlamento colombiano y con diferentes ONG. Después todo
se torció. Una maleta llena de cocaína aparecida en el lugar más inadecuado, dio al traste con sus sueños.

Pero desde que está en la cárcel cordobesa, donde ya lleva siete meses, Daper no ha dejado de buscar sonrisas. Es lo que hace en el taller de poesía, el cual le sirve “para salir corriendo de la prisión”. Para evadirse. La lectura también le produce esa sensación. Sobre todo la obra de Gabriel García Márquez, Pablo Neruda y del fabulista colombiano Rafael Pombo. Sin olvidar el teatro, que adora y que estudió hace años en Cuba. Ahora aprovecha para impartir en la cárcel su propio taller de máscaras. 

 

Cumple una condena por homicidio. Saldrá de prisión en 2014

El sevillano Manuel, de 42 años, lleva casi toda su vida en la cárcel. “Con 15 años me llamaban el niño del traje”, dice. Mucha mano larga. Y es que Manuel es el paradigma del buscavidas; con buena y mala fortuna. De hecho la última vez salió rana. Le cayeron veinte años por asesinato.

Sin embargo, Manuel, cuyos enormes ojos azules todavía reflejan cierta picaresca y timidez, también tiene otra cara: la del lector y escritor empedernido. “En 1993 publiqué algunas cosas en revistas penitenciarias. Y en 1998 recibí el tercer premio de la Merced en Narrativa”.

Entre sus lecturas favoritas destacan las novelas de Vázquez Figueroa, la poesía de Luis Cernuda y los best-seller de Ken Follet. Manuel saldrá de prisión en 2014. De momento, ya puede salir dos días a la semana por la tarde. El resto del tiempose va en trabajos de manualidades y en la limpieza del centro socio-cultural donde se celebra el taller de poesía. 

 

Cumple una condena de cinco años por maltrato infantil

Sonia nació en un pueblecito de los Pirineos, pero a los 3 años llegó a Córdoba. Allí ha pasado toda su vida menos los últimos dos años y medio que lleva en la cárcel. Y todavía le queda la mitad de la condena. Un calvario, ya que ella sigue defendiendo su inocencia. Le acusaron de maltratar a sus hijas, de 4 y 3 años, pero ella siempre lo negó.

Para no pensar demasiado en este episodio de su vida, intenta ocupar el tiempo en los talleres de la cárcel. De todos ellos, se queda con el de poesía, “porque me encanta leer, sobre todo las Rimas y Leyendas de Bécquer. También me gustan mucho Antonio Gala y Alberti”, confiesa.

Otra de sus pasiones es la escritura. “Ya he ganado algún premio de novela corta. Escribo de todo, desde ciencia ficción a historias de amor”, afirma. El resto de las horas las ocupa en el estudio de Educación Social a través de la UNED y en clases de flamenco y sevillanas. 

 

¿Te ha resultado interesante esta noticia?