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El actor británico Ian McKellen recibe el Premio Donostia

CARLOS PRIETO

Por una de esas paradojas propias de la cultura popular, el veterano actor británico Ian McKellen, curtido en los personajes más complejos de Shakespeare, no se ha hecho popular por su implacable persecución del fantasma del padre de Hamlet, sino por haber encarnado a un mago de barbas blancas llamado Gandalf en El señor de los anillos (Peter Jackson, 2001), algo que no parece importarle demasiado, a juzgar por la frenética manera con la que firmó autógrafos a su llegada al Festival de San Sebastián.

Entre el grupo de adolescentes rotos en mil pedazos que recibieron al actor, había sitio incluso para tres rubias con el siguiente cartel: 'You pick me or not pick me. This is the question' ('Me escoges o no me escoges, esa es la cuestión'), hilarante guiño pop que resume con una precisión escalofriante las dos caras de la carrera de McKellen, protagonista de películas de autor, como Dioses y monstruos (Bill Condon, 1998), y de superproducciones de acción, como X-Men (Bryan Singer, 2000).

El caso es que el actor recibió ayer el Premio Donostia 2009 como homenaje a su heterodoxa línea artística. 'El concepto de estrella me es un poco ajeno', dijo durante su encuentro con la prensa. 'Además soy bastante modesto respecto a mi aportación real a los proyectos', añadió.

¿Algún rol al que tenga especial aprecio? 'El último siempre. Además los personajes no se tienen envidia entre sí', respondió. Respecto al popularísimo Gandalf,

McKellen no tuvo más que buenas palabras hacia el venerable anciano: 'Soy muy afortunado por haber podido interpretar a un hombre tan noble'. Ahí queda eso.

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