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Adiós al indomable

Dennis Hopper fallece a los 74 años a causa de un cáncer de próstata. Fue icono de la rebeldía y la contracultura gracias a 'Easy Rider', un actor marcado por el consumo de drogas y con una carrera convulsa y repleta

SARA BRITO

Hace apenas dos meses, el pasado 26 de marzo, Dennis Hopper recibía la estrella número 2.403 en el Paseo de la Fama de Hollywood. Delgado, visiblemente debilitado y con una boina que disimulaba los efectos de la quimioterapia, el gran rebelde del cine estadounidense se rodeaba de amigos como Jack Nicholson, Wim Wenders o David Lynch, y se reafirmaba en lo que había dicho un mes antes: volvería a trabajar si la quimioterapia resultaba . Pero no sucedió. El actor que será recordado por haber escrito, dirigido y protagonizado ese icono de la contracultura americana que es Easy Rider (1969), murió ayer, a los 74 años, en su casa de Venice (Los Ángeles), después de haber luchado durante meses contra un cáncer de próstata.

Muchas fueron las leyendas que rodearon a quien interpretó al fotógrafo maniaco varado en el campamento de Kurtz en Apocalypse Now (1979). Que si en una época llegó a consumir 30 cervezas y tres gramos de cocaína al día para mantenerse en pie, que si intentó colgarse del ala de un avión en movimiento, que si en pleno rodaje en México acabó corriendo desnudo en la selva totalmente enloquecido.

'Nunca he estado en una película de las que te hacen sentir bien', afirmó

Pero Hopper, además de uno de los más destacados actores secundarios del cine americano y de haber dejado papeles memorables en Terciopelo azul (David Lynch, 1986) y El amigo americano (Wim Wenders, 1977), fue también pintor y fotógrafo, así como un coleccionista de arte de buen olfato, que acumuló obras y amistades del star system del pop art: de Andy Warhol a Oldenburg.

Hopper nació en Kansas el 17 de mayo de 1936, pero a los 13 años se trasladó con su familia a San Diego. Pronto se interesó por la actuación y empezó su formación en la célebre Actor's Studio de Nueva York, que dirigía Lee Strasberg. Sus primeros papeles fueron en la televisión, medio que le sería fiel hasta el final: había trabajado recientemente en la adaptación televisiva de Crash, de Paul Haggis.

En el cine, debutó en Rebelde sin causa (Nicholas Ray, 1955), junto a James Dean, a quien le unió una amistad que marcó su carácter indómito. Con Dean, poco antes de su muerte, coincidió otra vez en Gigante (George Stevens, 1956). Su mala reputación empezó a forjarse bajo la dirección del veterano Henry Hathaway en Del infierno a Texas (1958), western en el que el carácter del actor y su formación bajo el método Stanislavski chocó con el director.

Su carrera estuvo repleta de lo que los americanos llaman ups & downs'

Después de aquello, Hopper se refugió en la televisión y en su afición a la pintura. Su vuelta al cine, después de papeles en La leyenda del indomable (Stuart Rosenberg, 1967) o Cometieron dos errores (Ted Post, 1967), constituye un capítulo de insurrección lisérgica que marcó a Hollywood de forma profunda.

Fue Henry Fonda quien en plena borrachera y colocón de marihuana llamó a Hopper para proponerle una película donde ambos escribieran y actuaran y donde Hopper dirigiera. La idea de dos moteros haciendo un viaje a través de América fue cosa de Hopper. Ambos se pusieron manos a la obra. Junto a otra figura de la contracultura americana, Terry Southern, escribieron un guión que capturaría el espíritu insurrecto y las tensiones de una América marcada por los beats, el amor libre y Vietnam.

Hopper dijo sobre Easy Rider: 'Nadie se había visto a sí mismo retratado en una película. En cada rincón del país, la gente estaba fumando marihuana y echándose LSD, mientras el público seguía viendo a Doris Day y Rock Hudson'. Easy Rider lo cambió todo.

'Hopper fue catapultado al panteón de las celebridades de la contracultura'

La película, que costó 360.000 dólares, recaudó cien veces más de su presupuesto. Fue una torta en la cara de un Hollywood dominado todavía por dinosaurios. Junto al éxito de Bonnie & Clyde y El graduado, influenciados por la nouvelle vague, sería el golpe de gracia para la entrada de una jauría de jóvenes talentos con ganas de coger las riendas de la meca del cine.

Después de Easy Rider, 'Hopper fue catapultado al panteón de las celebridades de la contracultura junto a John Lennon, Abbie Hoffman y Timothy Leary', escribía Peter Biskind en su libro Moteros tranquilos, toros salvajes.

En efecto, aquella fama encumbró a Hopper, que ganó la Cámara de Oro en Cannes de 1969, pero también le aceleró en un arrebatado consumo de drogas que lo convertiría en un maldito. En 1971, en pleno subidón de Easy Rider y otros manjares, dirigió The Last Movie, que acabaría convirtiéndose en un fracaso pasado por sustancias psicotrópicas.

Su carrera estuvo repleta de lo que los americanos llaman ups & downs (subidas y bajadas). Después de un periodo oscuro, sólo interrumpido por papeles notables en El amigo americano, Apocalypse Now, y más tarde en Rumble Fish (1983), Hopper regresó con interpretaciones que le otorgarían respeto. Lynchle brindó el que consideró siempre su mejor papel: el del villano Frank Booth de Terciopelo azul (1986).

En 2002, recibió el premio Donostia del Festival de San Sebastián a su carrera

Su interpretación en Hoosiers (David Anspaugh, 1986) le dio su única nominación al Oscar como actor. No lo ganó. Su fama nunca sería respaldada por la Academia de Hollywood. Como él reconoció: 'Nunca he estado en una de esas películas que te hacen sentir bien'. Ahora bien, a partir de los noventa mantuvo un ritmo de trabajo, si no brillante, sí continuado y respetable: Speed, Basquiat, Palermo Shooting o Elegy, de Isabel Coixet, entre sus títulos. En 2002, recibió el premio Donostia del Festival de San Sebastián a su carrera.

En su último año de vida, además del anuncio del cáncer, saltó a la primera plana más por su siempre agitada vida personal (se casó cuatro veces) que por sus méritos en la pantalla. El divorcio de su mujer Virginia Duffy y las tensas negociaciones, tribunales mediante, contaban más que el último papel en The Last Film Festival, una comedia cuyo título recuerda a aquellos locos años de The Last Movie. Hopper quedará como el indomable que agitó los cimientos del viejo Hollywood.

PODER ALUCINÓGENO
La idea
El concepto de una película de moteros camellos no podía ser más alucinógena.  La tuvo Hopper después de que Peter Fonda, hasta arriba de cervezas y marihuana en una habitación de un motel de Toronto lo llamara a altas horas de la noche. Hopper aceptó el papel de Billy,  además de la dirección y producción.

CAMEOS
El cásting
Al principio, Hopper no quería contratar al todavía desconocido Jack Nicholson como el abogado alcohólico, ya que él prefería a un actor que tuviera acento de Texas. Al tipo que dispara a los personajes lo contrató Hopper tras encontrárselo en una gasolinera. Por otro lado, el productor musical Phil Spector, que en la actualidad está en la cárcel condenado por asesinato, hizo un pequeño cameo como comprador de cocaína.

COMUNAS HIPPIES
Localizaciones
No fue fácil encontrar las localizaciones de las comunas hippies, ya que la de New Buffalo, en la primera que se había pensado, se negó a grabar imágenes. Finalmente, la comuna fue recreada cerca de Santa Mónica.

PROBLEMAS
Ni se hablaban
Las discusiones fueron continuas durante toda la producción. Una de ellas tuvo relación con el guión, escrito entre Fonda, Hopper y el escritor Terry Southern, ya que no se pusieron de acuerdo sobre quién era el responsable final de la película. El reparto de las ganancias del filme también generó problemas. Hopper y Fonda comenzaron la película como amigos y terminaron sin hablarse.

MARIHUANA
Droga real
La marihuana que fuman los personajes de la película era real. Y era de tan alta calidad para que así el efecto fuera casi instantáneo.

LA BANDA SONORA
Psicodelia
Con esta película se produjo un hecho inaudito en la historia del rock: todos los músicos que participan en la banda sonora cedieron sus derechos. Entre las bandas y cantantes que participaron están Jimmy Hendrix, The Birds, Steppenwolf y Bob Dylan. Este último escribió los primeros versos de ‘Ballad of Easy Rider’ que fue completada e interpretada por Roger McGuinn.

ROBOS
Las motos
Durante el rodaje se utilizaron cuatro Harleys que habían sido motos de policía. Tras una de las últimas fiestas, les habían robado tres motos y aún les faltaba rodar la escena de la hoguera. Esa es una de las razones por las que las motos no aparecen en la escena final del filme. 

 

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