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Al abordaje de los kioscos

Ediciones B recupera los clásicos ilustrados de los años 70, un homenaje a las historias de aventuras de la casa Bruguera

PAULA CORROTO

Hubo un tiempo en que el kiosco era el principal benefactor de las lecturas del vulgo. Aparte del paquete de pipas o los chicles cheiwn, el kiosquero te ofrecía los tebeos y esas novelitas que algún moderno denominó pulp. Entre ellas, aparte de El llanero solitario, La Mosca o las de Silver Kane, también estaban los clásicos de Bruguera, esa editorial que, con permiso de Arlequín, monopolizó la literatura pop -de popular- durante la segunda mitad del siglo pasado.

Ahora estas clásicos ilustrados -Salgari, Verne, Herman Melville- vuelven a las librerías. La culpable: Marta Rossich, una joven de 28 años que tras fichar por Ediciones B (la editorial que absorbió a Bruguera cuando esta fue comprada por el Grupo Z en los ochenta), y conocer todo su archivo, decidió rescatarlas.

'Cuando descubrí estos lomitos aluciné y recordé que había muchos de estos libros en casa de mis abuelos. Además, me parecía todo un homenaje a la escuela Bruguera, donde hubo gente que trabajó muchísimo y desde muy joven', cuenta Rossich.

Lenguaje ‘demodé'

Los tomos que ahora han salido a la calle forman parte de dos colecciones: Historias Selección, que aparecieron por primera vez a mediados de los 50; y Joyas Literarias Juveniles, las cuales se vendían como cuadernos de 30 páginas desde los años setenta hasta mediados de los ochenta.
'¡Zafarrancho de combate! ¡Nos persiguen los piratas! ¡El tigre de Malasia va en uno de esos praos!'. Esta es la conversación que aparece en una de las viñetas de Sandokán. Porque estas novelas si algo recuperan también es un lenguaje demodé: ¡Adelante mis valientes! . Pura aventura.

Marta Rossich también reconoce que la vuelta de este formato se ha realizado aprovechando el tirón de la novela gráfica. Por eso, tampoco descartan reeditar otras colecciones de Bruguera como Club del Misterio. 'Esta sí que es pulp ', afirma Rossich.

Los nostálgicos tienen en esta reedición una oportunidad para recrearse en el pretérito. Y los contemporáneos, para practicar la moda decadente. Pura tendencia.

María Pascual: «En quince días tenía listo todo el libro»

Ilustradora de Bruguera, es la autora de los dibujos del clásico ‘Sissi’

Vive en el barrio de San Gervasio, en Barcelona, y su acento denota su procedencia de la burguesía catalana. Sin embargo, María Pascual (1933), también supo lo que era bregar en la industria editorial. Y desde que tenía 12 años. “Yo era una niña de la posguerra que se pasaba todo el día dibujando en casa. Un día me ofrecieron que dibujara las ilustraciones de una historia y tuvieron mucho éxito. Así empecé poco a poco en trabajar para editoriales”, rememora para Público. Primero fue Toray y a mediados de los setenta, Bruguera, para quien hizo las ilustraciones del clásico de Sissi. En aquella época también trabajaba para Susaeta.
“Era un trabajo difícil porque si tienes prisa, no te sale, y cuando no hay tanta premura, te sale enseguida. De todas formas, yo era muy atropellada. En 15 días tenía listo el libro”, cuenta esta ilustradora, quien afirma respetar mucho el dibujo: “Me gustaba dibujar donde menos guión había. De hecho, no situaba los bocadillos delante de la cara o las manos”.
Jubilada desde hace años, comenta que todavía sigue leyendo cómics y novelas gráficas. La última, Kiki de Montparnasse. 

 

Marcos Álvarez: «Estos dibujos nos han acercado al cómic actual»

Madrileño de 34 años, fue un lector empedernido de los clásicos ilustrados  

“Recuerdo que me regalaron algunos tomos en mi cumpleaños. Debía tener unos 7 años y me gustaban mucho, sobre todo por las ilustraciones”. Así cuenta el hoy empresario Marcos Álvarez sus primeros contactos con las novelas de Salgari y Julio Verne a finales de los setenta.


Entre las anécdotas que aparecen por su mente, destaca la impresión que le produjeron los dibujos de Genoveva de Brabante: “Creo que era de los primeros de la colección y debía pertenecer a mi hermana mayor, Blanca. En las ilustraciones aparecía una mujer que para mí, que no tenía ni 10 años, era muy sensual”, señala.

Marcos, que en la actualidad se confiesa fan de las novelas gráficas como Sin City, recuerda cómo en aquella década convivían las lecturas de estos clásicos ilustrados con “esos cómics procedentes del franquismo que aún se editaban, como El Capitán Trueno. Después ya vinieron los superhéroes de la Marvel, y mucho más entrados los ochenta, Makoki, el fanzine más alucinante de la época”.No se atreve a decir que estos clásicos sean hoy el precedente de la novela gráfica, pero “sí que han acercado al lector al cómic actual”. 

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