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Alberto García-Alix: “Me alimento de mis emociones para fotografiar”

El fotógrafo expone hasta el próximo 10 de abril en La Principal de Tabacalera de Madrid 'Un horizonte falso', un ensayo fotográfico "más abstracto y menos naturalista que nunca".

Autorretrato de Alberto García-Alix.

MADRID.- Cuando tenía 19 años pidió a sus padres su primera cámara. Quería fotografiar motos, aunque reconoce que su objetivo era dedicarse al cine. “Como no pude y tenía una cámara de fotos, me dio por la fotografía”.

“Me alimento de mis emociones para fotografiar”, explica García-Alix a Público. Unas emociones que el fotógrafo ha plasmado en blanco y negro durante casi cuatro décadas, y que han dejado más de veinte libros y un Premio Nacional de Fotografía (1999) a sus espaldas. Aún, y hasta el próximo 10 de abril, es posible conocer en La Principal de Tabacalera de Madrid el nuevo trabajo del fotógrafo Un horizonte falso. Un trabajo que realizó para la Maison Européenne de la Photographie y que llegó a Madrid con fotografías nuevas y un trabajo audiovisual de la muestra narrado por el propio García-Alix.

García-Alix describe Un horizonte falso como un ensayo fotográfico, un trabajo que toca los retratos, las motos y otros elementos comunes a lo largo de su carrera, pero de una forma más abstracta y menos naturalista.

Alberto García-Alix

“En Un horizonte falso hay un trabajo nuevo sobre la moto, pero no son fotos de motos como tal, sino que juego con una metáfora visual a través de las sombras, a través de la posición de cámara. Juego con la idea de la moto en una especie de metáfora sobre ella”.

Se trata de una fotografía con mucha más carga metafísica y mucha más abstracción en las imágenes. Un “cambio muy marcado” que forma parte de una evolución evidente y constante en su trayectoria y que empezó en París hace una década.“No es una fotografía tan naturalista como era antes.

Una nueva etapa en la carrera de García-Alix que es, según opina el propio fotógrafo, la más interesante de su trayectoria. “Es cuando he sedimentado todos los conocimientos y todas las pulsiones creativas y fotográficas en mi cabeza. En este momento es cuando soy más libre en la mirada”.

“No doy prioridad a la técnica. Doy prioridad al monólogo que se establece entre la cámara y lo que miro”

“Cuando empecé a hacer fotos miraba hacia afuera. Ahora lo que miro vuelve adentro. Y produce una reverberación, un monólogo. Es ahí donde se produce la pulsión fotográfica en mí”, explicado García-Alix y reconoce que la técnica en su obra es secundaria. “No doy prioridad a la técnica. Doy prioridad al monólogo que se establece entre la cámara y lo que miro”.

A pesar de su evolución, la obra de García-Alix sigue en línea con un estilo “muy marcado” que el fotógrafo ha construido a lo largo de su carrera a través del blanco y negro y el formato analógico. Algo que no siempre fue así, ya que en los años 80 y 90 realizó fotografías en color, aunque reconoce que “fue en el blanco y negro donde encontré mi mayor expresividad”.

García-Alix admite que nunca ha fotografiado en formato digital, al menos hasta ahora: “me han dejado una cámara digital para que la pruebe y lo voy a hacer”. El fotógrafo se define como un “permanente insatisfecho” por lo que en digital, explica, “siempre estaría preocupado en corregir”.

“Mi fe en la fotografía se alimenta de la plata del analógico. Lo necesito. Necesito ese tiempo entre que tiro una foto y la revelo, y veo el contacto, lo que hay”, explica el fotógrafo. “Cuando cojo una cámara analógica es cuando realmente comienza la profesión”.

Alberto García-Alix

'Dolor derretido en plomo'. Alberto García-Alix

Aunque García-Alix tiene un móvil con cámara, reconoce que no la usa. “La fotografía para mí es otra cosa”. Sin embargo, cree que el móvil puede convertirse en una herramienta fotográfica interesante: “Aquel que utiliza la cámara del móvil de una manera consciente y la aprovecha, es fotógrafo. El que lo usa para hacer un selfie, no”.

Un fenómeno, el selfie, que, como el retoque, forma parte del “capitalismo de la imagen” y que tiene sus virtudes y sus defectos. Una de ellos, afirma, es la falsificación de las emociones a través del retoque: “No hay una foto que no sea retocada. Eso produce una gran falsificación de las emociones del fotógrafo y también de las emociones del receptor”.

“Vivimos en los tiempos donde la corrección política es obligada. Eso sí es censura”

A lo largo de su carrera, Alberto García-Alix ha fotografiado el sexo, la droga o la muerte. Una obra que nunca se ha enfrentado a la censura de forma directa, aunque el fotógrafo reconoce que, en realidad, “siempre la hay y hoy más que nunca”.

“Vivimos un momento de acoso y derribo de cualquier idea progresista y de cambio”

“Hoy en día, la censura es autocensura. Las fotos que hacía de cuerpos desnudos en los años 90 hoy serían muy difícil de colocar. Por tanto, no te censura nadie, te censuras tú porque sabes que esas imágenes no tienen salida hoy en día”.

Una autocensura que va de la mano con un retroceso de la libertad, “vivimos un momento de acoso y derribo de cualquier idea progresista y de cambio”. Un momento al que, opina, es necesario poner término.

“El mundo se ha vuelto políticamente correcto. Antes no lo era, era más transgresor, más provocativo. Hoy en día la provocación y la transgresión están mal vistas. Vivimos en los tiempos donde la corrección política es obligada. Ahora decir lo que uno piensa realmente está mal visto. Eso sí que es censura”.

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