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América rediseñada

Una exposición reinterpreta con sarcasmo dos siglos de historia
latinoamericana a partir de las obras de más de 100 artistas

BRAULIO GARCÍA JAÉN

'Imaginen coger recortes oficiales de miles de fuentes de estos 200 años de historia latinoamericana y meterlos dentro de una licuadora, agregando una pizca de interpretación sediciosa, un fuera de foco inquietante y dar al botón más potente...'. El resultado es una explosión de iconos tuneados, paneles, vídeos, ilustraciones, skates y fotomontajes sobre paredes coloreadas que proponen un divertido viaje a través de dos siglos de imágenes, objetos e independencia.

La exposición 200 años re-diseñados, inaugurada esta semana en Casa América y que podrá visitarse hasta el 27 de febrero de 2011, propone una reinterpretación ácida del bicentenario de las independencias alejado del discurso oficial y con imaginación crítica. Una América Latina revisitada por muchos de sus mejores ilustradores, diseñadores gráficos y artistas visuales, aunque no todos son latinoamericanos: Liniers, Patrick Thomas, Bianki o Empieza Estudio. También hay españoles, franceses o ingleses. 'Nos interesaba mucho la mirada que todos ellos tenían de nuestro continente', según aclara Rapa Carballo, uno de los comisarios de la muestra.

El viaje que proponen los comisarios -además de Rapa, sus hermanas Andrea y Sole Carballo, y Gustavo Álvarez Nuñez (GAN para el público)-, es también mordaz: los espectadores no serán los mismos a la salida. 'Hemos hecho una investigación muy rigurosa, durante cuatro años para contar historias veraces, pero pasadas por el tamiz de más de cien artistas', explica Rapa Carballo, director de arte de Público. 'Es la historia del bicentenario pero desde un punto de vista sarcástico', añade.

La crítica, sin embargo, también devuelve esa mirada a la metrópoli poniéndonos delante del espejo. Una fotocopiadora en una sala empapelada con toda la parafernalia burocrática que exige España para regularizar a los inmigrantes, por ejemplo, invita a los espectadores a fotocopiarse a sí mismos (o sus documentos, al menos), como brindando la posibilidad de experimentar esa exposición a la que muchos inmigrantes se ven obligados por el alargado pasillo de la 'integración'.

Y como si se invirtiera también lo peor de la burocracia, en 200 años re-diseñados, la letra pequeña no sirve para engañar, sino todo lo contrario. Los breves e incisivos textos que acompañan a las obras expuestas añade esa 'pizca sediciosa' a la reinterpretación que dobla el interés de la muestra. La imagen del Che Guevara, su silueta sombreada únicamente con el logotipo en negro de decenas de marcas sobre fondo azul, se apoya en un comentario a contrapié sobre la historia de la foto y su autor: 'Cómo hacer la foto del siglo y no ver un mango'. Alberto Díaz, Korda, apenas consiguió arrancar 60.000 dólares a Smirnoff por usar esa imagen... ¡en el año 2000! Murió un año después.

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