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En ARCO, con un zombi y muy mala baba

Empieza la carrera y los artistas emergentes hacen más ruido que nadie

PEIO H. RIAÑO

Ya está vendida. Eugenio Merino nunca ha sido de los más rápidos en la Feria, pero sí de los que más venden. Sus piezas arrasan porque siempre son de las más llamativas. No se ha vuelto nunca con ellas a casa, ni siquiera con aquel Bart Simpson con tez tostada que en realidad era un niño somalí muerto de hambre y te pedía una limosna.

Este año ha llegado con esto: Fidel Castro hecho un zombi. “Todo el mundo en foros, en periódicos le llamaba zombi y pensé cómo no se le había ocurrido a nadie”, cuenta Merino para explicar cómo llegó la ocurrencia. Pero lo más difícil fue encontrar el chándal, porque el que usa el verdadero Fidel no se comercializa. Aún así, en la espalda aparece una estrella gigante acompañada de “Cuba”.

Su galerista parecía contento. Había conseguido vender la pieza a un coleccionista privado por 24.000 euros nada más empezar la mañana. Y eso que la pieza no está colocada en el lugar que más se ve del stand.

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Hay partes que están trabajadas a molde y otras a mano. Sobre todo ese plástico y esa materia trabaja el aerógrafo. El peligro es caer en la falla, en el ninot. De todas maneras, Eugenio reconoce su necesidad de levantar un poco de ampolla entre todos esos pasillos. “Lo importante de la obra es que siga viva después de la Feria. Arco siempre es lo mismo y realmente esta pieza destaca del resto porque la gente no se atreve a traer piezas así, espectaculares. Todos van a la venta asegurada”, explica el artista con vehemencia contenida.

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