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Un 'asalto' urbano de pintura y grafiti

MARIMAR CABRERA

Viviendas abandonadas y edificios del siglo XIX mudan la piel y se visten con modernos grafitis de artistas internacionales. Murales surrealistas de jóvenes promesas de la figuración decoran las fachadas de antiguos hoteles y viejos almacenes en solares vacíos. Por el casco histórico de Zaragoza pasean arañas rojas de seis metros, tiernos osos de cuento, bosques de colores, ciervos aficionados a la lectura, mosaicos imposibles y geometrías mareantes de los ilustradores y dibujantes más reconocidos del mundo. No es un combate de boxeo pero también se juega en asaltos. Es la novena edición del Festival Internacional de Arte Urbano.

Paredes de hasta treinta metros de altura y un grafiti para la eternidad son los reclamos perfectos para que un artista diga 'sí' a participar en el noveno 'Asalto', una muestra de arte urbano contemporáneo y guerrillero que perdura en la piel de la ciudad. Un centenar de artistas -griegos, alemanes, franceses, mejicanos, peruanos, italianos, españoles- han pintado ya 65 murales de gran formato en el centro de Zaragoza, seis de ellos en esta última edición. Entre los autores, Blu, Roa, Fixe o Nano4814, dibujantes de obras que también decoran las paredes de la Tate Modern de Londres, el MOCA de Los Ángeles o la feria ARCO de Madrid.

Los artistas trabajan abiertos a las sugerencias de vecinos y viandantes

El formato es único en Europa, y no solo porque la muestra no tenga nada de efímero. Una docena de artistas conviven durante dos semanas con el ambiente del casco antiguo, trabajan abiertos a las sugerencias de vecinos y viandantes y adecúan sus bocetos a lo que les despierta cada una de las fachadas. También se viven las últimas tendencias del muralismo - abstracción, rotulismo, ilustración, estilos gráficos- y es el escaparate para nuevos talentos del spray, como Ino, uno de los artistas urbanos más activos de Atenas, 'al que veremos destacar mucho dentro de muy poco', afirma Luis García Alamán, coordinador del festival.

Foto: JUAN MANZANARA

Los graffitis salpican la ciudad como un mercadillo de domingo. Los dibujos de los franceses Nicolas Barrome y Amandi Urrty toman prestados objetos y juguetes de segunda mano, malvados y tranquilos, peludos, sonrientes, recargados y llenos de matices. El ilustrador español Dulk ha dejado en la capital maña un 'Jardín de las delicias' estilo pop, con Caperucita Roja y denuncia ecologista incluida. La caligrafía árabe de Zepha se funde con el entorno a través de la composición y el estilo cúfico que procura el equilibrio. Son las pinturas idóneas para verlas cada día después del trabajo, el colegio o mientras tiendes la colada, porque la densidad de los detalles permite descubrir algo nuevo a cada vistazo.

 Los edificios resucitan. Las intervenciones se realizan en solares de propiedad privada y municipal, ya que el proyecto cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Zaragoza, que ha incorporado un mapa de arte urbano a los folletos de sus oficinas de turismo. Los vecinos demandan una pintura que recupera en lo cultural y en lo urbanístico, retiene la humedad de la pared, higieniza y ahuyenta la basura acumulada. Por esta razón, por primera vez la muestra ha salido a los barrios, con el propósito de unir arte y calle para todo tipo de público.

Desde el festival reconocen que comenzó con vocación de ser puntero en el panorama internacional, dado el nivel técnico de artistas de esta disciplina en ciudades como Madrid o Barcelona, pero que no esperaban tan buena acogida, vecinal, institucional y de los propios autores. El objetivo inicial fue el de resquebrajar la idea de 'arte gamberro', del grafitero que delinque y se esconde, y reemplazarla por la de 'asaltar edificios' de una forma profesional. Después de conseguir 'vía libre para pintar', ahora la muestra también pretende ser didáctica: organiza talleres para niños y visitas guiadas, y más cercana, a través de la instalación de un punto de encuentro, su cuartel general, donde los artistas venden sus pinturas y objetos y comparten impresiones con los visitantes.

Este es, según sus organizadores, 'un proyecto de ciudad'. Desde 2005 solo se ha visto interrumpido por la celebración de la Exposición Internacional de Zaragoza en el 2008 y el año que viene cumplirá su décimo aniversario. La celebración consistirá en 'seguir recuperando espacios degradados dotándolos de arte y belleza, contemporánea y urbana', según Alamán. La organización lo tiene claro: la muestra se seguirá celebrando aún con los derechazos que puedan propinar las próximas elecciones municipales. Por lo pronto, este asalto lo tienen ganado.

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