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A Benicàssim le van las rastas

Rototom Sunsplash, el festival de reggae más importante de Europa, expulsado de Italia, desembarca en la localidad castellonense, nuevo paraíso de las rastas y la música jamaicana

SARA BRITO

-Oye, ¿hay un festival aquí?
-Sí.
-Pero ¿es distinto del otro?
-Sí, el otro es el FIB, este es el Rototom.
-Y ¿de qué va?
-De reggae.
-¿Y qué es eso?
-Bob Marley...
-Es que soy un poco malo para la música.
-One loooove, one liiiife....
-¡Ah sí!

El paisano, veraneante habitual de Benicàssim, se marcha satisfecho con un par de datos nuevos en la cabeza: la superpoblación de rastas, de todos los tamaños

y grosores, que se pasea por la calle principal del pueblo y toma el sol en las playas tiene una explicación. Benicàssim ya no es sólo territorio de poperos, amantes del indie y el desfase. Desde el sábado pasado y hasta el 28 de agosto es la sede del festival más importante de reggae de Europa, el Rototom Sunsplash, lo que significa dos cosas: más de 15.000 adeptos bailando al beat de la paz, amor y marihuana, y buenas dosis de paciencia (o de canabis) para lograr entrevistar, ocho horas después de lo acordado, a la ministra de Cultura de Jamaica.

Un poco más allá, junto a la iglesia del pueblo, un grupo de moteros en Harley Davidson ponen Led Zepelin a toda galleta. Dicen que son parte de un foro de internet, que se apodan entre ellos cosas como Médula, Parmoto, Larubia, Tronky... y que Benicàssim es cuna de convenciones de easy riders mucho antes que de amantes de Bob Marley. ¿Ustedes irán al Rototom? '¿Al Mototom?', sueltan, y se echan a reír. En septiembre del año pasado, Filippo Giunto y un comando de la asociación Rototom andaban re-corriendo España sin moto alguna.

De Madrid a Asturias, de Andalucía a Castellón. El objetivo era encontrar el destino para el éxodo de un festival que iniciaron en una pequeña discoteca de un pueblo de Italia, hace ahora 17 años. La derecha italiana había conseguido salirse con la suya. En contra de la opinión del alcalde del pueblo de Ossopo (curiosamente miembro del Partido de la Libertad de Berlusconi), se había expulsado a la mayor concentración de fans de la música jamaicana fuera de las fronteras de la isla. 'Fue horrible, la policía entraba en las tiendas de campaña a saco, a hacer registros. Y a los asistentes negros los echaban', confiesa Giunto. Todo por una ley, la Giovanardi, que equipara todas las drogas (blandas y duras) y culpa de tráfico de estupefacientes el lugar de consumo. 'La interpretaron a su favor y la usaron en tiempos de elecciones', asume. 'No podíamos seguir allí'.

Después de 17 años celebrándose en Italia, el festival se ha ‘exiliado’ a Benicàssim

El resultado del acoso político es que hoy Benicàssim tenga 30 italianos empadronados en su ayuntamiento (los organizadores del evento) y que miles de compatriotas suyos, y otros tantos españoles, suizos, franceses (y así hasta 56 países) proclamen el éxodo de Babilonia (¿acaso Italia?) y el triunfo del buen rollo al compás del reggae.

'Es muy especial, te sientes como si estuvieras en Woodstock', dice Angelika, de 23 años, antes de darle una buena calada a su porro. Sin Jimy Hendrix, pero con Bob Andy o la ultraenergética puesta en escena de Anthony B, lo cierto es que los asistentes del Rototom parecen haber caído en una marmita de complacencia. Para Giunto, la clave es que no se trata sólo de un festival de música. En el Rototom puedes empezar el día haciendo yoga, seguir con un cursillo de canto africano o una conferencia contra el racismo y la intolerancia, y acabar con una charla con la mismísima ministra de Cultura de Jamaica, Olivia Grange, que llega hora y media tarde (cómo no) pero que cuando lo hace se marca una sesión entre el spoken word, el set de dj, la clase de historia abreviada y el folclore.

Giunto insiste en que es un festival familiar. 'Viene público de todas las edades, en familia, porque saben que además de conciertos pueden hacer muchas más cosas'. Como Juan, que juega con su hijo Marc, de 6 meses, junto a una carpa donde una mujer habla de piedras que respiran y que quitan o ponen las buenas energías. En un rato irá a ver a la New York Ska Jazz Ensemble, 'pero de lejos, porque no voy a meter al niño en el mogollón'. Aunque sabe que la euforia hipervitaminada que se vive en el FIB, en el Rototom se transforma en un caso de hipotensión masiva. Quizá porque desde el escenario el MC grita: '¡No perdáis la marihuana!'

Martin Barriuso no la pierde, seguro. El presidente de la Federación de Asociaciones Cannábicas de España (FAC) dio el sábado una charla en la llamada universidad del reggae, una mega carpa con librería y ordenadores, por donde pasarán Antonio Escohotado o el lingüista Teun van Dijk.

Habló de lo que llama 'un boom silencioso': las cooperativas de autoconsumo de marihuana, que calcula son más de 200 en España. 'La legislación sobre drogas es ambigua, así que hemos encontrado la manera de crear asociaciones de autoabastecimiento de cannabis', explica Barriuso. 'Lo que pedimos es regulación. Lo que no puede ser es que nos envíen desde la sanidad pública enfermos para que les demos marihuana pero luego nos hagan redadas cada dos por tres'.

Escohotado y Van Dijk estarán esta semana en la llamada universidad del reggae

Ahora bien, por mucho que en el Rototom se fume más de lo que se bebe agua, como dice David Katz, director de la universidad del reggae, no se puede reducir la música jamaicana a reggae, Bob Marley y porros. ¿Dónde está el dancehall y el ska? ¿Qué pasa con los hermanos Eduardo y Carlos de Málaga, que lucen sus largas rastas y su amor por Queen Ifrica con el mismo desparpajo con el que dicen no probar una calada? 'Venimos por la música y por pasar una semana de vacaciones. En España hacía falta una cosa así', dicen. Lampa, MC del escenario principal y rastaman italiano que vive en Jamaica, cree que el festival va a ganar con el cambio de país. 'Antes sabía a lasaña, ahora sabe a paella. Pero sigue siendo una gran familia'.

¿Vuelven los tiempos del reggae? 'Se está viviendo un auge de la cultura jamaicana, y el dubstep y el reggaetón están sirviendo de puerta de entrada para los jóvenes', dice David Katz, autor de una biografía sobre el pionero del dub, Lee Scratch Perry. Otros, como Mambo, de Tanzania, o el mismísimo alcalde de Benicàssim, definitivamente echado al monte sobre el escenario principal del festival, van más allá y creen que el Rototom es el signo de que los tiempos They are a-changin. En pleno subidón rastafari, el alcalde proclamó: 'Tenemos los planos de una revolución. Bienvenidos al paraíso. Bienvenidos a Benicassim'.

Olivia Grange. Ministra de Cultura de Jamaica

¿Tuvo un día ajetreado?
Perdimos las maletas, tuvimos una serie de encuentros oficiales, la charla… Estamos muy cansados.

Y ahora el Rototom, ¿Qué significa para Jamaica este festival?
Mucho. Imagina, han sido 16 años de promoción de la música jamaicana. El Rototom vende Jamaica por el mundo.

¿Le saca el país rédito económico a la cultura reggae?
No. Desde los colores, impresos en todo tipo de productos, a la música o la imagen de Bob Marley. Todas son cosas que no nos repercuten. Estamos planificando un modelo para poder cambiar las cosas, para generar royalties del movimiento
reggae… También estamos en discusiones con el Rototom para establecer una sociedad con ellos.

¿Es cada vez más violenta la música jamaicana? ¿Dónde quedó aquello de paz, amor y reggae?
Cada vez hay más violencia en las canciones, y eso no es una buena influencia para los niños. Es algo que estamos controlando desde el Gobierno.

Bob Marley es...
Decir Bob Marley es decir Jamaica. Hay muchos otros artistas, pero él simboliza un icono. El enseña cosas que Jamaica puede contarle al mundo: sobre el patriotismo, el amor, la paz…

¿Se legalizará la marihuana en Jamaica?
Es una planta de meditación para los rastafaris, pero en Jamaica es ilegal. Ahora mismo hay una comisión que está estudiando la manera de regularla. Pero la mayoría de los jamaicanos no fuman hierba. 

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