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Bradley Cooper: "Hay crímenes que no se consideran delito mucho peores que algunos que sí lo son"

Uno de los chicos de oro de Hollywood presenta en Madrid 'Cruce de caminos', una historia de dobles juegos, corrupción policial y disputa intergeneracional

BEGOÑA PIÑA

Se pasó diez años haciendo comedias románticas hasta que pegó el pelotazo con Resacón  en Las Vegas (Globo de Oro a la Mejor Comedia), la película que le hizo famoso en todo el mundo y que le descubrió como un valor en alza en Hollywood. Guapo, con demostrado talento para cierto humor y atractivo para la taquilla, Bradley Cooper aprovechó el tirón del momento y buscó proyectos más interesantes.

Cruce de caminos, del director Derek Cianfrance, fue uno de ellos. Le dio la oportunidad de interpretar un papel más complejo, el de un joven y ambicioso policía que conseguirá llegar a fiscal gracias a sus tejemanejes en un mundo de corrupción y traiciones. Con Ryan Gosling -otro chico de oro de Hollywood- y Eva Mendes, la película se estrena el viernes en los cines.

Rodada justo antes de El lado bueno de las cosas, por la que Cooper fue candidato (el pasado año) al Oscar al Mejor Actor, es la historia de dos hombres, un ladrón y un policía (Ryan Gosling y él), y de las consecuencias que sus actos tendrán en la vida de sus hijos. El primero, Luke, es un motorista que hace números por las ferias y que, cuando descubre que ha tenido un hijo, decide robar bancos para mantener a su familia. El segundo es el joven policía que le persigue y le mata, un chico ambicioso rodeado de compañeros y jefes corruptos, que aprovecha esa circunstancia para medrar y meterse en política.

'Es una película de dobles juegos que habla de lo imposible de escapar a la propia identidad. Es una historia también de la responsabilidad que tenemos con los hijos y de cómo engañan las apariencias. Hay crímenes que no se consideran delito mucho peores que algunos que sí lo son', dice el actor, refiriéndose a Cruce de caminos, una producción con la que inició un recorrido por el mundo (en la ficción) del crimen y la traición, donde, al parecer, está encontrando a personajes muy apetecibles.

Despreciando el dudoso título de 'el hombre vivo más sexy del año' que le concedió la revista People, Bradley Cooper ha preferido jugar en la liga inteligente del cine e, incluso, participar de ella como productor, además de como actor. Dos papeles que compagina en American Hustle, película que ha terminado de rodar con el director David O. Russell, y que está inspirada en la operación Abscam, un caso real de finales de los setenta y comienzos de los ochenta. En ella se cuenta cómo el FBI, con la inestimable ayuda de un estafador, acabó con una red de corrupción política llevando a varios miembros del Congreso ante la justicia.

Cooper, que es en este filme el agente del FBI que obliga al estafador a colaborar (Christian Bale), busca desesperadamente librarse de la imagen de chico bueno que se fabricó con las comedias románticas que hizo. 'Quiero personajes interesantes, no necesito hacer el personaje de villano, simplemente, quiero interpretar a alguien con cierta complejidad -asegura-. Tampoco quiero que se piense en mí como en el chico bueno, de hecho, lo que creo que he hecho hasta ahora han sido muchos papeles de chico con defectos. Parece que doy muy bien para eso'.

Y el único defecto que está dispuesto a aceptar por el momento en un personaje es el que esté relacionado con algún asunto moral, que enriquezca su trabajo. De ahí que haya insistido tanto últimamente en lo que le interesaría llevar a la pantalla la historia del ciclista Lance Armstrong, a quien la Agencia Antidopaje de EEUU le retiró los siete títulos del Tour de Francia.

Del proyecto, Bradley Cooper no dice ni media, como tampoco de los cambios que se han producido en otra aventura en la que ya figura como productor, American Sniper. La película contará la vida real de Chris Kyle, famoso por ser el francotirador más letal de la historia militar de EEUU, un tipo con un siniestro récord, que murió abatido por las balas de un joven marine de 25 años en un campo de tiro de Texas el pasado año. Con un indudable contenido ético, el filme estuvo en manos de Steven Spielberg, de quien ahora ha pasado a las de Clint Eastwood, dos de los grandes.

'No quiero decir nada' es todo lo que suelta de este proyecto Cooper, que, eso sí, se empeña en repetir y repetir que su 'sueño' era 'poder trabajar con buenos actores y con buenos directores'. Y, a la vista de la carrera que lleva, va de cabeza a por ello. 'He tenido buena suerte'.

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