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Cine Howard Brookner y su utopía artística sexual han resucitado

Aaron Brookner rescata en 'Uncle Howard' la figura de su tío, uno de los cineastas independiente más prometedores de la contracultura americana. Amigo de Burroughs, compañero de Jarmusch y DiCillo, su carrera se detuvo con su temprana muerte a causa del SIDA.

Howard Brookner en Bowery

“Cuando pensamos en los que se perdió con el SIDA, casi nunca reflexionamos sobre el tipo de arte que desapareció con esta enfermedad. Si Robert Mapplethorpe o Keith Haring o… hoy fueran artistas influyentes ¿dónde hubiéramos llegado artística y culturalmente?”

Músicos, fotógrafos, grafiteros, pintores, escritores… se desvanecieron con el estallido del SIDA y con ello se interrumpió a principios de los 80 uno de los procesos artísticos más interesantes y libres de EE.UU.

Howard Brookner fue uno de aquellos artistas, un personaje muy querido, un cineasta auténtico, independiente, atrevido y muy prometedor del que hoy se estaban difuminando sus huellas, pero que a un paso de su olvido definitivo ha sido rescatado por su sobrino Aaron Brookner en la película ‘Uncle Howard’.

Autor de la primera y más influyente película que se ha hecho sobre William Burroughs -‘Burroughs: The Movie’-, director también del filme que mostraba los esfuerzos de Robert Wilson por poner en escena una ambiciosa ópera de doce horas -‘Robert Wilson and the Civil Wars’-, productor, guionista y director de la ficción nunca estrenada ‘Bloodhounds of Broadway’ (‘Noches de Broadway’) con Madonna, Matt Dillon y Rutger Hauer… cronista de culto de la revolución cultural de fines de los 70 y principio de los 80 en Nueva York, miembro de la primera generación americana abiertamente homosexual, consumidor de heroína, bohemio sin un duro, enamorado de la noche… Howard Brookner ha resucitado.

Howard Brookner en Burroughs

Howard Brookner en Burroughs

Huésped del legendario hotel Chelsea

Huésped del legendario Hotel Chelsea, amigo y protegido del escritor W. Burroughs, compañero de Jim Jarmusch, Tom DiCillo y Sara Driver, Brookner murió demasiado pronto.

1989, tenía 35 años y su sobrino Aaron solo siete. Cuando éste creció, vio pegada en la nevera de Howard una frase que decía "hay tanta belleza en el mundo que eso fue lo que me metió en líos desde el principio". Eso y unos papeles que descubrió en el armario de su abuela le animaron a seguir las huellas de su tío.

Encontró 300 latas de películas que habían estado treinta años guardadas en el refugio que tenía Burroughs en su casa de Bowery. Allí había, además de negativos de los filmes mencionados y de otros, secuencias perdidas, vídeos domésticos, grabaciones personales, fotos de archivo de Patti Smith, John Giorno, Allen Ginsberg, Brion Gysin, Paula Court, Terry Southern, Andy Warhol, Spike Lee, John Waters, Francis Bacon, Matt Dillon, Madonna…, cartas, documentos… suficiente material para relatar la vida, la muerte y la fructífera creación artística de Howard Brookner y de la contracultura americana.

"Quería hacer justicia" sentencia Aaron Brookner, que en su película muestra materiales rodados por su tío, pero también testimonios de familiares y de amigos, entre ellos de Sara Driver y Jim Jarmusch, productores de este revelador documental.

Aaron Brokner porta un pañuelo que tiene pintado a Burroughs en San Sebastian. Begoña Piña

Aaron Brokner, director de la película, porta un pañuelo que tiene pintado a Burroughs en San Sebastian. Begoña Piña

"Todo estaba desapareciendo. El hospital St. Vincent donde murieron miles de enfermos de SIDA ha sido derribado para hacer torres de apartamentos, es como si se hubieran llevado la figura de mi tío"

Dos generaciones geniales

A la pregunta de ¿cómo es posible que una figura así haya estado silenciada todos estos años?, el cineasta contesta con el mismo interrogante. “Sí, ¿cómo es posible? Sus amigos nunca le han olvidado y 30 años después le siguen recordando con mucho cariño y se siguen emocionando cuando hablan de él. Pero ahora, si yo no lo rescataba, se perdería para siempre”.

“En ese tiempo se reunieron en Nueva York, como nunca antes, dos generaciones artísticas geniales. Ellos vivieron en el mismo barrio, consumían las mismas drogas, iban a los mismos clubes y en algunos casos dormían con las mismas personas. Burroughs y Allen Ginsberg, Brookner y Jarmusch.

"La de mi tío fue una generación innovadora, rompedora, que necesitaba el crecimiento artístico y personal. Lo más importante que me ha quedado de ellos es que hay que desafiar y arriesgarse. Howard Brookner fue muy brillante y lo que ocurrió con todos ellos fue muy increíble, excepcionalmente raro", dice el director, que pone especial énfasis en explicar el inseparable vínculo que había en estos creadores entre su arte, el sexo, las drogas, la política…

"Ellos no crecieron pensando que el sexo y las drogas eran un factor de riesgo. Y cuando se habla de su arte, se habla de sexualidad, se habla de amplitud de miras, y de exploración y creación. Nosotros sí crecimos con la idea de que el sexo podía ser mortal. De mi tío he aprendo que eso hay que superarlo para empezar a crear con libertad. Hay que seguir adelante".

"La idea punk de hacer cine"

La vida de Howard Brookner sirve de crónica fiel "de lo que la epidemia del SIDA nos dañó artísticamente. Retrocedimos a causa de la epidemia del SIDA y del contraataque de la derecha contra esta utopía artística sexual".

Algunos supervivientes, como Jarmusch, DiCillo, Driver han mantenido el espíritu independiente “que nació de la idea punk de hacer cine”. Lo que hicieron Los Ramones o Basquiat también se aplicó en el cine. “Ahí nació el cine independiente”.

Aaron Brookner, que ha hecho este excepcional retrato con mucho respecto y sin caer en el deslumbramiento de los que hoy son grandes nombres, como Burroughs o Madonna, se lamenta del giro que han dado los creadores en sus trayectorias.

“Hoy –dice- vivimos en un mundo constreñido, acelerado. Ahora si cometes un error, puede perjudicarte mucho. Hay mucho miedo a equivocarse. Y eso es algo que aquella generación no tenía, para ellos los errores eran buenos y eran una vía para aprender y descubrir. Todo era experimentar y avanzar, por lo que se asumían riesgos”.

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