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Broomfield, hasta el lugar donde no llegan los telediarios

 En 'La batalla de Hadiza', Broomfield narra el ataque indiscriminado de unos marines a la población iraquí tras la muerte de un militar norteamericano

 

P.C.

Es un lector empedernido de Antón Chéjov y eso se nota en su cine: puro realismo y pura narración de las emociones y sentimientos humanos. Sin cartón piedra. El director Nick Broomfield (Londres, 1948) no filma, investiga. Eso es lo que hizo en películas como La batalla de Hadiza y Ghost (2006), que se pudieron ver en el Hay Festival de Segovia. Porque en el certamen no sólo hay literatura, sino también cine y música, con los conciertos de Seth Lakeman y NFaly Kouyate.

En La batalla de Hadiza, Broomfield narra el ataque indiscriminado de unos marines a la población iraquí tras la muerte de un militar norteamericano. Es una película hecha a partir de un suceso real y está concebida como un falso documental, una técnica que entusiasma al director. 'La realidad siempre resulta mucho más extraña que la ficción. Esa es la razón por la cual a través del cine intento saber qué ocurrió realmente, qué pasó con esas personas', nos contó.

La cinta, cuyos actores no son profesionales, está enfocada desde tres puntos de vista: el de los soldados, los insurgentes y los inocentes. La cámara se limita a mostrar diálogos, algo que, según el director, nunca se ve en los telediarios: 'En las noticias no sabemos lo que la gente habla entre ellos. A mí el cine me sirve para dejar que los personajes hablen y así puedes entender muchas cosas', confiesa.

La brutalidad

La noche del sábado nadie quiso perderse esta película. La sala Caja Segovia, llena hasta los topes, se comportó como una caja de resonancia. Cualquier espectador podía sentir el estremecimiento del resto ante escenas tan brutales como los disparos sin razón por parte de los norteamericanos a niños o mujeres iraquíes, que celebran una fiesta. 'Yo no pretendía lanzar ningún mensaje al público. Pero sí quería que vieran que los iraquíes también son personas como las demás, no la imagen que nos llega de los telediarios o de las películas de la guerra', explica el director.

Pero no hay maniqueísmo en el filme. La cámara también muestra la inocencia en ese grupo de chavales de EEUU que se han convertido en máquinas de matar. 'Cuando me reuní con los marines muchos me comentaron que tenían pesadillas por las noches. Y se sentían muy desamparados por su Gobierno. Quería que se viera a los marines como personas', insiste Broomfield. La visita del director inglés culminó ayer con el pasede Ghost.

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