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Burton destierra a Alicia al país de los efectos digitales

El cineasta estadounidense presenta su esperadísima versión del libro escrito por Lewis Carroll

ÍÑIGO SÁENZ DE UGARTE

Tim Burton ya no parece un niño adoptado por la familia Adams ni un superviviente de una tribu gótica nocturna. Su compañera, Helena Bonham Carter, dice que hasta termina las frases, una convención social a la que le costó acostumbrarse.

Lo que no ha perdido es valor y un apetito visual tan desbordante que quizá esta vez, sólo quizá, no haya podido controlar. Ayer presentó su Alicia en el país de las maravillas, que se estrena en España el próximo 16 de abril, convencido de que no había que sentir ningún miedo por dar otra visión del clásico escrito por Lewis Carroll en el siglo XIX.

'Ha habido más de 20 versiones de la obra. Se ha convertido en un parte de la cultura, de la música, del arte', explicó a los periodistas. 'Me parecía que era un territorio abierto en el que podía entrar. No había ninguna razón para sentirme presionado. De hecho, no tenía ni tiempo para preocuparme', contó ayer el director de títulos como Eduardo Manostijeras (1990) y Ed Wood (1994).

Los que sólo hayan visto la versión de dibujos animados realizada por los estudios Disney en 1951 deben saber que la Alicia de Burton no es un remake. La idea partió de la guionista Linda Woolverton y se basa en la pregunta: ¿qué pasaría si Alicia se hubiera hecho mayor y con 19 años regresara a ese mundo de fantasía? La joven atraviesa la misma barrera que antes y se encuentra con sus viejos conocidos, que no están muy seguros de que sea la auténtica Alicia. Y la necesitan desesperadamente porque sólo ella podrá acabar con el dominio tiránico de la Reina Roja, creada tanto por la interpretación de Bonham Carter como por los efectos visuales.

Pero al menos la reina conserva el hábito de solucionar los problemas gritando: '¡Que le corten la cabeza!'. Por eso, la actriz dice que se quedaba sin voz cada día a las diez de la mañana.

Johnny Depp recordó que leyó el libro de pequeño y que, más que la historia, lo que le dejó una huella profunda fueron los personajes. El suyo es un lienzo en el que se van dibujando literalmente los estados de ánimo. El Sombrerero Loco está más loco que nunca: 'Una de las cosas que hablé con Tim es que él sería tan puro, en el sentido de que ves de inmediato cuáles son sus sentimientos, que sus ropas, su piel, su pelo, todo, cambia para reflejar sus emociones'.

El personaje de Depp es por tanto una sinfonía andante de colores y en él se centra la atención del director estadounidense, quedando a su lado una Alicia algo desdibujada, con la misma inseguridad de una adolescente que no sabe a qué mundo pertenece.

El festín visual habitual en las películas de Tim Burton se convierte por momentos en un banquete que deja al espectador algo saturado. Resulta complicado digerir tanto derroche de fantasía en unos escenarios íntegramente creados por ordenador. Era distinto cuando el cineasta iba a todas partes con las gafas de sol puestas.

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