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El camino a la verdad pasa por el esperpento

Lluís Homar, nominado por primera vez a un Goya por 'Eva', vuelve a la dirección teatral con 'Luces de bohemia'

PAULA CORROTO

'Ya estaba preparado para no salir. Lo hubiera deseado en otras ocasiones, pero ha sido ahora, haciendo de robot'. Con socarronería, Lluís Homar (Barcelona, 1957) recibió así la semana pasada su primera nominación a los Goya por Eva. No es, sin embargo, la única buena noticia para el actor catalán. Ayer estrenó Luces de bohemia en el María Guerrero de Madrid, su regreso a la dirección teatral tras 12 años. Además, pronto empezará a trabajar en Imperio, spin off de la exitosa serie Hispania. ¿Año Homar? 'Es un año de luces, sí. Pero esto es una cosa que viene cuando viene. Y si no viene, no está en tu mano', cuenta el actor a Público.

La suerte se busca, dicen, pero el actor, que en los últimos años ha firmado películas como No tengas miedo y Pájaros de papel, también apela a las casualidades. La primera vez que tomó la batuta en los escenarios fue 'porque estaba en el Teatre Lliure, el director se puso enfermo y me lo propusieron', asegura. Luces de bohemia fue una propuesta de Gerardo Vera, director del Centro Dramático Nacional hasta el pasado 1 de enero. 'Él quería dirigir la obra, pero no podía, así que me lo propuso y me dio dos meses para decidirme. Dudé mucho y la verdad es que si hubiera visto la dimensión real de esta obra no sé si hubiera dicho que sí', sostiene quien fuera socio fundador de la sociedad cooperativa del Lliure en 1976.

«Para Valle el esperpento es una forma de conectarse con la vida y lo real»

El sí llegó de la mano de los compañeros. Gonzalo de Castro, irreconocible con una barba valleinclanesca, se transmutó en ese bohemio que pulula por la golfemia madrileña. Enric Benavent no vaciló en darle la réplica como Don Latino, y Xavier Albertí se la jugó con la dramaturgia y la composición musical. El reparto se completó luego con José Ángel Egido, Jorge Bosch, Miguel Rellán y Fernando Albizu. 'Sin ellos no podría haber emprendido este proyecto', reconoce.

El primer objetivo del proyecto fue ahondar en el esperpento de Valle-Inclán para hallar en él la verdad. Homar quería alejarse de otras propuestas teatrales que han confundido la tesis del dramaturgo con la deformidad de la realidad. 'No queríamos hacer una farsa, sino ir a la esencia de lo real con base en el sainete y la tragedia', sostiene.

«A veces me siento demasiado aristócrata y ahora toca arremangarse»

La visión de Valle sobre el posicionamiento del artista ante la miseria y las huelgas de los primeros años del siglo XX, también está aquí. 'Para él el esperpento es una manera de conectarse con la vida. Es un artista que ve lo que hay, tanto en lo externo como en lo interno. Por eso, entre 1920 y 1924 añade tres nuevas escenas, la del preso catalán y la de las revueltas'.

Luces unas veces tenues y otras chispeantes que vuelven hoy a brillar. 'Estamos en un momento de revuelta, pero no sólo en España, sino en todo el mundo. La única salida es salir a la calle. Es una pulsión mundial por algo que hemos creado nosotros mismos', dice. Y él, ¿dónde se posiciona? 'A veces me siento demasiado aristócrata, y ahora toca arremangarse. Valle me ha dado una sacudida. El teatro debe servir para eso: para plantearte al servicio de quién estas y no como simple vehículo para las vanidades personales', zanja el actor.

 

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