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Un circo que no sabe de crisis

'Zarkana', última producción del Cirque du Soleil, mueve masas y millones en Madrid

PAULA CORROTO

Triple salto mortal: Zarkana, el último espectáculo del Cirque du Soleil(Circo del Sol), estrenado en Madrid la semana pasada. Coste de la creación de la producción: 50 millones dólares. Aforo del Madrid Arena: casi 6.000 personas. Llenos diarios. Según los cálculos de este periódico, una media de 300.000 euros diarios de recaudación con entradas entre los 23 y los 123 euros. Un precio más elevado que en otras producciones. Y todo en tiempos de crisis y con el látigo del desempleo detrás. En una época en la que las compañías teatrales desaparecen, en este circo, creado en 1984 por el canadiense Guy Laliberté, nadie cae al suelo.

'Tenemos una peculiaridad: números de circo que tienden a emocionar. Y un público muy fiel que nos permite explorar nuevas fórmulas y nos da carta blanca. Nunca hemos dejado de producir un espectáculo, vengan las cosas como vengan', explica MontseMoré, responsable de prensa de Zarkana, sobre las razones del éxito.

'Tenemos una peculiaridad: números de circo que emocionan'

La última vez que la compañía recibió una subvención del Gobierno de Canadá fue en los años ochenta. Desde entonces, funciona como una empresa privada buscando estrategias para que no les afecten los aguaceros de la crisis. Su fórmula es simple, pero muy eficaz y rentable: buscan nuevos mercados (los últi-mos, Macao y Hong-Kong), otros espacios como los palacios de deportes, que les permiten estar entre dos y cuatro días en ciudades pequeñas, sus campañas de marketing son cada vez más agresivas y algunos espectáculos, como Love, con la música de los Beatles, o Viva Elvis, dedicado al rey del rock, les permiten asegurar beneficios. La estrategia del antirriesgo. Con estos mimbres, la compañía no ha tenido ningún recorte en los últimos años, han estrenado dos espectáculos inmensos (Zarkana, en Nueva York, e Iris, en Los Ángeles) y ya preparan el Inmortal Tour, sobre la vida de Michael Jackson, y Circo 2012, una megaproducción en la que sólo trabajarán mujeres. 'No bajamos el ritmo ni en broma, tenemos muchos com-promisos', apunta Moré.

'El modelo funciona porque, en tiempos de conflictividad, la gente quiere ver espectáculos lujosos. Han creado mundos maravillosos', cuenta a Público Rafael Pla, del Circo Gran Fele, Premio Nacional de Circo en 2009. En Zarkana, el espectador se siente abrumado por un escenario convertido en un viejo teatro que refleja el ambiente circense de principios del siglo XX y donde un mago busca a su amada mientras se topa con criaturas surrealistas. 'Es el mismo fenómeno que se dio en EEUU tras la Gran Depresión. Fue la época dorada de Hollywood. Y en Alemania, en los años treinta, estaba la UFA', añade Pla.

'Nuestro público es fiel y nos da carta blanca para buscar nuevas fórmulas'

En el espectáculo trabajan 125 personas y se ha contratado a 75 más. Proveedores locales se encargan de la tintorería o el alojamiento. No hay problemas de liquidez a la vista. 'Ha habido producciones más caras del Circo, como O (1997), que costó 200 millones de dólares. Era una salvajada, pero está completamente amortizado', dice Moré.

Pero también hay voces que critican el regodeo de la fórmula Cirque du Soleil. Luis Raluy, del Circo Raluy, Premio Nacional en 1996, admite que hay un antes y un después del Circo del Sol, pero también 'ha acabado con el nombre del artista. Por eso, los artistas rehúyen de este tipo de circo. Quien entra ahí sabe que desaparece', zanja.

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