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En el corazón del 'boom'

'Público' accede a los secretos de Carmen Balcells, la agente literaria más importante de este país en las últimas cinco décadas. El Ministerio de Cultura compró los archivos el pasado diciembre por t

PEIO H. RIAÑO

Es una aguja en un inmenso pajar. Una pequeña nota que sobresale de los otros documentos a los que está grapada. Un aviso no más, de 1987, escrito a máquina para Carmen Balcells. Había llamado Rafael Alberti: 'Que la colección no le gusta nada, pero que hagas como quieras porque cuanto más dinero, mejor. Y que ya tienes su teléfono por si le quieres llamar'. 'En los apuntes marginales aparece la verdad de los hechos', dice uno de los becarios que clasifican desde hace casi un año cerca de 3.000 metros lineales de archivo, que contienen los secretos de la agente literaria Carmen Balcells, en el sector tres del Archivo General de la Administración, en Alcalá de Henares. Allí descansa la gestación del fenómeno literario más importante del siglo XX: el Boom latinoamericano.

Como avanzó este periódico el 23 de diciembre de 2010, el Ministerio de Cultura compraba por tres millones de euros el archivo de la agente literaria más importante de España de las últimas cinco décadas, con manuscritos de autores no representados, con correspondencia y documentos de Gabriel García Márquez, Pablo Neruda, Vicente Aleixandre, Camilo José Cela, Mario Vargas Llosa, Ernesto Sábato, Ana María Matute, Juan Carlos Onetti, el mismo Rafael Alberti o Paul Bowles (de quien se conservan incluso partituras musicales), entre los cientos de autores que ha representado a lo largo de todos estos años.

Los 'papeles' incluyen documentos de Gabo', Neruda, Cela y Onetti, entre otros

La memoria de las entretelas a veces no guarda la mejor cara de los mitos. De hecho, estas copias de cartas mecanoscritas y manuscritas muestran las penurias económicas por las que pasaban los autores, pero también sus rarezas y exigencias. A esta fortaleza inexpugnable, que se ha convertido en el tercer archivo más grande de Europa, llegó la compra de la historia de la octogenaria agente, quizás su mejor novela. Una obra basada en hechos reales que pone en entredicho el derecho a la intimidad de los representados y editores con los que trató, cuando los visitantes e investigadores accedan a consultar esta fuente esencial. Pero eso no ocurrirá hasta dentro de al menos un año y medio, como aseguran los archiveros que trabajan en ellos.

La correspondencia acabará con viejas leyendas y levantará nuevas. 'Carmen: necesito dinero. Con esta pierna rota estoy perdiéndolo. Hazme un magnífico contrato, mejor que el de Aguilar. Todavía me falta algún tiempo para estar bien', escribe Rafael Alberti (1902-1999) el 25 de septiembre de 1987, en la que avisaba de que ya tenía cerrada 'toda' La arboleda perdida. Explicaba que prefería publicarlo todo en un tomo, 'las 460 páginas'.

'Del dinero me ocupo yo'

El archivo se ha convertido en el tercero más grande de Europa

Unos meses antes, el 23 de abril de 1987, había firmado con Aguilar por 2.000.000 de pesetas, por sus obras completas. El 19 de julio tiene el trágico accidente de coche, en el que él y Benjamín Prado eran arrollados por un Seat 131 por detrás. De ahí la pierna rota a la que se refiere. Carmen le escribe lisonjera, el 27 de agosto: 'Te he mandado por delante unas flores para expresarte mi afecto. Tenía que haber volado siete veces a Madrid para verte, pero mi vida es un infierno que no me permite hacer lo que realmente quisiera hacer. Acabo de hablar con Teresa y me ha tranquilizado muchísimo. Como le he comunicado a ella, mi mayor preocupación es sacar la mejor cantidad de dinero y quiero pedirte que no te preocupes por la cuestión del dinero pues de ella me ocupo yo'. Y tanto. En 1987, tal y como se recoge en uno de los contratos incluidos en el archivador dedicado a Alberti, firma con Seix Barral, que paga 2.500.000 pesetas por La arboleda perdida (libros III y IV de memorias, 1931-1987).

'Antes de ella, el autor estaba a merced del editor. Ella cambió esta relación', recordaba en diciembre Juan Marsé a Público. De hecho, en 1986 le escribe la Federación Española de Esperanto para pedirle una edición gratuita de 500 ejemplares de Los niños tontos, de Ana María Matute. En la ficha aparece a bolígrafo: 'No'.

Con la actual Premio Cervantes, Balcells tuvo una dedicación especial. Incluso, la propia autora le reconoce, en una carta de diciembre de 1996, el año en el que vuelve a la vida con Olvidado rey Gudú, que desde niña, cuando 'sólo tenía amigos, no amigas' y una madre severa, deseó tener 'una amiga como tú'. Antes, en noviembre de 1985 le confesaba sus carencias económicas: 'No quiero ocultarte que las estoy pasando moradas', sigue a la espera de que Jaime Salinas le haga el ingreso del importe del Premio Biblioteca Breve.

Con Ana María Matute, Balcells tuvo una dedicación especial

En 1988 firma por una nueva edición de Los niños tontos 600.000 pesetas y en 1992, por la aparición de Luciérnagas, 3.000.000 de pesetas. Sin embargo, escribe muy indignada a los responsables de Destino, a través de Carmen Balcells, en 1997, por las ventas 'irrisorias' de sus obras en los últimos cinco años. Reconoce que desde 1987 le amenazan con embargarle el piso y que Telefónica le cortó el servicio por falta de pago. 'Creía que mi obra ya no gustaba al público', pero las 'ventas espectaculares' de Olvidado rey Gudú, en Espasa Calpe, le han 'abierto los ojos'. 'No cabe duda de que la conducta de ustedes como editores afectó y afecta tanto a mi obra como a mi persona, y que por tanto de ustedes depende en gran medida mi condición económica como mi cotización en el mercado editorial', y les comunica que zanja su relación con ellos.

Pero de entre toda su documentación destaca una carta enviada a José Manuel Lara Hernández (1914-2003), en 1996. Lara la felicita por su ingreso en la Academia y le clava un puñal: 'Lo que me extraña es que cuando haces declaraciones a la prensa nunca aludas a tu primer libro Pequeño teatro, con el que obtuviste el Premio Planeta, en un acto que tuvo lugar en el Bellas Artes de Madrid, y gracias al interés que manifestó por conseguirlo Juan Gich Bech de Carena, que estaba locamente enamorado de ti y que seguramente te hubiera ido mejor con él casada que con el Mayorazgo de Vizcaya'.

Los investigadores no podrán acceder a él hasta dentro de año y medio

Matute, sorprendida, escribe a Balcells para decirle que la carta de Lara le parece 'bastante improcedente'. 'Ese señor del que habla ni siquiera estaba en el jurado del Planeta. Como estoy estupefacta te envío una posible carta para él, pero no sé si es acertada', le explica. La respuesta es comedida: 'Nunca he dejado de aludir a ese premio ni a lo que significó para mí. No entiendo cómo tienes una visión tan equivocada de las cosas'. A Balcells le parece una carta 'muy política y oportuna'.

Matute le agradeció siempre su amistad y generosidad. Para Augusto Roa Bastos (1917-2005) es su 'buena samaritana'. Protege al autor y pelea por sus condiciones. 'Me parece un contrato morrocotudo, ¡y cómo!', le escribe el paraguayo el 16 de enero de 1979, por la firma de Hijo de hombre, con la editorial Argos Vergara. Roa cierra con una despedida eufórica: 'Un abrazo de este que te debe cantidades industriales de plasma vital durante lo peor de mi crisis con tu asistencia telefónica y telepática'.

Juan Carlos Onetti (1909-1994) no tenía la misma apreciación de Balcells. Le reprocha en 1970 que no necesita poder total para representarle, 'porque los hechos demuestran que le vendió a Feltrinelli y a Stock todos los libros míos que quiso vender'. Sin avisarle, se entiende. Pero para tranquilizarla, le asegura que jamás eludirá su retención del 10% de 'todo lo que publique en lengua extranjera'. Más adelante le pedirá que no le mande más cheques del Banco Rural y Mediterráneo porque en Argentina no lo reconocen y tiene que cobrarlos en el mercado negro, con 'comisiones fabulosas'. Por los 500 dólares que le dieron por Juntacadáveres (1961) sólo pudo llegar a 361 dólares.

Entre los que sí están contentos, por supuesto, Gabriel García Márquez. En 1970 firma un contrato con el Círculo de Lectores por Cien años de soledad de 225.000 pesetas. Y en agosto de ese mismo año, 12.720 pesetas por Relato de un náufrago para Tusquets. También Vargas Llosa, que el 27 de enero de 1970 le escribe muy enfadado por la falta de atención en la segunda edición de Conversación en la catedral, en Seix Barral. El propio Vargas Llosa ha reconocido que ninguna otra novela como esta le ha dado más trabajo, entre revisiones y reescrituras. Advierte a su agente que la segunda edición arrastra los errores de la primera.

'Imagino que Carlos [Barral] está demasiado preocupado en estos momentos con los problemas de la editorial como para abrumarlo con este asunto, pero la verdad es que es imperdonable que a pesar de cuatro correcciones en pruebas y una en el libro editado, todavía aparezca el texto así', se queja. Bromea acerca de sus peticiones: 'Las erratas me visitan en las noches en forma de monstruosas pesadillas y estropean mi metabolismo diurno y no me dejan trabajar en paz. Sé bonita y haz que castren a esos tipógrafos y que claven sus vergüenzas en picas filudas en Plaza de Catalunya', esta última frase en mayúsculas.

 

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