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"La crisis es un retroceso para las salas alternativas"

La Cuarta Pared cumple 25 años en un momento de ajuste de los proyectos más arriesgados. Sus fundadores miran hacia adelante con 'Primeros días del futuro'

PAULA CORROTO

Han conocido las vacas gordas y ahora sobreviven con lo poco que sale de las ubres. Los fundadores de la Cuarta Pared se sienten, 25 años después de su creación en una pequeña sala de 20 butacas del barrio madrileño de Lavapiés, como en una especie de viaje al pasado. Un regreso a los tiempos duros en los que no existía normativa para las salas alternativas. Ni subvenciones. Ni casi espectadores. 'Es verdad que con la crisis [las salas] estamos en unos de los peores momentos porque implica un retroceso, y con los recortes que hay ahora los proyectos más arriesgados terminan sufriendo', explica Javier García-Yagüe (Sevilla, 1961), uno de los fundadores.

La trayectoria de la Cuarta Pared es un fiel reflejo de las ideas y venidas de estas salas teatrales en Madrid en las últimas dos décadas. A mediados de los ochenta, el teatro independiente se hallaba en un momento de transición bastante difícil. Apenas quedaban algunas salas como la Cadarso y El Gallo Vallecano (cerrada en 1983). El resto, según recuerda García Yagüe, 'era un teatro comercial muy antiguo que venía del franquismo'.

Para García Yagüe, las vacas gordas se fueron en obras faraónicas

Entonces aparecieron ellos y otros veinteañeros que establecieron sus proyectos en la sala Triángulo o Ensayo 100, entre otras. Los chicos de la Cuarta Pared tenían claro su objetivo: 'Queríamos hacer un teatro que no fuese teatro museo. Nuestraintención era que formase parte del debate social, de la vida cotidiana, y que hablase de las cosas que podían interesar a la gente. Queríamos acabar con la idea del actor engolado', explica García-Yagüe.

El punto de inflexión de la compañía llegó con La Trilogía de la Juventud, estrenada con Las manos en 1999. La sala salió de un público minoritario a uno mayoritario. Aquella explosión les afectó. 'Nos llevó a tener cierta necesidad de responder a unas expectativas que crearon, y eso, aunque sea inconscientemente, nos fue afectando. Por eso, siempre he insistido en proponer cosas diferentes a la vez', confiesa.

Eran también los buenos tiempos. El fundador de la compañía lo recuerda con un punto de vista crítico: 'Se vivía con un nivel de vida bastante alto. Las administraciones tenían más presupuesto y las salas, también. El problema es que en aquellos momentos, buena parte de los presupuestos se trasladaron a proyectos faraónicos sin ninguna viabilidad'.

'Somos salas semipúblicas, no tenemos vocación comercial'

A mediados de esta década, las cuentas comenzaron ser más exangües. Hasta llegar al momento actual en el que recientemente han desaparecido algunas de esas salas emblemáticas como Itaca o El canto de la Cabra. 'Es que es muy difícil mantener una sala alternativa. Necesitas a mucha gente y llega un momento en el que te desgastas. Los directores de estas salas cuando cerraron hablaban de extenuación, de estar al borde del colpaso', reconoce García-Yagüe, que insiste en no cortar las subvenciones: 'Estos son proyectos semipúblicos. Son tareas sin vocación comercial y deben ser protegidas. Nuestros precios de taquilla no son de mercado. Es como subvencionar el billete de metro. Sin ayudas, sería más caro'.

A pesar de la crisis, para celebrar los 25 años tienen prevista una reposición del exitoso montaje Rebeldías posibles a partir de este jueves y una nueva creación, Primeros días del futuro, sobre cómo la ciencia va por delante del debate ético. También insisten con el taller Espacio Teatro Contemporáneo (ETC). Su intención es no tirarla toalla: 'Somos un poco resignados, pero siempre hemos creído en el trabajo y el día a día'. A pesar del retroceso económico.

 

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