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"El 3-D está bien para grandes épicas... y poco más"

Shyamalan salta al cine de aventuras con 'Airbender'

JESÚS ROCAMORA

Fueron las hijas pequeñas de Shyamalan (Pondi-cherry, India, 1970) las responsables de que un director con prestigio y gusto demostrado por el thriller sintiera algo parecido a una 'epifanía' al ver la serie de dibujos animados Avatar: The Last Airbender. Después de tocar el cine de género casi en todas sus vertientes, del fantástico (El sexto sentido) a la ciencia ficción (Señales), de la fábula moral (El bosque) a los cuentos de hadas (La joven del agua) y el relato apocalíptico (El incidente), Shyamalan encontró en esta serie de artes marciales y magia el material con el que por fin podía rodar su propia saga de aventuras épica: el bien contra el mal.

Y aunque la crítica lo haya despedazado algo que ya viene siendo habitual en sus últimas películas él tiene claro la parte buena de un salto tan arriesgado: 'Mi mujer anda mosqueada: mis hijas ahora piensan que soy el ser humano más magnífico de todos los tiempos', contaba con humor el director a un grupo de periodistas durante su visita a Madrid.

Airbender' es 'una película de verano entretenida y repleta de acción'

Airbender. El último guerrero adapta a la gran pantalla la primera temporada de la serie, que se centra en la historia de Aang, la única persona en un mundo dividido por los elementos capaz de controlar el fuego, el agua, el aire y la tierra. Y la única esperanza para acabar con la tirana Nación del Fuego. 'Tenía que respetar el material original e intentar que evolucionara hacia algo más operístico, dejarlo florecer. He tenido en cuenta que es una película para niños', reconoce.

Con un presupuesto de 150 millones de dólares y con Frank Marshall como uno de los productores (responsable de otros éxitos del cine de entretenimiento, como Goonies, Gremlins e Indiana Jones), Airbender es 'una película de verano entretenida y repleta de acción', según la ha descrito Shyamalan, aunque esto no supone que haya tenido que acallar su voz de autor. 'Sólo muestro un lado distinto, pero hay temas y cuestiones muy míos: el personaje, la naturaleza, el destino'.

Shyamalan vive en Filadelfia con su familia, y asegura encontrarse 'cómodo y bienvenido en Hollywood, aunque más bien como un invitado que hace una visita que como alguien arraigado', asegura. 'Tengo esa relación poco habitual en EEUU dentro del mundo del entretenimiento, que se parece más a la de un autor con sus lectores, tipo Stephen King, que la típica relación de un director de Holly-wood con sus espectadores', matiza.

'Tras una gran explosión del 3D, poco a poco se ha desinflado', dice Shyamalan

Lo que sí ha tenido que cambiar es su manera de rodar. Hablamos de un director acostumbrado a trabajos menos megalómanos. Para Airbender, se metió hasta el cuello en una producción mastodóntica, con un cásting con más de 6.000 actores y localizaciones en todo el globo. La idea es que cada uno de los pueblos estuviera representado por unas características étnicas y un estilo de artes marciales: para la Nación del Fuego, actores de Oriente Medio, hindúes, mediterráneos e italianos; para el Reino de la Tierra, hombres y niños con rasgos coreanos, mongoles, japoneses y africanos; y anglosajones para las Tribus del Agua del Norte y del Sur.

Shyamalan es un loco de las artes marciales. 'Adoro el cine europeo, se ve en mis películas, que muestran influencias de Hitchcock, por ejemplo. Pero también soy un apasionado de las artes marciales: tengo mi oficina llena de estatuas de Bruce Lee', dice riendo. En Airbender todo tiene su sentido y cada tribu también tiene asignado un estilo, que los actores tuvieron que aprender a dominar. Y no todos tenían la suerte de los dos protagonistas principales, Noah Ringer (Aang) y Dev Patel (Zuko), ambos con un cinturón negro en taekwondo: Nicola Peltz (Katara) sólo había jugado al hockey antes de ponerse de lleno con el kung-fu.

A nivel técnico, Shyamalan también ha tenido que adaptarse. Es la primera película en la que ha montado mientras rodaba, lo que permitía acelerar la integración de efectos especiales. A través de sus iPhone, el equipo podía previsualizarlo todo. Pero el mayor reto fue rodar en 3-D, algo que a Shyamalan no le convence del todo. 'Al principio era bastante escéptico. El 3D me parecía una carga y más rodando con niños. Luego me enteré que Tim Burton había intentado rodar en 3-D y que finalmente lo había dejado: me sentí mucho mejor [risas]'. Pero cuando vio Alicia en el País de las Maravillas le pareció que 'el efecto era muy sutil', ideal para un director cuya idea de la tecnología es minimalista. 'La gente siente la idea de que el 3-D tiene que estar siempre saltando hacia el público. Yo creo que es al revés, hay que llevarlo todo hacia el fondo. Para mí, el 3-D está bien para grandes épicas y fantasías... y poco más. Hemos vivido una gran explosión inicial, pero creo que poco a poco la cosa se ha desinflado'.

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