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Damon Albarn hace 'zapping' africano en la playa

La descerebrada caravana de Africa Express reúne a 45.000 personas en Galicia

ELENA CABRERA

Dieron las diez de la noche en un escenario instalado junto al mar. Pablo Díaz-Reixa, más conocido como El Guincho, el músico canario que ha seducido al indie americano con su pop electrónico tropical, cogió un micro para presentar el espectáculo: 'No tenemos ni idea de lo que hemos venido a hacer aquí'. Su arrojo de sinceridad desvelaba que había llegado la hora y Africa Express, el show multiétnico del impredecible Damon Albarn, aún estaba cogido con alfileres.

A golpe de telefonazo, Albarn te monta un festival exprés en dos días. El que fuera icono del pop británico desenfadado y juvenil de los noventa tiene hoy 42 años y aún cara de niño. Ya puede hacer óperas chinas o discos en Mali, que si se rodea de amigos y un poco de juerga sobre un escenario, el ex líder de Blur no dejará de botar, de bailar como un boxeador y de gritar '¡Olé!' ante un fabuloso solo de guitarra.

'No tenemos ni idea de lo que hemos venido a hacer aquí', dijo El Guincho

En la playa de Santa Cristina de Oleiros, muy cerca de A Coruña, las actividades de Xacobeo 2010 dieron forma el sábado a un evento multicultural titulado Festa Dos Mundos. Isabel esperaba desde las doce de la mañana para ver Africa Express. Lucía con orgullo una vieja camiseta de Blur descolorida, que ha sobrevivido a una década odiando el britpop y a otra echándolo de menos.

Apareció en escena la pareja de invidentes Amadou & Mariam. Mientras Amadou cantaba en francés 'mi amor, querida, no me abandones', ella le acariciaba la cabeza. A partir de la segunda canción, comenzó el desmadre: los invitados saltaron al ruedo, casi siempre sin presentaciones, y se colocaron discretamente en un costado. Como Nick Zinner, guitarrista de los Yeah Yeah Yeahs! Otros recorrían con alegres zancadas el escenario, como los malienses Ceikh Tidiane Seck. La española Amparo Sánchez, ex Amparanoia, asumió el papel de catalizador y buscó la participación del público, convertido en artista colectivo. 'Es que nos gusta la música, pero lo que más nos gusta es compartirla', explicó a Público la cantante cuando el concierto había terminado.

Amparo regresaba una y otra vez al escenario. Cuando se disipaba el humo artificial, asomaba un segundo plano de gente, más allá de la batería, donde los músicos que no estaban tocando bailaban, charlaban o se sacaban fotos con sus teléfonos que se podían ir cotilleando en Twitter. 'No es normal ver a tanta gente en el escenario aclaraba Sánchez pero es que teníamos los camerinos lejos y no queríamos perdernos la fiesta'. Amparo se dio el gustazo de interpretar su canción Corazón de la realidad acompañada de Mariam y Amadou, el guitarrista flamenco Javier Conde, los colombianos Choc Quib Tob y una leyenda del rock, el bajista de Led Zeppelin John Paul Jones.

A golpe de telefonazo, el ex líder de Blur te monta un festival exprés en dos días

La esperada aparición de Damon Albarn se produjo con una hermosa canción maliense, sentado a un viejo piano de pared. Un intenso 'ooooooh' vertebró a los asistentes, que alcanzaron los 45.000 según la organización. Algo lejos de los 100.000 esperados. De golpe, la tradición se solapó con el ruido cuando llegó el turno de Triángulo de Amor Bizarro, que invitaron a Mehdi Haddab a tocar el oud durante su canción El crimen: cómo ocurre y cómo remediarlo, uno de los experimentos más raros de la noche. El argelino está habituado a fusionar la música tradicional magrebí con el rock y la electrónica, por lo que parecía cómodo dentro de la maraña de noise-rock del único grupo gallego.

La marea se llevaba a unos músicos y atraía a otros. John Paul Jones se escondía con modestia a un lado del escenario, pero las notas de su bajo sonaban potentes. La pleamar nos trajo una cantante de voz áspera de precioso temblor. Era la maliense Rokia Traore, quien, recorrien-do mundo como hija de diplomático, se hizo fan de Gainsbourg y acabó dándole un nuevo uso a los instrumentos tradicionales de su tierra. Rokia homenajeó a Fela Kuti, el creador del afrobeat, interpretando su canción Lady. Varias mujeres irrumpieron en escena, descalzas, con un baile desenfrenado y espontáneo. De repente, un viento barría el escenario y aparecía un sobrio cuadro flamenco de dos guitarras y un cajón: Javier Conde y familia.

Los músicos que no estaban tocando bailaban, charlaban o se sacaban fotos

Damon reapareció para interpretar On Melancholy Hill, de Gorillaz. Mariam y Amadou lo acompañaron. No le veían, pero le sentían, porque Damon les besaba y abrazaba. La aparición del cubano Elíades Ochoa fue aplaudida con banderas de la isla. El público chilló ante los primeros acordes de Chan chan. El inglés bailaba el son y llegó a cantar trozos de la letra, ante el asombro de muchos.

Después, las miradas se concentraron en algo que deslumbraba: la chaqueta y la chistera de purpurina del argelino Rachid Taha, una fiera del escenario que hace mahgreb-punk. Damon grita '¡Rachid!', este contesta '¡Damon!' a lo que este replica '¡olé!' y añade '¡mucho amor!'. Damon estaba muy alegre. Rachid preguntaba: '¿Conocéis a Mick Jones?'. Sonriendo, apareció el guitarrista de los Clash para tocar la canción más esperada de la noche: Rock the Casbah.

John Paul Jones se colocó a un lado, Mick Jones en el otro y la súper estrella Rachid en el medio. Damon gritaba por el micro, cogía botellas de agua y regaba las primeras filas. Abajo, en la arena, los pies se hundían y se bailaba como se podía, pero muchos gritaban 'Sharia don't like it, rockin' the Casbah!'. El maestro de ceremonias mojaba también a los músicos y abrazaba a Mick Jones, mientras este seguía tocando la guitarra, a duras penas.

Ese fue el verdadero final del concierto. La posterior aparición de Femi Kuti, el hijo del venerado Fela, difuminó el clímax y despidió la noche tibiamente. Y Africa Express se desconectó en Galicia.

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