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"Nos definen los objetos que poseemos"

Leanne Shapton publica ‘Artefactos importantes', que Brad Pitt y Natalie Portman llevarán al cine

ÁLEX VICENTE

Lenore Doolan es crítica culinaria. Harold Morris es fotógrafo. Se conocen en una fiesta de Halloween. Se enamoran, se marchan a vivir juntos y, cuatro años más tarde, deciden separarse. La historia parece banal, pero el libro resulta casi revolucionario. La canadiense Leanne Shapton ilustradora, grafista y, hasta hace unos meses, jefa de diseño de Opinión de The New York Times ha inventado la novela en forma de catálogo de subastas. Los objetos que pertenecieron a la pareja, subastados tras su ruptura, permiten descubrir esta historia de desamor. Brad Pitt y Natalie Portman protagonizarán la adaptación cinematográfica, tras ganar los derechos a Julia Roberts, otra fan de un libro traducido en diez países. Duomo lo publica en España estos días.

¿Cómo surgió en su cabeza una idea tan insólita?

Empezó al descubrir un catálogo de las posesiones que Truman Capote dejó al final de su vida. Compré algunas cosas en esa subasta: tres abrigos. Como Capote era tan menudo, a una mujer le sientan perfectos [risas]. Me di cuenta de que, a través de sus letras, ceniceros y tarjetas de crédito, podías entender quién fue y cómo vivió. Así que se me ocurrió contar la vida de alguien a través de sus objetos. Pero no quería que muriera nadie, así que preferí que muriera algo. Y decidí que fuera el amor.

El libro parece señalar que somos igual que las cosas que acumulamos.

'Los materialistas tenemos mala prensa y parecemos superficiales'

Sí, los objetos que poseemos nos definen. Somos lo que nos gusta. He intentado definir a dos personajes a través de sus artefactos y propiedades. Es algo que también hacemos en la vida: intentar entender cómo es alguien a través de los signos que proyecta. Un bolso carísimo o una barba mal afeitada dan mucha información.

¿Pretendía reinventar el género de la novela?

No soy tan ambiciosa. Es halagador que lo hayan visto como un libro tan revolucionario, pero lo escribí así sólo porque lo probé de mil maneras distintas, pero ninguna funcionaba. No se me da especialmente bien escribir: toda mi carrera ha consistido en combinar imágenes y texto, y es lo que sé hacer. Debe ser mi manera de comunicarme. También acumulo cientos de cosas. Soy incapaz de tirar nada. Tengo hasta un pedazo de tronco de árbol que me regaló un ex novio...

¿Sin ellos, desaparecerían sus recuerdos?

Los objetos logran emular e intensificar los recuerdos. Mi padre era diseñador industrial, así que siempre me han gustado los objetos. Encariñarse con ellos me parece humano. Sé que los materialistas tenemos mala prensa y somos juzgados como superficiales. Pero no creo que seas menos profundo porque te gusten los botes de Ketchup o los mapaches de peluche, en lugar de cosas más abstractas.

¿Se identifica más con Hal o con Lenore?

Lenore tiene mi letra, viste mi ropa y trabaja en The New York Times, aunque en el fondo me parezco bastante a Hal. Es autodestructivo, codicioso y egoísta. Y yo soy todo eso. Aunque por lo menos soy honesta y lo reconozco [risas].

La forma es transgresora, pero la historia resulta muy tradicional: chico conoce a chica y...

No quería atosigar al lector. La forma ya es suficientemente atípica como para que, encima, utilices una historia compleja. Pensé que todo el mundo se identificaría con una historia de amor que no funciona: todos hemos vivido una.

¿Todas las historias de amor se parecen?

Las que fracasan, sí. Todos somos animales y nos gusta que nos acaricien en los mismos lugares, como los gatos. Metabolizamos el amor de la misma manera. Y nos hieren de formas muy parecidas.

¿De dónde sacó los objetos y los actores que interpretan a los protagonistas?

El 70% de los objetos son míos. El resto, los compré en mercadillos, por eBay o los robé de restaurantes, como esos saleros... Pero mostrando sólo los objetos, el libro sería demasiado clínico. Así que pedí a Paul, un amigo diseñador, que hiciera de Hal. Y a Sheila, una escritora canadiense a quien conocía un poco, que interpretara a Lenore. Lo curioso es que no se cayeron especialmente bien.

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