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Del incesto al canibalismo

Manuel Martín Cuenca reflexiona sobre el mal y la no-culpa en Caníbal, historia de amor de un hombre que se come a sus víctimas, con la que aspira a la Concha de Oro

BEGOÑA PIÑA

Manuel Martín Cuenca compite en el Festival de San Sebastián con Caníbal, adaptación al cine del relato del cubano Humberto Arenal, con la que reflexiona acerca del mal, de la no-culpa y de la confusión moral de esta sociedad. La película, protagonizada por Antonio de la Torre, es la historia de amor de un hombre que se come a sus víctimas, un 'tipo como nosotros que ha cruzado la línea'. Escrita junto a Alejandro Hernández, la película -una coproducción con Francia y Rumanía-, está ambientada en Andalucía, en Granada, y no en Cuba, 'porque tenemos suficiente mal en Europa para contar esta historia aquí'.

La novela es una historia de amor ¿es lo que más le interesó de esta historia?

Me interesó el canibalismo, el tabú más grande que puede haber. Ya había hecho antes una película sobre el incesto (La mitad de Óscar), y quería seguir investigando esos límites. Es como la mayor representación del mal, un tipo que asesina mujeres sin ningún sentimiento de culpa. Me parecía muy atrayente.

Siempre se ha reflexionado alrededor del mal, pero últimamente en el cine han coincidido unas cuantas películas que lo hacen de forma muy explícita.

Es inevitable sobre todo en épocas como ésta, de confusión moral, de pérdida. Al final todas las películas son testimonio de una época, pero películas sobre el mal siempre ha habido. Y mis películas, menos Malas temporadas, que era la más social, siempre han tenido una mirada política a través del género. Creo que ésta habla por sí sola. Yo no soy un cineasta evasivo.

Parece que a usted le interesa más la ausencia de sentimiento de culpa que el mal en sí, ¿es así?
Se hace el mal pero no se tiene conciencia de culpa. Siempre he pensado que un nazi que estuviera dirigiendo un campo de exterminio seguramente se levantaba por la mañana, se hacía sus huevos y su café, leída el periódico, daba un beso a su mujer y luego se iba al campo. Todo de la manera más normal posible. Cuántos genocidios que no se cuenta... Caníbal es la historia de un tipo que es así, no es un monstruo, una desviación de la naturaleza, es un tipo como nosotros solo que ha cruzado la línea.

Martín Cuenca: 'Se trata de inquietar al espectador, de llamarle a reflexionar sobre lo que él podría ser'

Pero cómo llega ahí el personaje no le preocupa, no se interesa por eso en la película.

No, se trata de inquietar al espectador, de llamarle a reflexionar sobre lo que él podría ser. Uno no es un corrupto porque lo decida un día por la mañana, sino que empieza en una deriva y acepta las cosas luego como la normalidad, eso es lo más terrible. Seguramente, ese ‘señor' que todos sabemos y que ahora está en la cárcel siente que es una víctima. Y ese es el planteamiento en el que vive el personaje de Carlos. Y en eso es más noble que otros de la realidad, porque el viaje de este personaje hasta darse cuenta del dolor que sienten los otros no lo hace casi nadie.

Toda la película está llena de acciones repetidas del personaje, de su rutina, ¿para él el asesinato es rutina?

Sí, para él asesinar es algo normal en su vida y yo he intentado contarlo de la forma en que se sienta eso, que se entienda la integración del asesinato en la rutina. Para ello he buscado la manera formal, el menor número de planos posibles, un ritmo lento, los encuadres.... Todo refleja una cierta representación teatral. No creo en el costumbrismo en una película, aquí he intentado despojarla de esos elementos.

Este hombre mata a sus víctimas y se las come. En eso hay algo de sentimiento religioso, ¿no?

Es el plus, poseer a las víctimas de esa manera es una encarnación mayor del mal. Y sí, el concepto espiritual del asunto está enraizado en la sociedad de Occidente y más en la española. Queramos o no, este país es profundamente religioso y está influido por eso. La muerte, la sangre, el sacrificio, el perdón, el amor al prójimo...

¿Diría que ésta es su película más española?

Sí. Rodando me he dado cuenta de que soy un cineasta cristiano, marcado por los conceptos que el cristianismo me ha impuesto. Y aquí he decidido dejarme llevar por lo que soy, y yo soy español del sur, andaluz.

Ha elegido que el punto de vista sea el del personaje y que el espectador sepa más que los otros personajes, ¿por qué?

Para que el espectador sea cómplice del asesino. El espectador comparte un secreto con el protagonista. No quería distracciones ni hacer juicios, pero huimos de la idea de identificarnos con el personaje, aunque podríamos haber manipulado al espectador. Nosotros mostramos cómo actúa el personaje, pero advertimos al espectador para que no se identifique. Hay un momento en que se preguntará ¿qué hago acercándome a este tío? No queremos juzgar al personaje, pero sí hacer comprender al público.

 'Hay un momento en que el espectador se preguntará ¿qué hago acercándome a este tío?' afirma el cineasta ¿Cómo ve usted a su personaje?

A mí Carlos me parece una víctima, una víctima de sí mismo, pero víctima. Yo comprendo el drama, aunque no lo comparto. La idea es contar que ese personaje también es un hombre y eso es terrible. No es una película de buenos y malo y por eso no quisimos contar la historia en Cuba, hubiera resultado paternalista... Tenemos suficiente mal en Europa para contar esta historia aquí.

Con esta película se corría un riesgo mayor que con otras de caer en algo grotesco ¿le preocupaba esto de alguna forma?

Entiendo el cine como un acto de convicción. Además, te salga bien o te salga mal, siempre habrá alguien que dirá que resulta la película o una escena resultan ridícula. En esta película yo no he pensado demasiado en los límites, aunque reconozco que sí hubo gente que me lo dijo durante el proceso. Pero para mí el cine es un acto de convicción. Y ese acto de convicción proviene de que no me importa si hacemos el ridículo. Hay que intentar no tener miedo al fracaso. Es solo una película.

¿Qué necesitaba del actor que interpretara el personaje?

Antonio de la Torre era uno de los actores en los que pensábamos cuando escribíamos. Este es el primer protagonista absoluto que hace. Él tiene mucha fe y yo tuve un momento en que ya le vi en el personaje. Le propuse que eligiera una escena para trabajar y eligió la del filete. Se trajo su filete de casa, lo calentó en el microondas, se sentó y se lo comió.

El personaje da menos miedo en los espacios cerrados que en el exterior ¿qué intención hay detrás de esto?

Antonio decía que pensaba que era una especie de depredador, un felino en espacios abiertos, manteniendo la calma hasta que ataca. Yo no quería que fuera un asesino común. Carlos mata, pero no lleva pistola, él disfruta no solo de matar, sino también de cazar y eso se hace fuera, en el mundo.

¿Qué espera del Festival de San Sebastián?

Que vaya lo mejor posible y que al público le guste lo más posible. Me gustaría que al público le volvieran las imágenes después de ver la película y que debatiera sobre ella. Si nos ha salido bien, la película es una espoleta para hablar de otras cosas.

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