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"Diaz significa haber ejercido un gesto de libertad"

El cineasta Daniele Vicari estrena este fin de semana en España una película denunciando la represión policial durante la cumbre del G8 de 2001 en Génova

DANIEL FERNÁNDEZ

 

En 2001 la ciudad de Génova albergaba la vigesimoséptima cumbre del G8. Unas 300.000 personas de diferentes nacionalidades acudieron a la cita entre el 20 y el 22 de julio para protestar contra la presencia de los países más poderosos del mundo en un contexto de rechazo creciente contra la globalización. Una postura que ya había tenido un antecedente similar en Seattle, en 1999, cuando decenas de miles de manifestantes se movilizaron contra la Organización Mundial del Comercio.

De la misma forma en que aquellos sucesos fueron recreados en la película Batalla en Seattle, el cineasta italiano Daniele Vicari se ha encargado de hacer lo propio con un episodio de la represión que tuvo lugar hacia el final de las protestas, cuando las manifestaciones ya habían cesado: 300 agentes de policía irrumpieron a medianoche en la escuela Diaz-Pascoli, sede del Centro de Prensa del Foro Social de Génova, una coordinadora que exigía la cancelación de la conferencia del G8, por entender que los líderes mundiales tomarían decisiones que afectarían a más personas de las que representa. 

93 residentes fueron arrestados en el centro después de que las fuerzas del orden, que habían entrado con la excusa de capturar a los subversivos integrantes del black bloc, golpearan violentamente a una mayoría de personas que no formaban parte del mismo. Diaz: no limpiéis esta sangre es la denuncia contra aquella brutalidad, la misma que más tarde salió prácticamente impune de la Justicia, ya que de los 300 policías que entraron en la residencia sólo 27 fueron sancionados. Una cifra de castigos que, aunque puede parecer  insuficiente, ya es mayor que la arrojada tras la muerte de Carlo Giuliani, el joven que murió en aquellas protestas tras recibir un balazo desde un furgón policial, incidente por el que nunca se llegó a celebrar juicio.  

Una tradición de películas ha tratado de romper la amnesia colectiva en lo que concierne a los abusos del poder. Diaz: no limpiéis esta sangre pertenece a esta estirpe y su director, Daniele Vicari, ha charlado con Público para explicar los motivos que le han llevado a grabar este film.

La película intenta 'analizar cómo la frustración puede explotar en violencia cruda e incontrolada' por parte de la Policía, ¿cree que las protestas en Génova fueron razones suficientes para que la Policía se sintiera frustrada y agrediera de aquella forma al centenar de estudiantes?

La frustración de la policía es tan sólo uno de los elementos en juego en lo que sucedió en Génova. Por encima de todo, el comportamiento de las fuerzas del orden estuvo motivado por un elemento político ya que el movimiento ponía en entredicho la tendencia mundial de la financiación de la economía, y esto en 2001 era un insulto. Todos los gobiernos del mundo tenían miedo al movimiento y por tanto levantaron un muro. Los ciudadanos se convirtieron en ‘enemigos' de la clase dirigente. El segundo motivo está relacionado con la confusión política que se vive en Italia desde hace muchos años y que provoca que los órganos del Estado hayan sustituido a la política. De hecho, hay una suplencia de la magistratura y la Policía en muchos ámbitos.

La debilidad de la política hace que la Policía sea el único interlocutor de los movimientos, el único regulador de los conflictos sociales. Esto no sucede sólo en Italia, por desgracia es un problema europeo y no sólo italiano. De aquí se deriva el hecho de que la Policía, en el conflicto permanente con los ciudadanos que protestan, se perciba a sí misma como 'parte política' que se contrapone a esos sujetos sociales que son la fuente del conflicto. Y como no consigue gestionarlo de manera democrática, entonces deja aflorar su lado más regresivo, sus componentes más ideológicas, y sus límites estructurales y culturales.

'Los policías liberan sus instintos en lugar de ponerles freno cuando los lanzan a la calle'

Los policías, seleccionados con criterios militares y formados con criterios anticuados, liberan sus instintos en lugar de ponerles freno cuando los lanzan a la calle. Es esta falta total de inhibidores lo que puede transformar a un hombre o a una mujer de uniforme en represor y, como en el caso de Bolzaneto, en torturador. Sin una norma que reconozca el delito de tortura, estos comportamientos se convierten objetivamente en lícitos, practicables.

Díaz: no limpiéis esta sangre se enmarca dentro de una tradición de películas que muestran los abusos de autoridad por parte de las fuerzas del orden, como hiciera, por ejemplo, Paul Greengrass con Bloody Sunday en el año 2002, ¿qué papel cumplen a su juicio los filmes de este tipo?

Una película es, antes que nada, una película. La narración cinematográfica, pudiendo mostrar el lado oscuro de la experiencia humana nos permite, además, concienciarnos. Esto vale tanto para las películas de terror como para las políticas. Los ciudadanos, espectadores de una película determinada, ponen a prueba su sentido común con esas experiencias extremas, encontrando su posición con respecto a la política o los cambios sociales. Si una película tiene éxito, la experiencia de los espectadores es compleja, contradictoria, interrogativa y nunca aseverativa. Por ejemplo, preguntarse si la democracia en la que vivimos es realmente una democracia, forma parte de esa experiencia compleja. Provoca preguntas, por tanto, movimiento, apertura mental, relaciones. 

Sin embargo, Greengrass tardó 30 años en realizar su película y usted ha tardado 12, ¿a qué se debe tanta demora?, ¿ha encontrado dificultades para llevar a la pantalla un tema tan sensible? 

El cine, sobre todo en Europa, está muy ligado a las instituciones y a la política a través del financiamiento público, las comisiones de censura, el mercado... las instituciones funcionan, son máquinas que tienden a derribar todo lo que las pone en discusión. Narrar la historia de la Díaz y las de Bolzaneto ha significado dirigir una mirada hacia todo eso que no se debe decir, por tanto, no han faltado dificultades, pero haber realizado Diaz significa también haber ejercido un gesto de libertad que hace nuestro país más libre. Italia es un país complejo, algunos hablan de que es un laboratorio político. En este laboratorio todos somos un poco víctimas y asesinos. 

El cine político está marginado en comparación con la cantidad de cine de entretenimiento que vemos hoy en día, ¿cuál es la motivación de un director para rodar películas que asume de antemano que no van a producir tantos beneficios como, a priori, podría hacerlo una cinta más comercial?

Cada uno de nosotros decide la manera en que se enfrenta al mundo. Si hacer comedias navideñas te hace sentirte bien, pues es justo que las hagas. A mi lo que me sienta bien es contar historias como la que he contado.

'El futuro es nuestro, debemos tomar las riendas. Ahora mismo'

Sabemos que la mayoría de los responsables de aquellas agresiones no han sido castigados, conocemos que el asesinato de Carlo Giuliani nunca tuvo un juicio para limar culpabilidades, ¿qué legitimidad tiene la democracia si ocurren estos sucesos, de los que la mayoría de los culpables salen impunes?

La democracia es un proceso, no es algo que pueda ser conquistado de una vez. Si mi país tiene problemas democráticos, esto no solo me afecta, sino que depende también un poco de mi. Si acepto la verdad oficial porque mi problema es mi cuenta bancaria o vivir tranquilo, tengo que asumir mi parte de responsabilidad por estar bloqueando el proceso democrático, por enterrar mi conciencia en el oportunismo. Alguien me va a pedir cuentas por este comportamiento en algún momento. Si un hombre o una mujer que trabaja para las instituciones y que ha cometido un delito grave, permanece impune, está claro que el ciudadano no creerá en las instituciones. El que permite este tipo de actos pierde credibilidad. No es ninguna casualidad que las fuerzas políticas en Italia estén totalmente deslegitimadas a ojos de los ciudadanos.

Finalmente, ¿qué futuro cree que le esperan a las protestas sociales si la represión es prácticamente impune, si los gobernantes responden más ante los mercados que ante el pueblo, y si son necesarias películas como la suya para romper la amnesia colectiva?

El futuro es nuestro, debemos tomar las riendas, cueste lo que cueste. Ahora mismo.

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