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La diva del histrionismo enseña a sobrevivir

Miguel Roig escribe sobre Belén Esteban y la sociedad actual

PEIO H. RIAÑO

Estamos tan acostumbrados a verla al otro lado del espejo, que podría parecer una obra de teatro. En cualquier caso, es una representación en la que la tiranía de la conmoción arrasa en cada una de sus intervenciones y del corifeo que le rodea. Sin embargo, es algo más. Es la función más descarada de lo que se espera del ciudadano: la estridencia, la negligencia de las emociones, la risa, el baile, el chisme, el grito, la lágrima, el baile del disfraz de las personalidades que consiga hacerle protagonista del share.

Miguel Roig, autor de Belén Esteban y la fábrica de porcelana (Península), cree que vivimos sin guion, como la propia Belén Esteban. Y, como ella, caminamos desorientados adaptándonos, como se puede, a un mundo que ha perdido los grandes relatos que marcaban el camino.

'El mensaje que manda Belén Esteban en cada una de sus actuaciones es que necesitamos todos esos disfraces que ella exhibe para desenvolvernos en el juego actual', explica Roig. Transformarse para sobrevivir. 'No es uno el que lleva el ritmo del relato, sino que es llevado porque no hay relato. Se acabaron los grandes relatos sociales, como el del trabajo del modelo fordista de la gran fábrica'.

'Belén Esteban es una máquina fascinante, cambia cada 15 minutos' 

Cuenta el autor que su padre tuvo dos trabajos en su vida. ¿Cuántos trabajos se pueden llegar a tener en un mes hoy, con suerte, en pleno azote de la precariedad laboral? Parece que sólo la memoria puede hoy situarnos ante un presente que tiende a eternizarse al haber perdido el futuro, como decía Don DeLillo.

Cuando Roig habla de los grandes relatos perdidos, habla de la desorientación actual: 'Cuando te levantas por la mañana y no sabes cómo vas a acabar el día, tengas o no trabajo, puedes acabar dudando hasta de tus propias relaciones. Porque es vivir sin guiones. Es exactamente lo que le sucede a Belén Esteban, ella también se representa sin guion'. Queda claro que Belén no es sólo un sitio sobrecogedor al que mirar, sino desde el que observar el mundo que la rodea, que es el nuestro.

Y en este mundo que nos ha tocado vivir, se acabó el culebrón, otro gran relato muerto. Las televisiones se nutren de la hiperrealidad. Es una gran novela experimental en la que prepara un discurso realista y en la que Belén Esteban es la aventajada de la clase, porque 'carga la retransmisión como si fuera un accidente más en la vida de Belén Esteban'.

'Hay actores que morirían por conseguir sus herramientas'

El personaje puede llegar a liderar las conversaciones nacionales de política, dirigirse a un espectador en el plató, hablar de sus relaciones con su novio y hacerlo todo de un momento a otro, sin capítulos.

'Belén Esteban puede hacerlo todo, cambia cada 15 minutos. Es una máquina fascinante', explica Roig. Esa transformación es la que se pide con cada nuevo puesto de trabajo, con cada nueva relación, ser diferente cada día. Para el autor, hay actores que 'morirían por conseguir esas herramientas de Esteban. Tiene una capacidad histriónica increíble. Es curioso ver cómo se alaba en cada programa su gran honestidad, cuando no es más que un puro disfraz cambiante'.

A Roig no deja de sorprenderle que en apenas 20 años en la televisión de este país se haya pasado del desnudo parcial de las Mama Chicho al integral de Belén Esteban. 'Con los 15 segundos de Tejero, Belén Esteban nos ha contado quién es y qué quiere en la vida. Porque de los 15 minutos que Warhol pedía de fama para cualquiera de nosotros, ella los ha reducido a 15 segundos'.

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