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Un documental muestra cómo una condena injusta calmó la ira social

La Seminci proyecta el caso de Paco Larrañaga en Filipinas

 

BRAIS BENÍTEZ

Un horrible crimen que sacudió a una comunidad. Unos medios de comunicación que construyeron el retrato de un abominable villano, violador y asesino y un sistema profundamente corrupto donde tuvo lugar un juicio lleno de irregularidades. Rodado a lo largo de siete años en tres continentes, Give up Tomorrow: In the Face of Injustice, no one is safe (Ríndete mañana: en la cara de la injusticia, nadie está a salvo) indaga en la historia de Paco Larrañaga. De madre filipina y padre vasco, Larrañaga fue condenado sin pruebas a la pena capital por el asesinato de dos chicas en la isla de Cebú, en Filipinas.

El caso de Larrañaga saltó a la opinion pública española en 2005 con una primera cinta producida por Mediapro y de los mismos autores. La presión popular y las gestiones de las autoridades españolas lograron traer a Larrañaga a una cárcel del País Vasco, donde sigue cumpliendo condena. Esta es la historia que desarrollan Michael Collins y Marty Syjuco, director y productor de un documental que ha sido galardonado en numerosos festivales como el de Tribeca, en Nueva York, y que hoy se estrena en la Seminci de Valladolid.

Más de 30 testigos apartados del juicio avalan la inocencia del condenado

En 1997, Larrañaga fue en­­­cerrado en una prisión de máxima seguridad, 'una ciudad enmurallada bajo el control de bandas violentas', explica Collins, donde él y Syjuco trabajaron durante meses. 'El trabajo en la prisión fue uno de los mayores retos', prosigue el director. 'Cada vez que íbamos a rodar, volvíamos rápidamente a Manila, donde nos sentíamos seguros. Nadie sabe quién podría estar destrás de la condena de Paco', recuerda Syjuco.

'La población nunca había experimentado un crimen como aquél y necesitaban a alguien a quién culpar', explica el director. Más de 30 personas atestiguan que Paco se encontraba entonces en Manila, a 350 km del lugar del crimen. 'El legado poscolonial en Filipinas dejó la tensión de la guerra de clases que los medios agitaron en este caso', sustenta Collins. 'Y a eso se suma la corrupción endémica que existe en el país', añade Syjuco.

La cinta retrata la fortaleza de una familia con todo un país en contra; los testigos que no pudieron declarar en el juicio y en los que aún pervive el miedo a hablar; y la fuerza de voluntad del protagonista, que cada amanecer se decidía a acabar con todo, pero que terminaba prometiéndose: 'Me rendiré mañana'.

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