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El dragón de Norman Foster echa a volar

ANDREA RODES

Uno de los mayores placeres al sobrevolar Pekín en avión este invierno era ver aparecer entre las capas de polución la silueta del nuevo aeropuerto internacional, diseñado por el arquitecto inglés Norman Foster. Desde la ventanilla, su tejado de acero ondulado, de 3.25 kilómetros de largo, parecía la cola de un inmenso dragón. Es ondulado, dinámico, simboliza la belleza y la emoción de volar. Las grúas y andamios que lo rodeaban ya no están. Todo está a punto para que la recién acabada Terminal 3 empiece hoy a funcionar.

'El diseño del aeropuerto nace del contexto cultural chino', ha repetido Foster en diversas ocasiones para explicar el porqué de la forma de dragón del tejado - en China, este animal es símbolo de fuerza y buena suerte - o el predomino de los colores tradicionales rojos, naranjas y amarillos. Considerado el edificio más grande del mundo, el aeropuerto mide 1,3 millones de metros cuadrados y está pensado para atender a 50 millones de pasajeros en el año 2020. Ver el edificio de punta a punta desde el suelo es imposible.

Según Foster, 'la nueva terminal ofrece una experiencia de viaje inigualable'. No sólo por los avances tecnológicos, sino también en términos de comodidad para los pasajeros y sostenibilidad medioambiental. Los enormes ventanales, orientados al este y al sur, permiten la entrada de luz natural y para mantener las condiciones adecuadas de la temperatura interior sin derrochar energía.

'La orientación al sur es una tradición de la arquitectura china', explica JoJo, una joven de 22 años que hoy debuta como azafata en el mostrador de información. En China, la mayoría de las casas se construyen y se decoran respetando los principios del feng shui (aire-agua). El precio de una vivienda puede variar mucho en función de su orientación cardinal.

Duro trabajo

El mostrador de JoJo se encuentra en el amplio vestíbulo de facturación internacional, frente a un enorme escultura de bronce, que representa a cuatro dragones sujetando un globo terráqueo. 'Me hace ilusión atender a los millones de pasajeros de todo el mundo que visitarán Pekín durante los Juegos Olímpicos', dice JoJo. Su inglés es muy limitado. A partir de hoy, le tocará estar siete horas seguidas de pie en el mostrador, siete días a la semana. Tiene media hora para el almuerzo, pero la comida no va incluida en su salario mensual de 700 yuanes, alrededor de 70 euros.

El nuevo aeropuerto será la puerta de entrada de los atletas olímpicos a Pekín y por eso 'fue diseñado para ser acogedor y estimulante al mismo tiempo', según Foster .El interior de la Terminal 3 es nítido y espacioso, libre de salas y compartimientos que puedan desorientar al pasajero. Foster consigue la sensación de estar en un hangar gracias al uso de pilares y columnas de distintos colores y tamaños para sujetar en entramado de acero del techo. En total se emplearon más de 45.000 toneladas de acero, símbolo de la industrialización cuando el presidente Mao lanzó la política de 'El gran paso adelante', en 1958. China se volcó en la producción de acero con el objetivo de superar a Inglaterra en 15 años.

Referencias navales

ara diseñar la complicada estructura de acero, Foster se inspiró en la experiencia de China en construcción naval. Su intención era reflejar la modernización de China, fusionar los avances tecnológicos y la ingeniería punta con elementos esenciales de su cultura: columnas de acero rojas para enmarcar los pasillos centrales, como en los antiguos templos; la planta del edificio en forma de 'ren', carácter chino que significa 'gente'; o el tejado dorado, el mismo color que el tejado de la Ciudad Prohibida, el centro emblemático de Pekín. Ambos edificios simbolizan el resurgir de China en dos períodos distintos.

La construcción del aeropuerto se ha terminado en cuatro años y han participado 50.000 trabajadores. Un logro que, según Foster, se debe a la gestión eficiente y no a la cantidad de recursos empleados. La prensa inglesa recuerda estos días que se ha necesitado el mismo plazo sólo para aprobar los planos de la nueva terminal 5 del aeropuerto de Heathrow, diseñada también por Foster. El aeropuerto de Pekín es un 17% más grande que las cinco terminales de Heathrow juntas.

Norman Foster, el señor de las decisiones exprés 

 El arquitecto Norman Foster (Manchester, 1935) hizo el servicio militar en las fuerzas áreas inglesas (RAF) y es probable que siga siendo un enamorado de volar. Hasta ha diseñado un modelo de aeroplano teledirigido. Sin embargo, su gran pasión son los hangares, tal y como ha dejado ver en sus aeropuertos con diseños de arquitecturas diáfanas y ligeras, como los de Stansted, en Londres, el Chep Lap Hok de Hong Kong y ahora en el de Pekín.

Durante sus primeros proyectos Foster se inclinó por un pronunciado carácter “High-tech”. Pero no tardó en suavizar el excesivo tratamiento técnico. En todo caso, los proyectos de Foster y sus socios llevan un marcado sello industrial. Entre los premios que le cubren de gloria destaca el de Arquitectura Contemporánea Mies van der Rohe y el Pritzker. Foster se ha erigido en uno de los iconos de vanguardia de la nueva China, que emerge a golpe de hormigón y planes de construcción con permisos rápidos. Su capacidad de gestión, con equipos solventes, le convierten en el arquitecto ideal para una ciudad lista para la utopía. 

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