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El drama de los desahucios se hace musical

'Artículo 47', una obra que trata el tema de los que han perdido su hogar por no poder asumir la hipoteca se estrena hoy en el teatro Alfil

Un instante de la actuación en el teatro Alfil

ALFONSO ÁLVAREZ-DARDET

MADRID.- El Artículo 47 de la constitución dice que todo español “tiene derecho a tener una vivienda digna y adecuada”. Pese a lo escrito, para muchos, disponer de un hogar es un privilegio que no se pueden permitir. Desde que esta maldita crisis dio la cara como si de un cáncer que se extiende sin control se tratara, hemos sido testigos de cómo los agentes de la ley entraban en las casas, patada en puerta, para desahuciar a cuantos allí se encontrasen. Auténticos dramas que han llevado, incluso, al suicidio a quienes bien por vergüenza o por desesperación e impotencia no han podido ni sabido reaccionar.

Hace tres años, la directora Lorena García se puso en contacto con miembros de la Plataforma de Afectados por los Desahucios, asociación que vela por los intereses de aquellos que pueden perder sus viviendas o la han perdido, para interesarse por casos de perjudicados. Cuando escuchó sus historias de primera mano decidió llevarlas a los escenarios. Para ello reunió a un grupo de actores y se embarcó en un proceso de investigación que incluye entrevistas con personas que se han visto desprovistas de sus hogares. Los intérpretes, junto a la dramaturga Lola Blasco han sido los encargados de crear el relato, ficticio, que se apoya en testimonios reales. El resultado se llama Artículo 47, y se representa desde hoy en el teatro Alfil de Madrid.

A este tipo de obras se le llama Verbatim y están muy extendidas en Inglaterra. Se podría definir como teatro documental donde la dramaturgia se mezcla con opiniones y declaraciones reales de los implicados.

Mirando la temática uno podría pensar que nos encontrarnos ante uno de esos dramas de sacarse el pañuelo. Nada más lejos. Lo cierto es que la función se puede clasificar como una comedia musical. “Tiene de todo, la gente se ríe y llora. No lo frivolizamos, hay una parte que es cómica, porque es la manera en la que se puede entrar a estos dramas y ahí la gente ríe, pero sale llorando siempre. Mucha emoción, mucho corazón y mucha sorpresa en el lenguaje”, asegura su directora.

La música la ha creado la artista Ana Laan durante el tiempo que duró el proceso de investigación. “Escribí parte inspirándome en todo lo que íbamos averiguando sobre la situación de los desahuciados, componiendo con la guitarra, de manera más convencional, y otra parte, usando las entrevistas que habíamos hecho a desahuciados, editando estos textos y siguiendo la línea melódica de las voces para crear canciones a partir de ellas.”, explica.

La obra cuenta la historia de una familia joven que tras ser despedidos de sus respectivos trabajos, en plena crisis y sin posibilidad de encontrar otros, pierden su casa. Además, el padre de la mujer es el avalista, y como tampoco puede afrontar el pago se enfrenta a un desahucio. Esta es la trama principal. “A la vez hablamos de El jardín de los cerezos, de Antón Chéjov, porque el padre está traduciendo la obra, que se escribió en 1904, en la época de la que es la ley actual”, explica García y añade: “Lo investigamos, somos de los pocos países del mundo que tienen la dación en pago. No les vale con quitarte la casa, te desahucian de todo. Se hizo a final de 1800 y luego se reformó, pero no la tocaron, prácticamente la legislación la dejaron igual”.

Durante la función se proyectan audiovisuales con entrevistas a afectados por los desahucios. “Hablamos con una familia de rumanos que fueron expulsados de su casa y por ello que la mujer cayó en depresión. Estuvo a punto de suicidarse. Les mandaron una orden para que abandonasen el domicilio pero ellos habían pagado religiosamente, eso es lo que no entiendo. La obra es una de las cosas que les ha ayudado a salir adelante” o la historia de los ecuatorianos que se quedaron sin hogar. “El banco ha timado a muchos, han tenido que hacer avales con personas que no conocían de nada”, explica la directora.

Entre el reparto se encuentra Alba Flórez, hija del desaparecido cantautor Antonio Flores. “Tengo un doble personaje. Por un lado Ana, una chica como cualquiera de nosotros que hace unos años decide hipotecarse y comprar una casa con su marido, y por otro la la madre de esta chica que murió hace muchos años y se aparece como fantasma. En un momento de la obra el padre tiene una ensoñación con ella.” Flores participó en el proceso de investigación. “Hicimos entrevistas durante un año y fuimos a muchas reuniones de la PAH”, asegura. “Fui a un desahucio que paramos en una perpendicular a Fuencarral. Es el único al que he ido”.

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