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Van Dyke Parks: "Me importa el prestigio, no la fama"

Van Dyke Parks, el Lewis Carroll del pop neoclásico, saca al mercado ‘The lucky old son’, junto a Brian Wilson

ABEL GONZÁLEZ

Según la crítica mundial, Pet Sounds (Beach Boys) es el mejor álbum pop de la historia, aunque la gran obra de Brian Wilson (miembro fundador de The Beach Boys) es Smile. Un disco/mausoleo de arreglos puntillistas y de una creatividad hipertrofiada: la de su arreglista y coescritor Van Dyke Parks (Mississippi, 1943), el Lewis Carroll del pop moderno. Parks es noticia por partida triple. Después de conducir la música de Ys, de Joanna Newsom (uno de los discos del lustro), produce An invitation, de Inara George. Además, esta semana se publican The lucky old son y la reedición de Orange Crate Art, dos trabajos de Wilson con Parks.

Se ha involucrado mucho en el segundo disco de Inara George. La conoció de niña.
La conozco desde antes de que naciera. Es la hija de Lowell, uno de mis mejores amigos.  Eso influye en mi ilusión por el disco. Y, más que eso, da gusto trabajar con su música. Me encanta rodearme de gente que rebosa talento en crudo.

‘Ys’, de Joanna Newsom, encandiló a la crítica. ¿Lo esperaba?
¡Absolutamente!

¿Le preocupa la fama a un músico arreglista?
La fama es una distracción agobiante. Desprecio la glorificación de la celebridad. Somos sólo gente. Estamos aquí para que el mundo sea un lugar mejor para las generaciones sucesivas, no para halagarnos el uno al otro. No me importa la fama 'per se'.

¿Y el prestigio, en cambio?
Eso ya es otra cosa. Uno anda distraído por el concurso sexual cuando, en menor orden, la experiencia nos revela que la aceptación de nuestros iguales es la validación última que todos buscamos. Sí, me importa el prestigio. Me gusta sentir que me gano el respeto de mis semejantes.

‘The lucky old son’, su último trabajo con Brian Wilson, acaba de salir al mercado. ¿Qué tal fue?
Un auténtico desengaño. Quise colaborar con él cara a cara, como cuando éramos jóvenes, pero eso no ocurrió. Brian vive en un mundo extremadamente aislado.

Rhino acaba de reeditar ‘Orange crate art’, otro disco de ambos.
Lo grabamos en el 95. Ese es el merecido sucesor de Smile en mi cabeza.

¿Cómo se sintió con la reclusión durante 30 años de Smile?
Yo creía que con ese disco conseguiría una casa con piscina. Siempre quise una, pero no. Aun así, soy feliz donde vivo: en un nido morisco mediterráneo, al límite de lo urbanizado, al lado de un bosque protegido. Donde noto la vida salvaje y las constelaciones se extienden por la noche. Siempre he sido una especie silvestre.  

¿Qué contesta si le acusan de rococó?
Digo: “¡Encantado!”.

Esquivel, Spector, Cugat, Wilson... ¿Cuál fue su faro?
El primer infiel en mi corte de santos clásicos (Bach, Granados y Albéniz) fue Quince Jones.

¿Y qué aprendió de Brian Wilson que aún sea válido?
Que hay que devolver las llamadas a tus viejos amigos.

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