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"Con educación se logra lo que
no logran los nacionalismos"

David Oelhoffen encuentra en un relato de Camus las claves del choque entre el mundo occidental y el árabe. Rodada como un western, ‘Lejos de los hombres’, está protagonizada por Viggo Mortensen y Reda Kateb y es un llamamiento a la fraternidad.

Reda Kateb y Viggo Mortensen, protagonistas de la película.

BEGOÑA PIÑA

MADRID.- El enfrentamiento entre el mundo occidental y el árabe, la inmigración y los movimientos de refugiados, pero también, y sobre todo, la idea de fraternidad y el comunitarismo frente a los nacionalismos estaban presentes en el cuento ‘El huésped’, uno de los relatos que incluyó Albert Camus en su libro El exilio y el reino (1957). Ahora, el cineasta francés David Oelhoffen ha buscado en esas trece páginas la historia para su nueva película, Lejos de los hombres, “reflejo de muchas realidades de hoy”.

Viggo Mortensen y Reda Kateb son los protagonistas de este western africano, donde un hombre, Daru, un maestro hijo de colonos españoles, recibe el encargo de llevar a Mohammed, un argelino acusado de asesinar a su primo, ante la justicia y hacia su ejecución. En su recorrido por las montañas del Atlas, ambos se conocerán y se comprenderán y, aunque perseguidos de cerca, ambos iniciarán un viaje hacia la libertad. La película se alzó con el Premio Signis en el Festival de Venecia.

La película se estrenó en Francia poco antes de los atentados contra Charlie Hebdo. Han pasado sesenta años desde el cuento de Camus y no hemos encontrado la paz…

El cuento era para mí un vínculo directo con la actualidad, un vínculo que tiene que ver con el choque entre el mundo occidental y el árabe. Ese es el tema central de la película. La historia es la evolución y relación entre estos dos personajes, un europeo y un árabe, y la fraternidad que poco a poco aparece.

El relato de Camus era mucho más oscuro que su película, ¿por qué quiso cambiarlo?

Del relato de Camus me gustó lo que he dicho, que tenía un vínculo muy fuerte con lo que pasa en Europa hoy. Pero en el cuento hay una amargura muy grande y el autor se va hacia la muerte. En la película hay un cambio respecto a eso, un cambio que ayuda a los dos personajes. Además, el relato está centrado en el personaje europeo y la película da la misma importancia a los dos. Los dos personajes están tratados con la misma complejidad. Son dos hombres que se hablan y se entienden. El personaje de Camus era un europeo con la voluntad de ayudar pero que no hablaba con el otro, no le entendía. Eso es lo más desesperante del cuento.

Un cuento que denuncia los peligros de los nacionalismos, ¿en el siglo XXI usted piensa lo mismo?

Sí. El gran peligro hoy es el nacionalismo. Aunque todos sabemos que a corto plazo, un discurso nacionalista es políticamente más eficaz que un discurso humanista. Se ve perfectamente con el Frente Nacional en Francia. Estos dos personajes no tienen la opción del comunitarismo. Uno es de origen español y no es bien recibido por los franceses. El otro es argelino. Aquella fue una guerra motivada por los nacionalismos y estos invaden todo el espacio político. El relato de Camus y la película hablan del recurso a emplear los valores propios de la fraternidad, la capacidad de entender al otro.

“Un discurso nacionalista es políticamente más eficaz que uno humanista”

Entonces, para el entendimiento ¿la fraternidad es un valor esencial?

Si no hay unidad, al menos la fraternidad es imprescindible. Es difícil, pero es necesario. Con educación y con esfuerzo para entender a los demás, se logra lo que no logran los nacionalismos. La solución en Israel y Palestina y en muchos otros sitios es la educación y el interés en la cultura del otro. La dignidad es lo que nos queda cuando hemos perdido todo. Solo la dignidad y el honor.

¿‘Lejos de los hombres’ está concebido y rodada como un western, por qué?

No es un puro western porque atenta contra los mitos de los western de EEUU, pero me gustaba el género por la forma en que muestra las contradicciones. Aquí se revela la contradicción entre el mito humanista y el político. El personaje no es un sheriff, es un maestro, y ahí el mito también se ha pervertido. Pero aquí y en el western puro, en los dos, se habla de colonialismo.

Sus dos personajes están desubicados, como tantos hoy en el mundo…

Sí. Los dos tienen los mismos problemas, tienen que luchar contra su propia ley, contra su comunidad. Uno tiene que luchar contra la ley tribal, el otro, contra la ley del colono, la francesa. Los dos están en lucha contra su propio sistema. Y desde ellos se habla del problema de la identidad que es muy contemporáneo. La doble identidad del inmigrante.

¿Es necesario en Francia volver a recordar a la guerra de Argelia?

Los jóvenes en Francia no tienen ni idea de esta historia porque no se estudia en los colegios. No es un tema tabú, pero está olvidado. Mi padre fue maestro en Argelia, como Daru. Las personas que conocí allí no quieren hablar de la guerra. Mi padre tampoco me quiso contar su historia, pero un día encontré una carta donde le amenazaban de muerte, le llamaban ‘rojo’. La carta era de la Organización Armada Secreta (OAS) de la ultraderecha en Argelia. La película para mí ha sido un éxito, porque mi padre no quería contarme nada y al final hemos hablado. Él era comunista, estaba muy cerca del Frente de Liberación Nacional (FLN). Llevaba maletas de dinero para financiar al frente. Pero no estaba orgulloso de ello porque después la cosa se puso muy fea. Fue una gran decepción para todos los que ayudaron. En aquella guerra hay explicaciones a problemas de hoy en Francia. Además están los franceses de origen argelino que solo tienen una forma de conseguir la paz social profunda y es comprender esta historia.

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