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Eisenman reivindica el exceso en la arquitectura

El autor de Cidade da Cultura desconfía del mercado

BRAULIO GARCÍA JAÉN

El norteamericano Peter Eisenman (Newark, 1932) sigue saboreando la apertura, el mes pasado, de la Biblioteca y el Archivo de la Cidade da Cultura de Santiago de Compostela. Los dos primeros edificios que se inauguran de un proyecto que ha costado ya más de 350 millones de euros: 'En septiembre estarán listos dos más', afirma convencido, del total de seis que componen el enorme complejo cultural del monte Gaiàs y del que el arquitecto le gusta pensar que se convertirá en un lugar de peregrinación laica. Quién sabe si aprovechando que Eisenman pasaba por Santiago, el Ayuntamiento de Gandía inauguró las obras del otro proyecto que Eisenman, aunque no lo supiera, tiene en marcha en España.

'No sé lo que pasó con ese proyecto', dice respecto del Espai Innova de Gandía, el centro de investigación universitario del que el alcalde de Gandía, José Manuel Orengo (PSPV-PSOE) puso la primera piedra el pasado 2 de Febrero. '¿En serio? No sabía nada. Hace dos años que lo entregamos y, claro, no tenían dinero, así que pensábamos que el proyecto había muerto'.

'Los arquitectos somos los nuevos creadores de marcas'

Tanto el proyecto de Santiago, una idea original del expresidente de la Xunta ManuelFraga, como el de Gandía, una iniciativa entre la Universidad de Valencia y el consistorio socialista, han sido encargados por administraciones públicas. 'En Europa la administración es mucho más sensible a las necesidades de la arquitectura que en Estados Unidos, donde es muy difícil definir qué es de dominio público: pertenece a la iniciativa privada', explica.

La arquitectura que de verdad le interesa a Eisenman, que el lunes inauguró el curso Arquitectura versus diseño, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, se proyecta mejor en los márgenes del mercado: 'La arquitectura no está necesariamente ligada al capital. Aunque construir es necesario, la arquitectura, lo que yo llamo arquitectura, está más allá de las necesidades, más allá de la construcción: es lo que yo llamo un exceso', dice.

'La arquitectura funciona mejor en los regímenes oligárquicos'

Un exceso ideológico, filosófico, artítistico, que nada tiene que ver con el intercambio mercantil entre el arquitecto y el constructor que levanta el edificio para rentabilizar la plusvalía. Un exceso que, como tal, se produce fuera de circulación. 'Por eso es por lo que la arquitectura, donde mejor funciona, no es en los regímenes democráticos, sino en los oligárquicos. Porque no le hace falta suplir ninguna demanda', según Eisenman, autor también del Memorial del Holocausto de Berlín.

Todo lo contrario que el diseño: 'El capitalismo consiste en crear consumidores para bienes que no los habían demandado. Y para venderlos necesita añadirle algún valor, como la idea de que se trata de algo nuevo. Y para eso está el diseño, para crear ese añadido'. Si el diseño es la herramienta del capital, ¿la arquitectura lo es del poder? 'A veces sí, a veces lo ha sido', dice.

La arquitectura no trata de imágenes, sino de ideas, sostenía hace años uno de los colegas con los que Eisenman formó el grupo 'Cinco arquitectos' en los años setenta del siglo pasado. 'Es una bonita frase, pero no creo que ahora sirva como descripción objetiva', admite. 'Al contrario, los arquitectos nos hemos convertidos en productores de imágenes, en los nuevos creadores de marcas', asume. ¿Eisenman también? 'Bueno, en mi caso, yo creo que no'.

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