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El enigma Godard

El legendario director francés, que acaba de cumplir 80 años, estrena su última película, 'Film Socialisme'

SARA BRITO

Este que termina ha sido un año Godard. Las razones van desde lo meramente biológico, acaba de cumplir 80 años, a lo creativo: ha presentado su última película, Film Socialisme, que se estrenó ayer en España. También ha sido un año generoso en sus antológicas espantadas mediáticas, que demuestran que sigue siendo uno de los más críticos con los juegos circenses del mundillo del cine. No acudió al Festival de Cannes a presentar su largometraje 'por razones de tipo griego' (económicas y políticas, se entiende), y tampoco fue a recoger el Oscar Honorífico que le concedió la Academia de Hollywood.

También este año, la editora de DVD Intermedio ha lanzado sendos packs con sus filmes-ensayos y con sus últimas ficciones, además del libro Jean-Luc Godard. Pensar en imágenes, que dibuja un apasionante y esclarecedor retrato del cineasta a través de sus propias palabras. Las oportunidades se han multiplicado para acercarse a la figura de un hombre complejo, padre de la Nouvelle Vague y del pensamiento cinematográfico más desafiante, que ha realizado casi 200 obras en permanente evolución. Repasamos algunas de las piezas del enigma Godard a través de sus palabras (recogidas en el libro mencionado) y las de algunos de los directores españoles que lo admiran. 51 años después del nacimiento de la Nouvelle Vague y de Al final de la escapada, Godard sigue ejercitando un cine que es ante todo una aventura del pensamiento.

'Es el paradigma de los errores de una generación', asume Isaki Lacuesta

En JLG/JLG (1994), su autorretrato fílmico rodado a lo largo de un diciembre en su casa suiza, Godard se sienta en una mesa de estudio en penumbra y empieza a garabatear pensamientos. 'La cultura es la regla, el arte es la excepción. Es la naturaleza de la regla querer la muerte de la excepción'. Y sigue razonando: 'Es propio de la regla de la Europa de la cultura organizar la muerte del arte que aún florece bajo nuestros pies', concluye. Esta idea está en la base de Film Socialisme. Película en tres movimientos sobre la decadencia de la idea de Europa melancólica y elegíaca es también un ejemplo del hermetismo, la experimentación formal del cineasta y de que 'el cine no está para representar sino para pensar'.

En su último filme afirma: 'El dinero es un bien común como el agua'

Antes de hacer su primer largometraje, Godard era crítico. Él, junto a Rohmer, Rive-tte y Truffaut fundó Cahiers du Cinema. 'Escribir ya era hacer cine', decía poco después del éxito de Al final de la escapada. Pero son sus Historie(s) du Cinema gran obra en vídeo en el que realiza un repaso crítico y poético de la historia del cine, donde su voluntad de pensar en el cine y hacer un cine que haga pensar se hace más evidente. 'Lo increíble es que es la primera persona que hace crítica cinematográfica usando su propio medio, la imagen. Es revolucionario', advierte el director Javier Rebollo.

En un arcén de una carretera, en los sesenta, Godard se disponía a rodar las hojas de un árbol cuando le paró la policía. El agente le pidió a él y a su equipo que se marcharan, porque sólo estaba permitido pararse 'en caso de urgencia'. Con su característica irreverencia, Godard le explicó al agente que 'rodar aquella luz era lo más urgente'. Esa misma celeridad por el cine, que nunca distingue de la vida, lo ha llevado a tener una obra colosal, y a afirmar: 'Mi idea consiste en no distinguir entre rodaje y no rodaje'.

En Film Socialisme, Godard sostiene: 'El dinero es un bien común como el agua'. El socialismo del director de Pierrot le fou ha ido evolucionando desde que después del 68 francés se volcara a hacer 'políticamente cine político'. Godard se volcó en un cine militante bajo los preceptos del cine soviético de vanguardia. Su autoría se diluyó mientras firmó bajo el colectivo Dziga Vertov. 'Mis películas se inscriben en una corriente de izquierda europea que va de derrota en derrota', admitía hace unos años. 'Godard funciona muy bien como paradigma de los errores de toda una generación', asume el director Isaki Lacuesta. Pero su socialismo también está en su descrédito de los derechos de autor y en afirmaciones tajantes: 'Estamos en la copia, la copia se ha convertido en el original, por eso la idea de los derechos de autor es inverosímil'. Él mismo aplica esa máxima en Film Socialisme donde toma prestadas imágenes de YouTube o de colegas suyos como Agnès Varda.

El adjetivo que más repiten los que aspiran a describirlo es que es un cineasta y un hombre contradictorio. Él lo admite de una manera entrañable al contar algo que su mujer, cineasta y compañera de trabajo, Anne-Marie Miéville, le dijo una vez: 'Anne Marie me dijo que si yo moría antes que ella, pondría en mi tumba Al contrario'. La duda y la actitud de oposición son motor de su cine.

'Godard ha sido como un termómetro, ha tenido un talento insólito para pulsar el estado de los tiempos. En eso, y por su forma de su trabajar, sólo ha sido comparable a Bob Dylan y Picasso', mantiene Lacuesta. El vídeo, su concepción del montaje cinematográfico, el préstamo de imágenes, el rodaje con cámaras de móvil, el lenguaje del videoarte, Godard ha entrado en cada uno de esos campos varios pasos por delante. Estar atento a su obra es estarlo al cine que viene. '¿Una última película? Sólo un título: Adiós al lenguaje', concluye.

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