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"Los espejos reflejan nuestro doble"

Darren Aronofsky, director de ‘Cisne negro'

CARLOS PRIETO

 

Natalie Portman vestida con un tutú entra en una habitación y se encuentra con Darren Aronofsky (Nueva York, 1969) mirándose al espejo. Se saludan con afecto. Pero, de pronto, la actriz comprueba horrorizada que el rostro que refleja el espejo no es el de Aronofsky, sino el de Polanski. Crisis nerviosa...

«Polanski podía haber dirigido esta película perfectamente»

Podría ser el argumento de un filme de terror futurista. Pero es una metáfora de Cisne negro, que se estrena hoy en España y está nominada a cinco Oscar; entre ellos, mejor película, mejor director (Darren Aronofsky) y mejor actriz (Natalie Portman). La película, que costó 13 millones de dólares (un saldo para los estándares de Hollywood) y lleva recaudados 172 en todo el mundo, cuenta la historia de una bailarina obsesionada con hacerse con el papel estelar de una representación de El lago de los cisnes. La triple presión a la que la someterán su madre (una obsesa y castradora exbailarina interpretada por Barbara Hershey), el director de la compañía (Vicent Cassel) y su rival por el puesto (Mila Kunis) acabará por pasarle factura. Escisión mental y alucinaciones incluidas.

'En efecto, Polanski podía haber dirigido este filme perfectamente. Repulsión es una gran influencia', contó Aronofsky a Público en la pasada Mostra de Venecia, donde Port-man se hizo con la Copa Volpi a la mejor actriz. Pero la cinta no es sólo una de esas enfermizas intrigas psicológicas que popularizó en su día el director de origen polaco. Porque no solo de Polanski vive Aronofsky: también de Dostoievski.

Cisne negro le debe mucho a El doble, novela corta del escritor ruso que Aronofsky resume así: 'Un tipo se levanta un día y se encuentra a un doble deseoso de reemplazarle'. Esta trama, que llevaba años enterrada en las profundidades de la mente de Aronofsky, salió a la superficie el día que el director asistió a una representación de El lago de los cisnes, el primero de los tres ballets que escribió Chaikovski en el siglo XIX. 'Lo único que conocía de la obra es que iba sobre unas chicas que bailaban con sus tutús cuenta entre risas. No sabía que había un cisne blanco y un cisne negro interpretado por la misma bailarina. ¡El tema del doble! Fue mi momento eureka'.

«Uno de los motores fue convertir a Natalie Portman en

Ética y disciplina de trabajo

Y eso no era todo. Tomada literalmente, la trama de El lago de los cisnes daba para que Aronofsky, dueño una de una de las imaginaciones visuales más febriles del cine contemporáneo, pudiera lucirse detrás de la cámara. 'No hay que olvidar que El lago de los cisnes es la historia de un cisne de día que, durante la noche, se convierte en una mezcla de cisne y criatura humana. Algo francamente extraño. La idea de convertir a Portman en semejante cosa fue uno de los motores del proyecto', dijo soltando una risita.

De la actriz, ganadora del Globo de Oro y favorita al Oscar, Aronofsky destacó su 'ética de trabajo', su 'disciplina' y su 'capacidad para dar siempre un poco más de lo que se le pide'. Portman se pasó seis meses machacándose en la pista de baile antes de empezar a rodar. Ensayando frente a su reflejo. 'Los espejos son un objeto omnipresente en el ballet. Los bailarines se pasan todo el día mirándose a sí mismos, estudiándose y juzgándose. Tenía muy claro desde el principio que los espejos debían ser uno de los personajes principales de la trama. Es un filme sobre los dobles. Y los espejos reflejan nuestro doble, ¿verdad? Pensé mucho en todos los trucos visuales que podíamos hacer con ellos'.

Polanski, Aronofsky y Dostoievski. Suena a brindis beodo de la estepa siberiana, pero son los ingredientes del cóctel Cisne negro, uno de los acontecimientos cinematográficos de la temporada.

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