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Fallece Clarence Clemons, alma de la E Street Band de Bruce Springsteen

El saxofonista, de 69 años, sufrió la semana pasada un derrame cerebral

GUILLERMO RODRÍGUEZ

Es la peor noticia que podían recibir Bruce Springsteen y la E Street Band: el saxofonista Clarence Clemons, alma de la banda, ha fallecido en Florida a los 69 años por las complicaciones derivadas del derrame cerebral sufrido la semana pasada.

'Su pérdida es incalculable y nos sentimos honrados y agradecidos de haber estado junto a él durante casi 40 años', escribe Springsteen láconico, con cierto punto de emoción contenida, en su página web.

La muerte de Clemons es una puñalada directa al corazón de la E Street Band, de la banda que ha permanecido de forma inusualmente fiel a Springsteen desde 1971. Clemons era el punto de engarce entre unos músicos mágicamente dotados y un rockero que, en las pocas ocasiones en las que los sustituyó (Human Touch, Lucky Town), apenas fue capaz de parir canciones sin chispa, actuaciones insulsas. Prescidinbles.

Springsteen necesita tanto a la E Street Band como la E Street Band a Springsteen. Y Clarence Clemons era la argamasa que unía todas las piezas. De hecho uno de los mejores dicos de Springsteen, el épico Born To Run, se sustenta sobre la figura de Big Man. Jungleland es, sin duda, con su soberbio y larguísimo solo de saxofón, el tema que define uno de los mejores trabajos de la historia de la música.

Su solo de saxofón en 'Jungleland' define 'Born To Run', uno de los mejores discos de la historia

Con el paso de los años la presencia de Clemons se fue diluyendo, perdió relevancia en los trabajos de estudio pero siguió siendo punto central en las actuaciones en directo. La camaredería, los gestos sinceros de amistad sobre las tablas de los que presumían Springsteen y Clemons —muchas veces se comportaban con absolutos chiquillos disfrutando con una barrabasada— confirmaban que el uno sin el otro podrían, sí, tener sus aventuras en solitario. Pero no sería igual. Nunca.

Durante los conciertos Clarence Clemons era la persona más aplaudida, vitoreada y querida por los espectadores tras el mismo Springsteen (lo suyo ya son palabras mayores).  Todos esperaban sus solos en Born to Run, The Promised Land, Bobby Jean...

'¿Tengo que decir su nombre?', repetía siempre el cantante neoyorquino en cada uno de sus actuaciones. La pregunta era absurda, porque la contestación siempre era 'no'. En un gesto de reconocimiento explícito la respuesta la daba siempre la audiencia: 'Clarence'. Sí, era Big Man, el hombretón que contribuyó a veces desde primera línea, a veces desde la gigantesca sombra que emitía su descomunal figura, a apuntalar la carrera de Springsteen.

Por eso sus palabras de dolor son frías. Porque los sentimientos se llevan por dentro y Springsteen prefiere guardarse las lágrimas para derrocharlas en la intimidad. Es mucho lo que le debe a Clemons. Es demasiado dolor para expresar en cinco líneas.

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