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Fantasía de vieja escuela con mensaje cristiano

La última adaptación de 'Las crónicas de Narnia' llega a los cines

JESÚS ROCAMORA

Mañana se estrena La travesía del viajero del alba, tercera de las adaptaciones a cine de las siete novelas que forman la serie Las crónicas de Narnia, publicadas entre 1950 y 1956 por el británico C. S. Lewis (1898-1963). Como las dos anteriores, cuenta con todos los ingredientes para ser un blockbuster estas navidades, en las que su principal rival, Harry Potter, comienza su lenta retirada de la cartelera.

Y su mundo propio

Académico, profesor de la Universidad de Oxford, apasionado de las mitologías, cristiano y gran amigo J. R. R. Tolkien (con quien fundó el grupo literario-filosófico denominado The Inklings), Lewis creó su propio mundo fantástico, al que denominó Narnia, y al que pobló de seres imaginarios. Las novelas han llegado a convertirse en un clásico y se calcula más de cien millones de copias vendidas en todo el mundo (en España las publica Destino), además de haber servido de lectura en colegios. La travesía del viajero del alba es la tercera adaptación de Las crónicas..., tras El león, la bruja y el armario (2005) y El príncipe Caspian (2008). Publicada en 1952, es uno de los títulos favoritos por sus seguidores.

Blanca y algo ingenua

Enanos, piratas, minotauros, leones que hablan, ratones con espadas, dragones Lewis se basó, entre otras cosas, en la mitología clásica y la nórdica para la creación de su mundo y desde pequeño le fascinaba la idea de animales parlantes. Las historias de Narnia suceden simultáneamente a los años de la II Guerra Mundial y protagonizada por un grupo de cuatro hermanos, Peter, Susan, Lucy y Edmund Pevensie. El propio Lewis, durante la guerra, acogió a varios niños en casa; entre otros, a una niña llamada precisamente Lucy.

Si el humor blanco huye de reírse de valores negativos, la de Lewis es una fantasía blanca, positiva y bienintencionada, donde el bien y el mal están en enfrentamiento. La travesía... no llegar a mostrar una gota de sangre y es difícil encontrar secuencias violentas. Por el contrario, promueve la nobleza y el deber, pero también cierta visión de los conflictos (bélicos y personales) algo naif y maniquea, donde sólo caben dos colores. Hay pocas conexiones con la actualidad y con el modo de vida actual. En este sentido, su fantasía de vieja escuela estaría más próxima a El señor de los anillos que a la serie de Harry Potter.

Las analogías bíblicas

La travesía del viajero de alba es un historia acerca, fundamentalmente, de la tentación', han dejado bien claro sus responsables. Los protagonistas tienen un objetivo fabuloso (un viaje en busca de siete espadas a lo largo de varias islas), un objetivo mayor (que implica salvar Narnia), pero, sobre todo, deben enfrentarse a tentaciones y a su lado oscuro. De la misma forma, El león, la bruja y el armario hablaba de la fe, y El príncipe Caspian, sobre perderla y recuperarla de nuevo. El verdadero protagonista, presente en las siete novelas, es el león Aslan, a quien el propio Lewis se había referido como una figura análoga a Cristo, una suerte de mesías llegado de fuera para salvar al mundo de Narnia.

A pesar de Potter

Es imposible concebir hoy la llegada de Narnia a los cines sin tener en cuenta el fenómeno de arrastre de El señor de los anillos y Harry Potter. Sus películas no se han portado mal: con un presupuesto de 180 millones de dólares, El león, la bruja y el armario recaudó en todo el mundo 745 millones. Su continuación, El príncipe Caspian, costó 225 millones e hizo una caja global de 420.

No sería descabellado pensar que su lectura religiosa ayuda. Existe el ejemplo contrario: La brújula dorada fue la frustrada adaptación al cine de otra trilogía de éxito entre jóvenes. Según contó durante su visita a España su director, Chris Weitz, en ello tuvo que ver las campañas contrarias llevadas a cabo por asociaciones cristianas. La queja: promover el ateísmo entre los niños.

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