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Fatih Akin quiere que lo tomen menos en serio

El director turco-alemán se lanza a la comedia gamberra en 'Soul Kitchen'

SARA BRITO

Se acabó. Fatih Akin (Hamburgo, 1973) quiere soltarse la melena y sacudirse la losa de director de grandes dramas humanos con el telón de fondo de una Europa en construcción. Al director turco-alemán el cuerpo le pedía ser ligero, luminoso, después de haberse ganado a crítica y público con sus premiados filmes anteriores, Contra la pared (2004) y Al otro lado (2007), mucho más conocidos que su valioso documental Cruzando el puente: los sonidos de Estambul (2005).

'Tuve grandes discusiones con mi equipo (Akin se suele rodear de los mismos técnicos y actores desde hace años). Ellos me advertían de los riesgos de hacer una comedia', confesaba a Público durante el Festival de Cine de Gijón, que le dedicó una retrospectiva hace unos meses. 'Conocía el peligro que corría la reputación que me había ganado con mis anteriores películas, pero no quiero ser esclavo de mi éxito, quiero ser libre'. Exhausto después de Al otro lado, Akin sacó de un cajón un viejo guión que Andreas Thiel, íntimo amigo y fundador de su productora Corazón Internacional, le había animado a hacer. 'Cuando Andreas murió, quise rescatar ese guión', recordó.

'Sabía los riesgos que corría, pero no quiero ser esclavo de mi éxito'

El resultado es Soul Kitchen, comedia gamberra que en Venecia demostró que Akin no tenía nada que temer: allí ganó el Gran Premio del Jurado. La historia es la de Zinos, un tipo tocado por la mala suerte: tiene un restaurante mugriento, su novia le abandona, su hermano (siempre la familia en su cine) sale de la cárcel y empieza a mezclarse con las mafias inmobiliarias.

El fatalismo que acostumbra a incorporar Akin en sus filmes no ha desaparecido en Soul Kitchen. 'Pensé en qué es lo que me divierte: Woody Allen, los Coen, Chaplin, que siempre juegan con lo trágico', explica.

'Soul Kitchen es un concepto musical: la atmósfera debía ser de Blaxploitation'

Pero esta vez no hay tránsitos entre Estambul y Alemania, esta vez el hogar no es errante. 'Quería hacer una película sobre alguien que no busca su hogar porque sabe dónde está. Mis películas siempre tratan ese tema: los protagonistas están buscando su lugar, o, si no, es un hogar en movimiento. El protagonista de Soul Kitchen sabe a dónde pertenece y eso me está pasando a mí'.

Ese lugar es Hamburgo. A ritmo de soul setentero, Akin vuelve a demostrar que su colección de discos es la envidia de cualquier melómano. Pero matiza: 'No me gustan los directores que meten sus canciones preferidas a la fuerza, como Guy Ritchie. Soul Kitchen es un concepto musical: toda la atmósfera debía ser la del Blaxploitation de los setenta, desde el póster a la puesta en escena del filme. Incluso el humor de la película va por esa línea, es un poco rudo', explica.

Después del paréntesis, ¿volveremos al clásico Akin dramático? 'No quiero volver a hacer más películas sobre Turquía y Alemania, no quiero encasillarme. Ahora estoy interesado en historias sobre Armenia. Pero aún no sé. Mis películas responden a mi estado de ánimo'.

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