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Fernando León mira con los ojos de una inmigrante

El autor de Los lunes al sol cuenta la historia de una joven peruana que trata de ganarse la vida en Madrid y se ve envuelta en un embrollo sin salida aparente

 

CARLOS PRIETO

Bienvenidos al juego de la palabra tabú. En Amador, nueva película de Fernando León (Familia, Barrio, Los lunes al sol, Princesas), pasa algo a mitad del metraje que pone toda la historia patas abajo. Algo que es mejor que usted no sepa antes de meterse en el cine. El filme, que se estrena el viernes en nuestros cines, cuenta las tribulaciones de una inmigrante peruana (Marcela) que se gana unos escasos y necesitadísimos euros cuidando por el verano a un anciano (Amador) que no se puede mover ni un poco de la cama.

Para que se haga usted una somera idea: el marrón de Marcela es parecido a lo que suele ocurrir cuando a uno le encargan de pequeño que vaya a casa del vecino a cambiarle el agua al canario. Ya saben. El pajarito escapa por la ventana antes de que puedas darte cuenta. Y no se te ocurre otra cosa mejor que hacer para salir airoso que mentir compulsivamente a familiares, amigos y vecinos.

'Marcela no cuenta con una red social en la que poder apoyarse'

Entonces tu vida se convierte en un infierno. En una bola de nieve de mentiras que arrasa todo a su paso y puede acabar por sepultarte, como le ocurre a la protagonista de Amador. 'Marcela es una mujer fuerte, de la sierra, de las que están acostumbradas a callarse las cosas y echarse los problemas a la espalda', comentó ayer Fernando León para intentar explicar la misteriosa actitud de su personaje protagonista.

Porque lo que le ocurre a Marcela, interpretada por la actriz peruana Magaly Solier (La teta asustada), es bastante peor que cualquier cosa que se puedan imaginar. Primero porque los embrollos de los adultos suelen ser más graves que los de los niños. Y segundo porque Marcela, en su calidad de inmigrante obligada a hacer casi cualquier cosa para salir adelante, está más desprotegida en Madrid que un niño de teta sin su madre.

La chica está con el agua al cuello desde el primer minuto del filme. Y no tiene a nadie a quién contarle lo que ha pasado. 'En realidad no se mete en ningún lío porque ya estaba metida en él', contó el cineasta madrileño antes de ofrecer una de las claves políticas del filme. 'También está desubicada. No tiene una red social en la que apoyarse. Sólo es capaz de contarle sus problemas a perfectos desconocidos',afirmó el director. Un cuadro, vamos.

'Es ella quien elige luchar por seguir adelante, aferrada a la vida'

Ahora bien, cabría pensar que lo de ocultar la verdad a todo el mundo todo el rato tiene algo de irracional. La verdad acabará saliendo a la luz por las buenas o por las malas. Y para cuando lo haga es más que probable que a la pobre Marcela no le vuelvan a dar trabajo nunca más en España. O sí. 'En realidad, Marcela actúa de un modo muy racional. Toma su decisión de un modo instintivo, obligada por la vida, aunque es cierto que si se hubiera parado a pensarlo con más calma quizás no lo hubiera hecho', afirmó León, ganador de cinco premios Goya en calidad de director y guionista. O dicho en otras palabras: 'Marcela no tiene un plan. Lo suyo es más bien una huída hacia delante. Es como si fuera por la carretera conduciendo en dirección contraria, esquivando los coches según le salen al paso', contó Fernando León.

Una de las pocas personas que ayuda a Marcela a dirigir el tráfico lanzado que se le viene encima se llama Amador, interpretado con su habitual sobriedad por un Celso Bugallo que se pasa media película haciendo un puzzle. 'Amador ayuda a Marcela a montar el rompecabezas de su vida. Le dice que las piezas le han venido dadas, pero también que es la primera y única responsable de armar ese rompecabezas. Me interesaba ese determinismo. Es verdad que decides en función de lo que puedes elegir, pero aquí todas las decisiones de la protagonista son suyas, y es ella quien elige luchar por seguir adelante, aferrada a la vida'.

Y de los motivos y circunstancias de Marcela podíamos estar hablando durante varias horas más. Porque, aunque la película se llama Amador, no pasaría nada si se llamara Marcela. Todo gira aquí alrededor de ella. Algo que puede considerarse una pequeña novedad en el cine de Fernando León, que nos tenía acostumbrados a las películas corales. De la numerosa prole de Familia (1997), a la pandilla de Barrio (1998), pasando por la cuadrilla obrera de Los lunes al sol (2002) y las prostitutas de Princesas (2005). Pero en Amador todo se reduce a una mujer sola ante el peligro. 'No me lo planteé directamente, aunque es cierto que te ves obligado a rodar de manera diferente. Estás pendiente todo el rato del punto de vista de Marcela', explicó el director. Y para que quedara claro del todo a qué se refería, puso un ejemplo de lo más gráfico: el uso de la banda sonora del filme. 'Sólo parecía tener sentido cuando acompañaba a Marcela y expresaba sus estados de ánimo: angustia, alivio, preocupación Intentamos meter música en otros momentos, pero nofuncionaba'.

Puede que todo esto suene un poco melodramático, pero no se alarmen. Aquí también hay sitio para las dosis de ironía habituales de un autor que se tiene que 'controlar un poco' al escribir porque le 'sale el humor casi sin querer'. Las risas brotan en la segunda mitad del filme, justo cuando las cosas amenazan con ponerse feas. 'La situación de Marcela se transforma en algo casi delirante. Pero quería evitar el humor negro y apostar por un tono más sutil y ligado al absurdo. Porque esta es una película que habla sobre la vida', zanja.

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