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El flamenco, atento a la astronomía

Antonio Arias publica 'Multiverso', su primer disco en solitario

JESÚS ROCAMORA

Antonio Arias, de Granada a la Luna.


En 1999, Antonio Arias y su grupo Lagartija Nick colaboraron con el astronauta Pedro Duque para la canción Newton (Espacio 1999), un tema que trataba 'la visión del espacio desde el punto de vista del astronauta'.

Poco después, Arias entraba en contacto con el astrónomo José Antonio Caballero, un melómano de mucho cuidado capaz de publicar un artículo titulado La música y la astronomía en una revista de divulgación científica y citar a Mozart, Mike Oldfield, Joy Division, Vangelis y Los Planetas. 'Pero el premio internacional a la música más astronómica se lo lleva Lagartija Nick', escribe.

Caballero fue la clave para que Arias se embarcara en su primer disco en solitario, un proyecto dedicado a la física y la astronomía, enmarcado dentro de las actividades del Año Internacional de la Astronomía, grabado parcialmente en el Observatorio Espacial de Calar Alto (Almería) y titulado Multiverso (Everlasting Records). En un entorno como es el del Planetario de Madrid, Arias parece un astronauta desorientado después de un largo viaje por el espacio.

Consciente de que hay toda una tradición de músicos enamorado de las estrellas, Arias intenta definir qué hay ahí arriba para que los artistas levanten la cabeza y canten: 'El poder evocador, la filosofía que tiene en sí el universo. Con Lagartija Nick ya habíamos utilizado el lenguaje científico para expresar lo que sentíamos por dentro, la soledad, el rechazo a esta sociedad. En este sentido, es como el flamenco, que cuando habla del universo, lo hace para explicar la soledad del hombre, la tristeza'.

No será la última vez que Arias coloque Multiverso junto al disco Omega, grabado por Lagartija Nick y Morente en 1996, e incluso junto al trance poético de Val del Omar (1998), también de su grupo.

Sin embargo, nada más alejado en este caso. Según el músico, lo que le interesaba era 'explicar lo que ocurre en el universo, que está continuamente devorándose, estrellándose, que es precioso y caníbal. No es ese sitio al que vamos en una nave espacial y ocurren cosas metafísicas, con presencia de extraterrestres y experiencias personales. No, no: yo quería hablar de lo que hay ahí arriba, porque no está escrito. Pero, ¿cómo?'.

Fácil: gracias a Caballero, entró en contacto con científicos y poetas (y también con científicos poetas), como David Jou, Carlos Marzal, Ángel Mendoza y el reciente Premio Cervantes, José Emilio Pacheco. 'Ellos me han abierto un mundo. Si Morente me enseñó a tocar, cantar y grabar flamenco, ellos lo han hecho con las estrellas enanas y las tormentas solares'.

Arias ha puesto música a unos textos escritos por otros y, en contra de lo que pueda parecer, para la música no ha mirado a la larga tradición de rock cósmico, sino mucho más atrás: 'La hice para que me recordara a los años cincuenta y sesenta, a la ciencia ficción de la guerra fría'.

Cuando entró en el estudio de grabación, dice, le puso el disco Blue Hawaii de Elvis a su productor, Paul Grau, 'con su steel guitar y el surf espacial. Siempre he imaginado ese disco, que es uno de los menos valorados, como una banda sonora de una película del espacio'.

Arias cierra mañana en Granada los actos del Año Internacional de la Astronomía con un concierto, poco después de la conferencia del Nobel Robert Wilson. Allí tocará algo de Bowie (Space Oddity) e intentará capturar el sonido de algo llamado 'radiación cósmica de fondo, que es el eco del Big Bang'.

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