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'Foxcatcher', crónica de la ruina moral del dinero

Bennet Miller firma una de las historias más extravagantes del cine, una película inspirada en hechos reales, siniestros y esperpénticos, protagonizados por uno de los hombres más ricos del planeta y dos medallistas olímpicos. Premio al Mejor Director en Cannes, el filme aspira a cinco Oscar

Fotograma de la película 'Foxcatcher'.

BEGOÑA PIÑA

MADRID.-En los desdichados días de la corrupción, es estimulante conocer historias que tiran por tierra la máxima de que todos tenemos un precio o la de que el dinero lo compra todo. Foxcatcher, la nueva película de Bennett Miller (director de Truman Capote y de Moneyball), es uno de estos relatos, aunque su efecto reconfortante se vea ensombrecido por la tenebrosa conclusión final de los hechos. Inspirado en sucesos reales, este filme –protagonizado por Steve Carell, Channing Tatum y Mark Ruffalo- es también un reflejo de cómo la riqueza incita a la soberbia y la prepotencia. Foxcatcher, crónica de la decadencia moral que suscita el dinero, es una de las historias más extravagantes de las que se han contado últimamente en el cine.

Bennet Miller, que conquistó el Premio al Mejor Director en Cannes por este trabajo, aspira ahora también el Oscar en esta categoría. La película es candidata a cuatro estatuillas más: Mejor Actor (Steve Carell), Mejor Actor Secundario (Mark Ruffalo), Guion Original (E. Max Frye y Dan Futterman) y Mejor Maquillaje. Reconocida ya con una Distinción Especial en los Independent Spirit Awards, esta crónica del crecimiento de un monstruo es la verdadera historia de John du Pont, uno de los hombre más ricos de América, y su repugnante deseo de ganarse el respeto y la admiración ajena a cambio de dólares.

Un final grotesco

Los hermanos Mark y David Schultz, campeones olímpicos de lucha libre, seguían entrenando juntos, cuando Du Pont invitó al primero a viajar a su lujosa finca (Foxcatcher) para montar el equipo de lucha para los Juegos de Seúl de 1988. Aquella fue la gran oportunidad de este atleta, un tipo con unas condiciones físicas increíbles y un inmenso talento para el deporte que practicaba, pero con una brutal dependencia de su hermano David, su entrenador. Allí vio este medallista olímpico la forma de iniciar un camino propio y de conseguir la consideración que nunca había sentido que tenía.

La realidad fue mucho más siniestra. John du Pont, que con esta dedicación a la lucha se intentaba vengar de una madre fría y distante que despreciada profundamente ese deporte, pretendía figurar como el auténtico entrenador del equipo en Seúl. Engañó a Mark Schultz con gestos de amistad y confianza, hasta que ello no fue suficiente a sus propósitos. La alimaña que escondía salió a la luz. La humillación sustituyó a la cordialidad. Contrató a David para que sustituyera a su hermano en las tareas de entrenador del equipo olímpico y… Las cosas fueron muchísimo más allá. Celos, traiciones, venganzas… terminaron en grotesca tragedia.

Apuesta por la impostura

“La historia parece tan cómicamente absurda que se podría haber hecho una comedia si no hubiera sido por el final que tuvo”, admitió el director en una entrevista concedida el pasado mes de noviembre cuando se estrenó en EE.UU. Entonces las alabanzas a las interpretaciones de los actores, que surgieron ya con su estreno en Cannes, crecieron manifiestamente. Es, sin embargo, la apuesta por la impostura entre los protagonistas lo que resulta más desatinado de toda la película, a no ser que ésta se entienda como un estrambótico guiño a lo estrafalario de la historia.

Aún así, a pesar de la amplísima frente que le han dejado a Mark Ruffalo (aunque con ella se parezca más al personaje real, resulta excesiva) y, sobre todo, a pesar de la nariz superlativa que luce Steve Carell, que debió terminar el rodaje con un dolor de cuello crónico de tanto caminar con la barbilla ridículamente levantada, Foxcatcher consigue crear una gran inquietud y desconcierto.

Un individuo esperpéntico

Turbia y oscurísima, la historia de John du Pont y los hermanos Schultz es una crónica de la decadencia moral que provoca el dinero, revelada a través del relato del nacimiento de un monstruo. Un individuo que, incluso real, llega a resultar esperpéntico y ello a pesar de la mirada de Bennett Miller sobre él. “Yo no le veo como un monstruo –confiesa-. Para mí es un ser humano dañado y triste”.

Engendro de moral deforme o no, el director busca a través de su retrato una verdad (de los hechos, los personajes, su tiempo…), tal y como la alcanzó con su excelente Truman Capote. Entonces, justo después del estreno de aquella, Miller recibió una carta de la escritora Harper Lee (Matar un ruiseñor) donde le decía que su película era, tal y como recuerda el director, “una demostración de la ficción como un medio hacia la verdad. Una gran parte de la película la habíamos inventado, pero en palabras de ella ‘La película contó la verdad sobre Truman.’ Foxcatcher tiene el mismo objetivo”.

LOS MILLONES DE LA PÓLVORA

La familia Du Pont, una de las más ricas del planeta, tiene su origen en la Francia del XVIII, donde se sitúa a uno de sus miembros más antiguos conocidos. Pierre du Pont era un confidente personal de Luis XVI, que tuvo que salir huyendo del país cuando estalló la revolución. Instalado en EE.UU. amasó más y más dinero con la fabricación de pólvora. Es tristemente conocido un episodio de 1818 en la fábrica DuPont, donde una serie de explosiones terminó con la muerte de numerosos trabajadores.

La marca de la familia, DuPont, se convirtió en el mayor proveedor de explosivos militares de EE.UU. en la Primera Guerra Mundial. Y fue posteriormente cuando diversificó sus negocios y contribuyó al desarrollo no con armas, sino con la creación del nylon, el teflón y la lycra. La DuPont Company está valorada hoy en 50.000 millones de dólares y está en más de setenta países del mundo.

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