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La generación de la Posmemoria Marianne Hirsch: "La revisión del pasado nos permite un futuro más justo"

Una revisión colectiva de la memoria, que considere los aspectos individuales, sociales, sus diferencias, mediaciones y puntos de encuentro, es a lo que invita la teórica estadounidense de origen rumano, Marianne Hirsch. Acaba de presentar la versión en español del libro 'La generación de la Posmemoria' (Carpe Noctem, 2019) y asiste al Congreso Internacional de la Memory Studies Association que se celebra hasta el sábado en Madrid.

La teórica estadounidense Marianne Hirsch estuvo en el congreso de la Memory Studies Association en Madrid para hablar de Posmemoria. Foto: Ignacio Izquierdo

Carolina Espinoza

Otra lucha contra las memorias hegemónicas, contra el discurso de los vencedores, contra la historia oficial, es posible. Luchar, pero ya no desde una ideología partidista, sino desde la recuperación de múltiples recuerdos: los personales, los colectivos, los íntimos e incluso los que generan diferencias. Para la académica de la Universidad de Columbia, Estados Unidos, experta en temas de memoria y género, Marianne Hirsch (Timișoara,1949) la revisión del pasado reciente pasa por el cuestionamiento a la versión de los vencedores desde el concepto de Posmemoria.

Así lo argumenta en su libro fundamental La generación de la Posmemoria que acaba de ser traducido al español por la editorial Carpe Noctem, donde se explica la memoria como una práctica y un acto. Aunque trata del pasado, existe en el presente y mira hacia el futuro. Para Marianne Hirsch, las memorias son plurales y crean, potencialmente, espacio para las historias y las experiencias de las minorías sociales, aun cuando esos recuerdos desafían las versiones hegemónicas del pasado.

El concepto pone el foco en el legado a veces involuntario de las consecuencias de los procesos traumáticos: los hijos de los sobrevivientes heredan historias catastróficas no a través de recolección directa sino a través de imágenes inquietantes, objetos, historias, comportamientos y afecciones transmitidos como una herencia dentro de la familia y de la cultura en general. A este cúmulo de experiencias, Hirsch le llama Posmemorias. “El fenómeno surge a principios de los años ochenta, cuando Andreas Huyssen comenzó a hablar de Posmodernidad. En ese momento desapareció la confianza que teníamos en la narrativa de progreso, la idea de que nuestra realidad iba a mejorar y este proceso convivió a la vez con el fin de la Guerra Fría, del Apartheid en Sudáfrica, de las dictaduras en América Latina. Nos dimos cuenta también que era un momento en el que perdimos muchos testimonios ya que la gente protagonista de estos procesos estaba muriendo y había que captar estos testimonios urgentemente. Comenzaron a abrirse archivos, a recogerse testimonios orales para salvar no sólo los hechos sino también las texturas emocionales de este pasado y no permitir así que desaparecieran en la narrativa nacional” , sostiene Hirsch señalando que las prácticas de contramemoria o posmemoria tienen su base en las historias individuales que unidas, son el arma para combatir el "blanqueo" de las narrativas nacionales.

Marianne Hirsch con las artistas Silvina Der Meguerditchian, Mirta Kupferminc, Susan Meiselas, Lorie Novak, Deborah Willis e Isin Onol en el proyecto Women Mobilizing Memory. Foto: Ignacio Izquierdo

Marianne Hirsch con las artistas Silvina Der Meguerditchian, Mirta Kupferminc, Susan Meiselas, Lorie Novak, Deborah Willis e Isin Onol en el proyecto Women Mobilizing Memory. Foto: Ignacio Izquierdo.

No es exclusividad de la izquierda

Aunque se tiende a pensar que los avances en el campo de la reconstrucción de la memoria son lentos, Hirsch ve algunos progresos, sobre todo en materia de apropiación del concepto y de quienes están detrás de esa recuperación. “Cuando trabajamos en proyectos hace algunos años, nos inspirábamos en esta memoria que contrarrestaba a la memoria hegemónica y pensábamos que era exclusividad de la izquierda, porque estábamos preocupados por temas como las reparaciones, descubrir la verdad, buscar responsabilidades para los crímenes cometidos, incluso prácticas de memoria como los homenajes, monumentos, celebraciones, se consideraban progresistas situándose ideológicamente a la izquierda. Esto ha cambiado, porque sabemos que el “nunca más” no es cierto, ya que repetimos los errores y no aprendemos de ellos. También hemos aprendido que la memoria puede ser utilizada por la derecha para movilizar a mucha gente y reavivar muchos de sus lemas. Esto nos dice que la memoria no es dominio exclusivo de progresistas. Nuestro mismo planeta necesita una inversión de futuro, pero ha de ser con la perspectiva de que una revisión del pasado nos permite un futuro más justo”.

Marianne Hirsch con las artistas Silvina Der Meguerditchian, Mirta Kupferminc, Susan Meiselas, Lorie Novak, Deborah Willis e Isin Onol en el proyecto Women Mobilizing Memory. Foto: Ignacio Izquierdo.

Proyecto Women Mobilizing Memory. Foto: Ignacio Izquierdo.

Avance de la ultraderecha

Ante el avance de la ultraderecha en el mundo y su cuestionamiento a "no mirar al pasado" como lema de sus programas de gobierno, la teórica estadounidense sostiene que el concepto de posmemoria, en tanto que tiene un carácter familiar e individual, serviría para contrarrestar esos ataques. Sin embargo advierte que todas las memorias están mediadas, en especial a través de los productos culturales y los medios de comunicación, que dan la razón a uno u otro grupo que se considera “guardián” de la historia oficial. “Es importante ser conscientes de estas mediaciones para poder contrarrestar y señalar las contradicciones del uso que se le da a la memoria. Hay público para todo. Ahora en Estados Unidos he visto una radicalización de dos visiones que están enfrentadas, sus posturas son irreconciliables, sus discursos son mediados y reproducidos por los medios de comunicación, pero no hay debate y esto es peligroso”.

Cuando se le pregunta por los procesos que afloran en España tras la recuperación de la memoria histórica en la época contemporánea, Marianne Hirsch señala que el caso español le recuerda en algunos aspectos al proceso que se vivió en Chile tras la dictadura de Pinochet. "En los dos países hubo un pacto de silencio tras la democracia y eso ha pasado factura. La generaciones actuales están siendo visitadas por estos fantasmas del pasado, las heridas no están curadas. Para curar estas heridas, debe haber reconocimiento, algún tipo de reparación -normalmente económica- y sería una manera de reconciliarse con el pasado, mucho menos traumática", Aunque en el caso particular de España, ve excepcionalidades: "En España, creo que estamos lidiando con algo muy particular, porque no se puede equiparar a las desapariciones en Latinoamérica. Creo que aquí hay un caso de conflicto y heroísmo que tampoco es comparable a las narrativas de la Segunda Guerra Mundial o del Holocausto y por tanto veo unos nuevos paradigmas que podrían ayudar a otros casos internacionales, como la memorialización del heroísmo o la lucha por la libertad".

Memoria y mujer

Durante el Congreso de la Memory Studies Association, Marianne Hirsch ha coordinado una exposición de performances del grupo Women Mobilizing Memory que se recoge además en un libro del mismo nombre, reflexiones sobre el arte y memoria con perspectiva de género. Al respecto, la académica sostiene que tradicionalmente las mujeres han sido las transmisoras de la memoria y por tanto las prácticas de memoria tienen un aspecto de género ya que el papel habitual de la mujer ha sido el de conservar esta memoria. "Hay que ver sólo el caso de las madres de mayo, cuya lucha en lugares públicos y sociales ha sido reproducida en otros contextos como en Sarajevo, en México o en toda América Latina. Han sido ellas las encargadas de reclamar públicamente y con esa carga de representatividad, memoria y justicia ante crímenes de derechos humanos. No me imagino a los hombres en las plazas públicas pidiendo ese tipo de justicia para sus hijos. Son expresiones distintas".

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