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Goya para currantes

Habría sido de muy mal gusto que, con la que le está cayendo, el discurso de la Academia hubiera seguido con el penoso quejido

JESÚS ROCAMORA

Habría sido de muy mal gusto que, con la que le está cayendo al españolito medio con la crisis y con los números excelentes de taquilla en 2009 (año histórico para los exhibidores, con una recaudación de 675 millones de euros, un 9% más que en 2008), el discurso oficial de la Academia de Cine hubiera seguido con el lastimero y penoso quejido tradicional. Pero fue realmente noticioso escuchar a Álex de la Iglesia la otra noche apelar a la 'humildad', la 'gratitud' e incluso al 'perdón' de los espectadores. Ayuda a poner en contexto la gala y el cine en sí mismo: 'Importante es salvar vidas en un hospital'. El resto, también esto, es entretenimiento.

Los Goya este año han apostado por los currantes y curritos y dejar el glamour y las estrellas a un lado: Pe, Bardem y Almodóvar no pasaron de guest stars, a pesar de que algunos sigan insistiendo en ver en ellos la noticia. La maquinaria parecía moverse al margen de ellos. Por el contrario, De la Iglesia se acordó de las miles de familias que 'no salen en las revistas', gente que se dedica al montaje, al sonido, maquilladores, figurantes, cátering... 'gente que vive de esto, que genera riqueza'. Unos Goya para los curritos.

A su manera, la victoria de Celda 211 también viene a refrendar un cine que triunfa gracias a las ganas, a la complicidad e implicación del público, al boca-oreja de la gente.Que habla de conflictos sociales sin rechazar el espectáculo, incómoda en algunos planteamientos sociales y con un indeseable como protagonista. A pesar de que Daniel Monzón asegure que la suya es una película 'profundamente española', la tradición que sigue es muy americana. Aunque no de la misma forma que Ágora: allí donde la película de Amenábar no se decide entre sentar cátedra y ofrecer entretenimiento, Celda 211 funciona a muchos niveles porque el envoltorio de thriller ayuda a que le entre mejor al espectador.

¿Por qué Celda 211 no optó a representarnos en los Oscar? Hoy, con los premios y la taquilla en la mano, y más cuando Monzón tiene ofertas para rodar un remake allí, es un claro error de cálculo de nuestros académicos. En el fondo, Monzón es el nuevo Amenábar: ha triunfado con una película puesta en marcha gracias a la gente, a la que hace entrar en conflicto. Nada que ver con la sensiblería de Trueba, la fallida opción de la Academia.

La pasada gala fue la más vista de la historia de TVE. Lo mejor que se puede decir es que se hizo corta. Una ceremonia que, a su manera, también fue de curritos y currantes, y si no que se lo digan a aquella señora contable que entregó un premio. Cine a ras del suelo.

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