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La gran aventura española

Un estudio madrileño relanza la serie 'Castlevania' y la coloca a la altura de las superproducciones internacionales

JESÚS ROCAMORA

Llegará el día en que podamos hacer recuento de las producciones nacionales y votar por 'el mejor videojuego español del año' a finales de año. Mientras, al menos tenemos un serio candidato para este 2010 en Castlevania: Lords of Shadow, de Mercury Steam. El estudio con sede en San Sebastián de los Reyes recibió el difícil encargo de la japonesa Konami de desarrollar un nuevo título para una de las franquicias con mejor tradición y cariño entre los jugadores, con la idea de relanzar la marca y actualizarla a las nuevas generaciones de máquinas y usuarios: el reino de Castlevania necesitaba ya de un título que recuperara el esplendor alcanzado en las eras de los 8 y 16 bits. El resultado es tan robusto que su Castlevania puede competir sin arrugar la cara con muchas de las superproducciones internacionales por las que perdemos la cabeza.

El equipo de Enric Álvarez, supervisado por el coloso de los videojuegos Hideo Kojima (responsable de la respetadísima serie Metal Gear Solid), ha tenido libertad para introducir ideas propias y ajenas en el clásico desarrollo de los Castlevania: plataformas, látigo para deshacerse de vampiros y licántropos, un protagonista del linaje Belmont. Así que se puede decir que más que tener las manos atadas ante un proyecto de estas dimensiones, la gente de Mercury Steam ha incorporado novedades, creando una mezcla apta para todos, viejos y nuevos seguidores, y aportando cierto aire centroeuropeo y un poco de la casquería gore que mostraron en Clive Barker's Jericho, algo que no desafina con espíritu gótico, repleto de cruces y catedrales de la serie original.

Como en todo Castlevania. la historia tiene peso. En este hay que ponerse en la piel de Gabriel Belmont, un infeliz dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de recuperar a su recién desaparecida esposa. Desde el principio, como miembro de la Hermandad de la Luz, queda claro que su búsqueda está relacionada con una tarea mayor, una amenaza para toda la humanidad. Su ambientación no rompe con la tradición: bosques retorcidos, cuevas húmedas, ciudades tomadas por criaturas, castillos como laberintos.

En lo jugable, la gran baza de Castlevania: LoS es su variedad. Es una aventura de acción tradicional, con plataformas, puzles y orientada a la acción: su mecánica descansa en dos tipos de ataques, salto y otros dos botones para esquivar ataques y agarrar a los enemigos. Las combinaciones son la clave de un combate directo y estilizado. Y dos tipos de magia, que el jugador recolecta y que le otorgan ventajas.

Como todo videojuego moderno que se precie, el personaje evoluciona con la historia, en función de las necesidades del jugador y de su habilidad: hay opción de mejorar el látigo, nuevas armas secundarias y ataques más potentes. Esto, unido a unos niveles cortos e intensos, invita a volver sobre nuestros pasos y mejorar lo ya hecho. Y hablamos de un título de unas 15-20 horas de juego.

La prensa especializada ha tratado a Lords of Shadow con mimo. Las notas apuntan al notable alto y algunas críticas señalan que es un gran juego... pero no es un Castlevania. Esto puede llevar a un debate de difícil salida, que nos obligaría a replantearnos si todo clásico recibe el lavado de cara que merece, pero es cierto que su desarrollo no es original y sus deudas a títulos recientes son evidentes, como God of War y Shadow of the Colossus (los titanes, las armas, los puzles, los Quick Time Events). Pero más que una derrota, su victoria es recopilar buenas ideas y hacerlas funcionar como propias. Su mayor logro es el equilibrio de tantas fuerzas.

Puestos a buscarle una pega: su jugabilidad es víctima de una narración rígida (a base de escenas habladas y textos en pantalla), que choca con la agilidad con la que se recorren sus niveles. Unos parones que pueden desesperar a los más impacientes.

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